La noche del pasado día 20, los habitantes de Nueva Zelanda se encontraron con un raro espectáculo en el cielo nocturno. Además de las estrellas y la Luna se podía observar una gigantesca nebulosa en espiral de tonos azulados que se movía lentamente. Solo que no era una nebulosa.
El tamaño y la visibilidad del fenómeno fueron tales que las redes sociales del país no tardaron en llenarse de comentarios y no faltó quien expresó su inquietud ante la posibilidad de que estuviéramos a punto de chocar contra algún objeto cósmico y nadie nos hubiera avisado o de que fuera, por supuesto, un ovni. La espectacular espiral, sin embargo, tenía un origen mucho más terrenal. Se trataba del rastro dejado por un cohete de Space X.
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— 🇩 🇴 🇺 🇬(fest Junior) (@Dougfest_nz) June 19, 2022
Según expertos como el Profesor Richard Easther, de la Universidad de Auckland, el fenómeno no es otra cosa que la estela de propelente de un cohete usado para poner en órbita un satélite, en este caso uno de SpaceX porque su lanzamiento concuerda con la fecha del avistamiento. “Cuando el propelente es expulsado por la parte inferior, lo que genera es básicamente agua y dióxido de carbono”, explica Easther. “Eso forma una nube en el espacio que recibe la luz del Sol. La geometría de la órbita del satélite y nuestra posición relativa al Sol hacen el resto, generando un espectáculo de nubes luminosas como el que hemos visto desde South Island”.
Teniendo en cuenta las fechas, todo indica que el cohete que causó las espirales sobre Nueva Zelanda fue el lanzamiento del satélite Globalstar que tuvo lugar el pasado domingo desde Cabo Cañaveral, en Florida. El fenómeno es similar a las espirales azules sobre Noruega que pudieron verse tras el lanzamiento de un cohete espacial ruso en 2009.