“El pueblo no es tonto. Tonto es aquel que piensa que el pueblo es tonto”, suele decir el presidente Andrés Manuel López Obrador.
Esta frase, como él también lo diría, queda como “anillo al dedo” en Tulum, Felipe Carrillo Puerto y Othón P. Blanco, tres municipios emblemáticos que han sido escenario de las luchas más importantes para darle forma y rostro al estado de Quintana Roo.
Estos municipios son una mezcla vibrante y diversa de culturas. En Tulum y Felipe Carrillo Puerto, la población está conformada por indígenas mayas y migrantes del interior del país que ya aspiran a un mejor futuro.
Mientras tanto, en el municipio capitalino convive la población nativa con peninsulares y migrantes del sureste del país, incluso centroamericanos, que se han arraigado en la zona. A pesar de sus diferencias, todos comparten una historia de lucha y resistencia.
Sin embargo, cada tres años, los habitantes de Carrillo Puerto y Chetumal esperan cambios significativos en sus circunstancias, solo para enfrentarse a desengaños.
Aunque son pacíficos, no se dejan engañar fácilmente. Los presidentes municipales Diego Castañón Trejo, María Hernández Solís y Yensunni Martínez Hernández, desconocedores de la historia de lucha en la zona, creyeron que sus acciones y vanalidades pasarían desapercibidas.
Creyeron que con discursos huecos marearían a una población noble, pero no fue así, y los datos oficiales de las elecciones del 2 de junio pasado lo demuestran.
Los tres mandatarios necesitaron del apoyo del Partido Verde y del Trabajo para mantenerse a flote.
En el caso de Yensunni Martínez, aunque ya tiene tierra a la vista, puede naufragar si prosperan las impugnaciones ante los tribunales electorales.
Estos personajes tendrán que hacer algo diferente para gobernar los próximos tres años y reconciliarse con sus comunidades, que les dieron la espalda. Literalmente, tienen que ser congruentes y transformarse.
Más allá de las coaliciones que les permitieron ganar, los números muestran que no tienen todo asegurado en los municipios que gobiernan. Si hubieran ido solo con Morena, como fue el caso de Erik Borges Yam, quien ganó sin problemas en José María Morelos, habrían perdido irremediablemente.
En Tulum, Castañón Trejo obtuvo solo con Morena el 32.58% de los votos, frente al 41.13% de Jorge Portilla, de Movimiento Ciudadano. En Felipe Carrillo Puerto, Mary Hernández obtuvo con Morena el 34.96% de los votos, mientras que la candidata del PRD, María Luisa Poot Ek, consiguió el 39.78%.
En Othón P. Blanco, Yensunni Martínez se quedó con el 33.1% de los votos, contra el 41.8% de Lidia Rojas Fabro, de Movimiento Ciudadano.
El rechazo también se refleja en los votos de los candidatos a diputados locales en esas mismas demarcaciones, que triunfaron ampliamente con las mismas coaliciones.
En el Distrito XII, Silvia Dzul Sánchez, candidata a diputada de Morena, Verde y PT, obtuvo 33,080 votos en las secciones electorales correspondientes a Tulum del distrito XII, es decir, un 20.8% más que el total obtenido por Castañón Trejo (14,979).
En las secciones carrilloportenses del distrito XIII, José María Chacón Chablé obtuvo 21,366 votos , un 11% más que Mary Hernández.
En Othón P. Blanco, Diana Gutiérrez García y Saulo Aguilar Bernés obtuvieron de manera combinada 58,560 votos en los distritos XIV y XV, contra 42,468 de Yensunni Martínez, una diferencia del 37.89%.
Incluso, la candidata a diputada federal en el Distrito 01, Elda Xix, obtuvo en esos tres municipios 124,147 votos para diputados federales, un 61% más que la suma de los 76,680 votos del trío de alcaldes reelectos.
Como se ve, los votantes de estos municipios solo querían castigar a sus presidentes municipales y demostraron civismo al diferenciar su voto.
Votaron masivamente por los candidatos a diputados locales, federales, senadores y presidenta de la República, pero quisieron castigar a sus alcaldes que buscaron la reelección.
Ante estos números, bien les haría deconstruirse, transformarse y mejorar su desempeño. También sería útil que se zambullan en la historia de sus municipios, comprendan las luchas de sus comunidades y se comprometan a trabajar verdaderamente por el bienestar de sus habitantes.
Solo así podrán reconciliarse con aquellos que les dieron la espalda y recuperar la confianza de su gente. La transformación que pregonan debe empezar por ellos mismos, escuchando y respetando la voluntad del pueblo que, como dice el presidente, no es tonto.
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