– Punto número uno: la Sororidad como concepto se trata de la solidaridad entre mujeres, es decir, de la capacidad de brindarnos apoyo mutuamente a pesar de las diferencias que puedan existir entre nosotras; y si bien se habla, declara y escribe al respecto, la realidad en cada sociedad es mayormente contraria al significado y objetivo de la misma.
A pesar de ello, hay escenarios que permiten proyectar y alcanzar el tema más allá de solo el discurso, pues al menos en Quintana Roo, en los últimos años se viene impulsando no solo en materia legislativa, – pues insisto en que escribir al respecto es sencillo-, sino en las políticas públicas y la forma de ejercer dicha sororidad al ya no sólo ser empáticas entre el mismo género, sino aportar en acción ese granito de arena para fomentar y acostumbrar a la sociedad a respetarla y aplicarla.
– Punto número dos: Las mujeres de la actualidad, incluso las que de una u otra forma, directa o indirectamente, crecimos en un núcleo familiar en el que la mujer tenía limitantes más allá de lo físico, tenemos esa oportunidad de ejercer el derecho de igualdad ideológica, laboral, social, a pesar de la insistente desigualdad que prevalece aún, por esas viejas costumbres de que la mujer es apta para las labores del hogar o alguna que otra “cosilla” en la iniciativa privada o la vida pública dentro de una administración de gobierno.
Así es, no es feminismo, no es de mujeres contra hombres, porque incluso biológicamente estamos diseñados para complementarnos en muchos aspectos, pero en lo que toca a la realización personal y profesional, hay que fomentar con nuestras acciones esa sororidad que permite a quienes desean crecer, aprender, ejercer, aportar, crear, sumar, y sobre todo impulsar desde su trinchera, ese respeto y valoración real que tanto ocupa hoy a nuestras políticas como Mara Lezama Espinosa, gobernadora de Quintana Roo; Atenea Gómez Ricalde, alcaldesa de Isla Mujeres; Juanita Alonso Marrufo, alcaldesa de Isla Cozumel; Lilí Campos Miranda, alcaldesa de Solidaridad; y así podríamos diferenciar desde sindicaturas, regidurías y otros cargos dentro de los organigramas burocráticos de los tres niveles de gobierno.
– Punto número tres: Ojo, no se mal interprete el asunto, no digo que sean más importantes ni las únicas, porqué hay y siempre han habido mujeres valientes que van contra corriente por sororidad al género, desde maestras, doctoras, arquitectas, ingenieras, profesionistas en diversas áreas, hasta amas de casa que hoy por el contrario ven esa verdadera luz que ofrecen las puertas abiertas por la clase política a favor de la mujer, en lo político y laboral, por lo que nos toca hacer nuestra parte para el aspecto social; comenzar desde casa podría ser factor clave para lograr esa mejor sociedad que todos queremos, pero qué sobre todo merecemos. Los y las gobernantes están haciendo su parte, nos toca hacer lo propio, desde nuestras trincheras.
No es verdad eso de qué “la peor enemiga de una mujer, es otra mujer”; en todo caso es una quien permite dicha situación, seamos unidas, aprovechemos las oportunidades que se están gestionando y aportando desde los tres niveles de gobierno y fomentemos desde adentro hacia afuera, la alianza entre mujeres, por una misma. Hacer el bien sin mirar a quien, siempre ha sido satisfactorio y enriquecedor en el alma y en la vida misma, porque lo que se siembra es lo que se cosecha, y se recibe lo que se merece, y toda mujer, sin excepción merece respeto y valoración a su opinión, aportación y desempeño.