Los factores del cambio

Varios factores se sumaron para que el PRI recuperara el municipio de Benito Juárez con una contundencia y claridad, que no deja dudas.

De un lado se hicieron bien las cosas y del otro bando se dio una lección de cómo no debe conducirse en un proceso electoral en el que se busca retener el poder.

Del lado del PRI se conjuntaron varios factores positivos desde la victoria hace un año de Enrique Peña Nieto, que incluyó la recuperación de varios municipios importantes que estaban en manos de partidos distintos al PRI, la buena calificación y las acciones fuertes y decisivas del gobernador Roberto Borge.

Ya en el fragor de la campaña, para los votantes independientes, que son el filón de electores más importantes, el que nadie ve, ese segmento de ciudadanos “invisibles” con un gran poder, si se decidieran a ser más activos, fue más atractiva la presencia de Paul Carrillo, quien enarboló un mejor discurso.

Además, desde su posición como presidente del PRI municipal, Paul Carrillo le dio varias vueltas al municipio, en las que logró captar ese voto muy particular de la clase media, poco participativa electoralmente, pero que combinado con el “voto duro” priista significó un vendaval que sepultó las aspiraciones perredistas. Aún con una hipotética alianza, que no se concretó por los errores legales de panistas y perredistas, no les habría alcanzado a éstos para ligar un tercer trienio.

Por el otro lado, Graciela Saldaña, la candidata perredista, no logró cuajar un discurso sólido. Su voz de maestra cansada operó en su contra y se quedó colgada únicamente de María Eugenia Córdova y Antonio Meckler, que soñaron que la imposición de la “Chela” los llevaría a consolidar su fuerza como los “titireteros” del Palacio Municipal. Además, se les cayó la estructura financiada con el erario municipal.

Por si fuera poco, la soberbia del alcalde Julián Ricalde Magaña, quien se enfrentó y se impuso contra viento y marea a las “tribus”, a las que marginó por su enorme deseo de seguirse comiendo solo el pastel, también abonó a la estrepitosa derrota.

En las últimas semanas, Ricalde Magaña no sabía si era candidato, coordinador de campaña o presidente del PRD. Era tan sencillo dedicarse a ser presidente municipal, con eso tenía para complicarle las cosas al PRI, pero ahora está a 81 días de terminar, 81 días que serán un infierno, llenos de incertidumbre por el futuro que a todos alcanza.

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