POR JANYNA RIVERA
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En los últimos procesos electorales, la mayoría de las campañas incluyen entre sus atractivos que el candidato sea joven o que cuentan con un nutrido grupo de entusiastas que le aportan nula maldad al proceso y que de verdad hay buenas intenciones.
La participación de jóvenes se ha viciado al tal grado que la han convertido en un alivio sobre la imagen pública para convertirlo en un buen candidato o que el partido quiere demostrar ha cambiado.
Sin embargo, no podemos crucificar la situación, toda vez que la experiencia, la madurez, los años tampoco son garantía de valores, buen ejercicio de la administración pública y ser un buen líder de los ciudadanos.
Por el contrario, en muchos casos, vienen con las uñas más afiladas o se trata del mismo síntoma que le critican a la juventud, el capricho del querer tener un pedacito de poder.
Ese es el panorama de las manos alzadas por la Presidencia municipal de Othón P. Blanco donde no hay aun definiciones concretas y todos aluden merecimiento, que la historia se las debe, que les toca desde hace mucho y por ello minimizan la postura de los jóvenes.
Mucho han denostado la imagen e intensión de quien hasta hoy ocupa la titularidad del Instituto Quintanarroense de la Juventud, Fernando Méndez y su intención de participar por la alcaldía de la capital quintanarroense. ¿A qué obedece el problema? El argumento de la juventud tiene de frente que quienes con más de 50 años han hecho pedazos una administración.
Si les parece un desconocido, entonces mejor aún, porque los conocidos sabemos muy bien de lo que son capaces; el tema que emana de la actual administración pública. Dónde está el pecado para llevar tal penitencia, ¿o es qué, varios contendientes no han trabajado en alguna? No se puede juzgar la historia cuando se arrastra una.
La ciudadanía pide honestidad, que se actué con valores compartidos, haya afinidad en la defensa del cómo se debe conducir a la sociedad y sobre todo capacidad para gobernar, sobre todo en las adversidades.
Si bien es posible que la juventud no garantice en su totalidad algo de lo anterior, la adultez tampoco te lo da. Se puede ser joven y honesto, así como viejo y corrupto.
Hay jóvenes y viejos de todas las tendencias políticas. La capacidad para gobernar no se mide en la fecha de nacimiento que aparece en la credencial de elector. No se debe dar por hecho que por ser joven sea menos hábil por estar en etapa de formación política o deba esperar y aguantar porque aún hay tiempo, lo que no hay, es precisamente eso tiempo, no al menos en el reloj social, la ciudadanía ya no tiene ánimo de espera.
LO QUE LAS COPETUDAS CUENTAN.
Integrantes de cabildos ya han empezado a separarse de los cargos que venían ejerciendo con miras a participar en la contienda para ocupar algún puesto de elección popular.
Recientemente solicitaron licencia Paoly Perera Maldonado en Felipe Carrillo Puerto y Marciano Dzul Caamal en Tulum. Ambos quienes ya presidieron los respectivos municipios y que también en la anterior elección fueron derrotados.
Ahora cada uno por su lado, pretende de nueva cuenta ser elegidos para abanderar una candidatura como si merecieran premios o se les extrañara mucho como gobernantes, si fuese así no hubieran asumido una regiduría sino la presidencia por la que compitieron. Como dijera la Tía Jovita “Una ilusión es una ilusión: la realidad existe a pesar de la fachada”.