17. Las inversiones

A finales de 1990 eran 68 constructoras locales, 43 foráneas y 11,500 empleados y así continuó, en constante disminución, hasta hace ocho años, cuando inició el despegue de la Riviera Maya y a últimas fechas la masiva construcción de vivienda.

Actualmente (octubre 2001) se calcula que la industria de la construcción ofrece más de 15,000 empleos, pues en la Riviera Maya están en construcción poco más de 6,000 habitaciones hoteleras y en Cancún se construirán 20,000 viviendas en los próximos cinco años.

En Cancún hay una inversión calculada en más de 4,400millones de dólares, casi 4,000 de ellos realizado por la iniciativa privada y el resto por el Fonatur, aunque también hay que tomar en cuenta que los gobiernos locales han realizado su parte, sobre todo para dotar de servicios públicos a las zonas que quedaron fuera del proyecto que se delineó en la ciudad de México a fines de los 60.

El éxito económico de Cancún, una “joya” valuada en más de 10,000 millones de dólares, puede continuarse si se saben aprovechar y acrecentar sus ventajas, aún cuando, según especialistas, su “ciclo de vida” fue acelerado, entre otras causas, por una serie de factores coyunturales, en los que destacan el manejo inadecuado de la información después del paso del huracán “Gilberto”, que provocó una disminución en la demanda de este centro turístico, generó pérdidas, problemas de liquidez y desencadenó una

“guerra” de precios entre los hoteleros locales, en sus intentos por mantener una buena ocupación.

Sin embargo, también contribuyeron a esos fenómenos la falta de coordinación efectiva entre los inversionistas, el gobierno y la sociedad; la carencia de una planeación estratégica, la incipiente diversificación de mercados y el centralismo político, fiscal y administrativo.

El Plan Maestro que integró el Infratur con un horizonte de 25 años (1970-1995) justifica la creación de Cancún para el logro de tres objetivos fundamentales: la captación de divisas para financiar al país, la creación de empleos en una zona carente de alternativas y el estímulo de nuevas actividades agropecuarias e industriales en la región con la idea de realizar localmente el abastecimiento del polo turístico.

A 31 años de distancia, se puede decir que los dos primeros objetivos se han cumplido, pues, por ejemplo, para este año se estima una derrama económica muy cercana a los 3,000 millones de dólares.

En el Plan Maestro de Cancún se estableció que para el año 2000 tendría unos 22,000 cuartos de hotel que, de hecho, pronto se alcanzó e, incluso, se superó, pues hasta julio de este 2001 se contabilizaban 26,020 habitaciones y están pendientes por desarrollar cuando menos tres lotes hoteleros: uno localizado entre el Casa Maya y el Gran Caribe Real, otro enfrente de Plaza Caracol y uno más entre el Sheraton y el Caribean Villages.

De 1975, cuando se abrió al turismo, a julio de 2001, Cancún ya recibió a 35.890,735 millones de turistas, que dejaron una derrama económica de casi 23,000 millones de dólares.

Sin embargo, la diversificación económica regional es aún escasa. El proceso de desarrollo de actividades agrícolas, pecuarias e industriales en la zona ha sido lento y es una historia llena de tropiezos.

Cancún representa el principal motor de la economía del Estado, pues aquí se genera el 75% del PIB. A dos años de que se alcanzó el horizonte propuesto en 1970, se observa un mercado cautivo compuesto por residentes y visitantes que no se aprovecha localmente, porque no hay interés en la comunidad por producir lo que aquí se necesita

y la razón principal es que actividades como el turismo, la construcción y en menor medida la pesca son más rentables y generan mejores expectativas de vida.

El riesgo que implica el depender de una sola actividad hace necesario equilibrar la base económica regional, fortaleciendo los sectores primario y secundario, pero las posibilidades de diversificar la economía del norte quintanarroense a través del desarrollo agropecuario e industrial son limitados y así seguirán, de no registrarse avances tecnológicos que hagan económicamente factible el cultivo de suelos delgados, pedregosos y con escaso contenido de nutrientes.

En el ámbito industrial han surgido pequeñas industrias que fabrican, por ejemplo, productos de limpieza para los hoteles u otros que construyen muebles o partes de carrocería, pero están limitados al mercado local.

Aunque hay bases para el desarrollo industrial de Puerto Morelos, la consolidación del Parque Industrial y Pesquero como un proyecto viable, requerirá cuantiosas inversiones en infraestructura y promoción para atraer capitales.

Además, salvo un reducido grupo, los ingresos de la población son raquíticos, aún cuando los empresarios sostienen que nadie en Cancún gana un sueldo mínimo, cuando, por ejemplo, a los meseros se les paga ese salario, pero obtienen otros ingresos a través de las propinas que dejan los consumidores.

El reparto de la riqueza en Cancún es desigual. El 40% de la población registra niveles de pobreza y sólo un 15%, la que está comprendida en los estratos medio-alto y alto, recibe lo que puede considerarse un salario elevado.

Frente a ese panorama, es importante, entonces, canalizar esfuerzos a la consolidación de la actividad turística, porque hoy en día el auge de Cancún está interrumpido. Se enfrenta, pues, una coyuntura que representa un reto: la oportunidad de impulsar el resurgimiento del joven destino.

Ese resurgimiento no debe basarse, mucho menos estar permanentemente esperanzados de que así suceda cada determinado tiempo, en las devaluaciones del peso, pues siempre que suceden traen más turismo, pero se abarata el destino.

Y por eso proyectos como el rescate de la vocación turística del centro de la ciudad y de Punta Cancún, zona para la cual el Cabildo aprobó un Plan de Reordenamiento, cobra mayor importancia, pues ambos ayudarán a reactivar la economía en sus respectivas áreas de influencia.

Sin embargo, también será necesario que los prestadores de servicios, fundamentalmente los hoteleros, ya no cedan a las presiones de las agencias mayoristas de agencias de viajes, que en los últimos años, principalmente después del huracán “Gilberto” y el “boom” en la construcción de cuartos de hotel, se dedicaron a chantajear al sector.

Incluso, las amenazas continúan en el sentido de que si no les dan tarifas bajas, buscarán otros destinos para llevar a los turistas. A principios de la década de los 90 muchos hoteleros cayeron en ese chantaje y abarataron el destino, al grado de que se desató una crisis económica.

A pesar de que este polo turístico registraba ocupaciones hoteleras superiores al 90%, la derrama económica no era la que debería reflejarse en la operación de cuartos de ese nivel. Incluso, ante esa situación, se llegó a considerar a 1992 como el peor año de la historia de Cancún, aunque ahora, como consecuencia de los atentados terroristas en Estados Unidos, registrados el 11 de septiembre de 2001, está en ciernes una crisis de grandes proporciones.

De hecho, los hoteles, sobre todo los de cadena, volvieron a ceder a las presiones y optaron por reducir sus tarifas, que pasaron de un promedio de 80 dólares por noche a 45.

Ante situaciones de ese tipo, también se deberá reorientar la promoción turística de Cancún, con el fin de aprovechar mejor los recursos y captar mercados distintos al estadounidense, que representan el 60% de los turistas que visitan este centro vacacional, en donde el 44% de la oferta hotelera total depende casi exclusivamente de esos visitantes.

Otro 25% de los cuartos hoteleros funcionan con el sistema de “tiempo compartido” y, aún cuando los visitantes sean estadounidenses, su ocupación está garantizada, porque fueron adquiridos como un bien inmueble.

Otro 31.6% de la oferta hotelera actual operaba por medio del sistema conocido como “todo incluido”, que depende en su mayoría del turismo europeo y, por tanto, se

ve afectada por la crisis generada por los atentados terroristas del 11 de septiembre del 2001.

Como consecuencia de otras crisis vividas por Cancún, la situación ha llegado a tal grado que, incluso, en los supermercados de Estados Unidos se llegaron a rifar viajes a Cancún entre los clientes que acumularan determinado número de puntos por sus compras.

Por esta razón, es imperativo cambiar las estrategias y buscar que la derrama económica de los turistas sea mayor a la actual, con el fin de que Cancún recupere la bonanza de otros años.

Hay que tener un producto adecuado, diseñarlo para el consumidor, no para el dueño. En este momento, los arquitectos y todo el mundo siguen trabajando para el propietario y nadie lo hace para el cliente -Sigfrido Paz Paredes, promotor de Cancún.

El éxito de Cancún como destino turístico es indiscutible. En 1969 se planeó captar en 15 años el 10% de 1.65 millones de turistas que en ese entonces llegaban al Caribe y en 15 años se logró captar el 15%, nada más que ya eran 15 millones de turistas en la región.

-¡Esto funcionó! -exclamó Sigfrido Paz Paredes durante su presentación en un foro sobre al auge y la crisis de Cancún.

Efectivamente, los 99,500 turistas que recibió este destino turístico en 1975 contrastan enormemente con los 3.044,682 millones de visitantes que llegaron en el 2000. Ni que decir de la derrama económica: 25 millones de dólares contra los alrededor de 2,550 millones, también de dólares en ese mismo año.

De 1975 a julio del 2001 Cancún ya recibió a 35.890,735 millones de turistas, quienes generaron una derrama económica calculada en 23,000 millones de dólares.

Del total de turistas que llegaron entre 1975 y julio de 2001, sólo el 20% fueron visitantes nacionales, cuya afluencia a este centro vacacional ha sido irregular, ya que en ocasiones se incrementa y en otras disminuye. Incluso, su proporción con respecto a los visitantes extranjeros ha disminuido, pues en 1992 representaba el 30%, tomando en cuenta las cifras de toda la historia.

Cancún ha tenido tres períodos en los que registró un retroceso en el número de turistas recibidos -1984, 1988 y 1993-, aunque posteriormente se dieron repuntes, como el ocurrido en 1991, cuando la afluencia de visitantes creció 21% en relación con 1990.

El primer retroceso se registró en 1984, cuando este centro vacacional recibió a 698,200 turistas, 5.8% menos que en 1983, sin que hubiera una explicación para ello, pues en ese entonces no hubieron factores externos o locales a los que se pudiera atribuir la disminución en el número de turistas.

Al año siguiente la afluencia de turistas se recuperó en un 4.4%, porcentaje que, sin embargo, implicó un número de visitantes menor que en 1983.

El siguiente período en el que se registró un decremento fue 1988, a consecuencia del huracán “Gilberto”. Durante ese año llegaron 829,924 turistas, 10% menos que en 1987.

La tercera baja sucedió, en forma consecutiva, en 1993 y 1994. En 1992 Cancún rebasó por primera vez en su historia la barrera de los 2 millones de turistas, al recibir 2.046,529 visitantes, pero en el siguiente año bajó un 3.3%, en 1994 aún bajó un poco más y en 1995 se recuperó la afluencia, pues en ese año llegaron 2.164,229 millones de paseantes.

Un hecho que llama la atención es que esas bajas en la afluencia de visitantes no influyeron en la derrama económica registrada en esos años, renglón que siguió creciendo, aunque el gasto per cápita ha sido, hasta en la actualidad, irregular, tendiendo a la baja.

También hay que destacar que en los primeros cuatro años de Cancún los visitantes que predominaron fueron los nacionales. Por ejemplo, en 1975 llegaron 99,500 turistas, de los cuales el 72.5% eran nacionales y el resto extranjeros. Esa tendencia empezó a cambiar en 1979, cuando el 50.4% de los 395,800 visitantes provinieron de otros países y el resto de distintos puntos de la República.

 

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