De hecho, los problemas surgieron poco tiempo después de la fundación de Cancún. La alta inmigración que se registró a partir de los primeros años pronto agotó la escasa reserva destinada a las necesidades de vivienda popular.
Eso dio origen a las primeras invasiones de tierras, en una zona comprendida entre las actuales avenidas Chichén Itzá y López Portillo. Esta situación explica algunas cosas que, para quienes llegaron recientemente, pareciera que se planeó así, como el hecho de que la avenida Tulum sea de dos angostos carriles a partir de la Chichén Itzá hacia el norte.
La alta inmigración obligó al gobierno a crear la llamada Colonia Puerto Juárez, compuesta por las supermanzanas 65, 66 -donde se ubica la escuela primaria más antigua de la ciudad, la “José María Morelos y Pavón-, 67, 68, entre otras, ubicadas entre las avenidas López Portillo y Francisco I. Madero, mejor conocida como la Ruta 4.
Sin embargo, esa medida no bastó, porque más gente llegaba demandando vivienda y eso fue aprovechado por algunas personas, como Ramón Luviano -una de las pocas personas desterradas por el gobierno en la historia de Cancún, precisamente para que no siguiera lucrando con la venta ilegal de predios-, que empezaron a vender terrenos ejidales de Isla Mujeres, localizados en lo que actualmente son las supermanzanas 72, 75 y 76.
De hecho, ese crecimiento irregular es la causa principal de la falta de nomenclatura clara en el resto de la ciudad, precisamente en la parte en la que su planeación no estuvo a cargo del Fonatur.
Como se puede apreciar fácilmente, la nomenclatura o nombres de calles es fácil de identificar en las supermanzanas que desarrolló Fonatur, pero en las colonias la situación es caótica.
Desde un principio, por falta de una nomenclatura clara, Transtur (hoy Turicun) decidió, entonces, que ofrecería el servicio de transporte urbano, identificando los derroeros de sus autobuses por “Rutas”, en lugar de darles nombres relacionados con sus puntos de origen y de destino, como en las ciudades antiguas.
Así, surgieron, por ejemplo, la Ruta 1 que iba de Puerto Juárez a la zona hotelera. Durante mucho tiempo esa fue la única ruta que llegaba a la zona de playas, aunque su punto de origen fue cambiando constantemente.
Con el crecimiento de la ciudad, surgieron más “rutas”, pero solo algunas se volvieron indispensables para identificar zonas específicas de la Ciudad.
Entre esas se encuentran la Ruta 4 (Av. Francisco I. Madero), Ruta 5 (Av. Miguel Hidago) y Ruta 7 (regiones 75 y 76, en el norte de la ciudad).
Otras calles adoptaron nombres de negociosya desaparecidos, como La Torcasita, que era una tienda de importaciones.
Por la necesidad, la gente “inventó” sus propias direcciones y así, por la fuerza de la costumbre surgieron también “La primera entrada de la Región 94”, “La segunda entrada de la Región 94” y “La tercera entrada de la Regiòn 94”.
Así surgieron también la avenida de Los Talleres (Av. Puerto Juárez) o zonas como “La rehollada”, “Por la cocholata” (un minisuper de la Av. Miguel Hidalgo) o “Por el Toro Valenzuela”.
En la segunda mitad de su período, el gobierno de Pedro Joaquín Coldwell intervino para regularizar la tenencia de la tierra en esa y otras zonas de la ciudad, a través del programa Nuevos Horizontes, con el que se introdujeron en 1986 los servicios básicos y se construyó también la actual unidad habitacional Morelos.
A pesar de todo, los problemas urbanos y demográficos de Cancún no parecían complicados, pues aunque el crecimiento poblacional era superior al 30% anual, se hicieron obras para atender la nacesidad de vivienda. Sin embargo, a partir de 1987 comenzaron los conflictos serios: el agua empezó a escasear, se agudizaron los líos de vialidad y se acentuó la carencia de terrenos para vivienda.
Las quejas no se hicieron esperar, pues los hoteleros tenían que recurrir al servicio de “pipas” para solventar su demanda de agua, sobre todo en las temporadas “altas” de turismo. Los prestadores de servicios se agruparon y solicitaron al gobierno que los recursos que erogaban por concepto de impuestos y derechos se invirtieran en la infraestructura necesaria.
Ese mismo año, el Inviqroo -comercializador de la reserva territorial- reconoció que Cancún carecía de fundo legal para repartir y que había un rezago de 20,000 solicitudes de lotes por atender.
En contraste, en la zona denominada Caribe 2000, una zona delimitada por las avenidas Rodrigo Gómez (antes Libramiento Kabah), Andrés Quintana Roo y Chichen Itzá- había decenas de hectáreas sin desarrollar porque la dependencia los vendió a un grupo de empresarios que, al parecer, especulaba con la tierra.
La “bomba” estalló un año después, en 1988, cuando se reanudaron las invasiones a terrenos ejidales, las cuales el gobierno municipal trató de frenar con la intervención de Seguridad Pública, pero complicó la situación porque un grupo de “paracaidistas” desalojados decidió, en abril de 1988, bloquear la Av. Kukulcán.
La protesta duró varias horas y generó caos vial en la ciudad. Para dispersarla fue necesario que los elementos de Seguridad Pública utilizaran la fuerza.