El diputado Gustavo Miranda García, quien salvo que ocurra una catástrofe será el nuevo presidente de la Junta de Gobierno y Coordinación Política de la XVI Legislatura, ya señaló con su índice flamígero a quien hasta el mes pasado dirigió ese organismo legislativo: Reyna Durán Ovando.
Advirtió que someterá su ejercicio a una profunda auditoría.
Y es que Reyna Durán tendrá que pagar la arrogancia que demostró cuando fue presidenta de la Jugocopo.
A ese cargo llegó con el respaldo y el visto bueno de quienes hoy tienen el poder y toman decisiones al interior de Morena nacional y estatal.
Estos personajes de poder creyeron que Reyna Durán gobernaría al Congreso con atingencia, que le tendería la mano a todos los grupos, pero lo primero que hizo fue desconocer a la propia Yeldeckol Polevsky, dirigente nacional de Morena en el momento en que se decidió su nombramiento.
Y así como a Yeldckol Polevsky, desconoció a todos y cada uno de quienes la hicieron llegar a la presidencia de la Jugocopo.
Y todos ellos están dispuestos a cobrarle todas y cada una de sus afrentas.
Hoy no solo no cuenta con el respaldo de los poderosos de Morena, sino que sus compañeros diputados la han congelado y es que desde siempre hubo quejas por sus malas formas.
Ahora trata de generar distractores, con los que intenta quitarse los cuestionamientos.
Se ha dedicado a lanzar fuego en contra de los propios morenistas, incluso en contra de quienes la arroparon para ser presidenta de la Jugocopo.
Dice el refranero popular: “Si no puedes no salpiques”.
En los últimos días ha pretendido erigirse en adalid de la transparencia, pero lo hace atacando a quienes no debe y en esas circunstancias ya en Morena se plantea abandonarla a su suerte.
Dejarla sola y que así, en la soledad, sin la fortaleza del partido, sin la fortaleza de quienes mordió la mano, enfrentar lo que se le viene encima.
Allí está la advertencia fresca de Gustavo Miranda.
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