El Partido Verde no ha tenido suerte con los prospectos que ha impulsado en la política quintanarroense y con quienes ha pretendido hacerse del poder político desde hace al menos diez años.
Y ese, el poder político, es el gran pendiente del mandamás Verde, porque el económico y el control del presupuesto de varias instancias de gobierno hace mucho tiempo que lo detenta.
Sin embargo, el Partido no ha tenido suerte con sus gerentes. Sus prospectos han implotado antes siquiera de alcanzar la maduración.
Y es que los elegidos normalmente alimentan la soberbia.
Le pasó a Remberto Estrada, quien entre 2016 y 2018, sumió a Cancún en profundos problemas, se enfrentó al entonces gobernador Carlos Joaquín González y ambos tuvieron serias diferencias en la política de seguridad.
“No se puede acordar con quien no toma las decisiones”, dijo alguna vez Carlos Joaquín, hasta que acordó con quien sí toma las decisiones y las cosas cambiaron para él en lo personal, para bien. Se volvieron aliados.
Remberto Estrada solo se asomaba de martes a jueves al Palacio Municipal y pedía que su agenda comenzara después de las 11 de la mañana.
Eso lo llevó a desatender y dejar de supervisar cosas importantes, no solo en cuestiones de seguridad, sino también la ejecución de obra pública.
En esos tiempos se presumió que la bancada del partido Verde en la Cámara de Diputados había conseguido recursos en montos históricos para Cancún. Más de $700 millones en 2017, pero su falta de liderazgo e inexperiencia administrativa y política hicieron que ese dinero se perdiera.
Ante la falta de expedientes técnicos, el dinero se tuvo que reembolsar a la federación y con ello sus jefes decidieron que Remberto no se reeligiera, muriendo así el proyecto que pretendía llevarlo a la Gubernatura el año pasado.
Terminó por desaparecer luego de una carrera política exprés que lo llevó a ser regidor, diputado local, diputado federal y presidente municipal entre los 25 y 30 años de edad.
Luego apareció en escena Gustavo Miranda, hijo de familia acaudalada como Remberto, otro veinteañero, inexperto, que de un día a otro lo hicieron diputado local y presidente de la Junta de Gobierno y Coordinación Política del Congreso.
Quiso hacer y deshacer en el Poder Legislativo, trató de imponer su propio criterio en la aplicación de las leyes y reglamentos que rigen las funciones de ese órgano. Fue de escándalo en escándalo y quienes lo traían entre algodones, los políticos de carrera que se desvivían en atenciones para él, porque les dijeron que era el nuevo proyecto Verde, empezaron a verlo de otra manera, percibiendo que pronto cambiaría la línea, como finalmente ocurrió.
A Gustativo le pusieron dedo abajo y desapareció al menos de la escena pública.
Ahora se dice que el nuevo proyecto es Renán Sánchez Tajonar. Al igual que Remberto y Gustavo, el actual presidente de la Junta de Gobierno y de Coordinación Política de la XVII Legislatura es un político generado en la máquina de hacer palomitas.
Ha seguido la misma ruta expres que sus compañeros de partido y también ha cometido los mismos desaciertos, tiene la misma soberbia de creer que tiene el “power verde” y que será el próximo presidente municipal de Cozumel, de donde solo es su acta de nacimiento, pues por lo demás está totalmente desarraigado.
Es más, apenas en 2021 estuvo como candidato a síndico suplente en la planilla que presentaron Morena y Verde en Cancún y mucho antes apenas cruzaba a la isla para asolearse en alguna alberca.
Sus desaciertos han provocado, entre otras cosas, que el Poder Judicial interponga una controversia constitucional contra el Ejecutivo por la reducción del presupuesto en un área tan sensible.
Sánchez Tajonar presume ser el promotor de la iniciativa que reduce los presupuestos con criterio de 4T, pero se le olvidó reducir los montos que él mismo maneja, es decir, el presupuesto del Congreso.
Desde que Juanita Alonso lo nombró secretario general del ayuntamiento de Cozumel, antes de ser candidato a diputado, tuvo conflictos con la alcaldesa, pues desde el primer día pretendió asumir atribuciones que no le correspondían, queriendo adelantar el reloj un par de años.
Respiró Juanita cuando ya no lo tuvo, pero debe tomar otra bocanada de aire muy pronto. No vaya a ser que Sánchez Tajonar sea su sucesor y quiera perpetrar una que otra venganza.
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