18. Los primeros pasos

No hay registros sobre la derrama económica que dejaron los 99,500 turistas que llegaron en el primer año de Cancún, pero los 180,500 turistas que vinieron en 1976 gastaron $397.7 millones de aquellos viejos, muy viejos pesos, o 25.7 millones de dólares. En ese entonces el tipo de cambio era de $15.44 por cada dólar.

Para 1977 vinieron 265,200 turistas, 47% más que el año anterior, quienes dejaron una derrama económica de 32.480 millones de dólares, 26.3% más que en 1976. El tipo de cambio era de $22.58 por cada dólar. En 1978 llegaron 309,800 visitantes, quienes gastaron 55.090 millones de dólares y por primera vez se rebasó la barrera de los $1,000 millones de aquellos pesos, pues el gasto en pesos ascendió a $1,254.4 millones.

Cuando Cancún apenas iniciaba operaciones, el gasto promedio de cada mexicano era similar al de los extranjeros. Por ejemplo, en 1976 un nacional erogaba un promedio diario de $2,080 por $2,871 pesos de cada extranjero. Sin embargo, esa situación cambió a partir de 1983, luego de la gran devaluación de la moneda mexicana ante el dólar estadounidense.

A raíz de eso, el gasto promedio del extranjero superó significativamente al del mexicano, que en ese año sólo erogó por un viaje de tres o cuatro noches $31,779, contra los $51,699 de los extranjeros, sin contar el alojamiento.

Algunas fuentes señalaron que fue esa devaluación la que causó que en los años sucesivos disminuyera la afluencia de turismo nacional. Algo similar sucedió con la devaluación de finales de 1994 y principios de 1995. Antes de ese problema económico, los nacionales ya gastaban por viaje de cuatro a cinco días más de 600 dólares, 100 menos que los extranjeros, pero a raíz de la devaluación el gasto de los mexicanos disminuyó a 400 dólares.

A partir de 1986, cuando Cancún llegó a 7,028 cuartos de hotel, la afluencia de extranjeros prácticamente se “disparó” e, incluso, fue el año en que este centro vacacional empezó a registrar ocupaciones hoteleras que superaron el 90%. Empero, no fue hasta el siguiente año cuando alcanzó cifras que, de acuerdo con los prestadores de servicios, hicieron historia.

En 1986 llegaron 852,582 turistas, 16.7% más que en 1985, quienes dejaron una derrama económica calculada en 378.7 millones de dólares.

Cancún alcanzó en 1987 -el año en que el movimiento de la construcción estuvo prácticamente en su punto más alto- 8,910 cuartos, 26% más que en el período anterior y recibió a 944,213 turistas que generaron una derrama económica calculada en 470.2 millones de dólares, con una ocupación hotelera promedio anual del 83%. El volumen de turistas superó en un 11% al registrado anteriormente.

El año siguiente, 1988, empezó optimista con 9,338 cuartos de hotel. Sin embargo, la falta de suficientes asientos de avión y la sobreoferta hotelera empezaron a causar problemas. Aún así, los prestadores de servicios y los funcionarios del gobierno del Estado esperaban que Cancún rebasara la barrera del millón de turistas.

La meta no se logró. Al terminar el año se contabilizaron 11,891 cuartos de hotel y el número de turistas atendidos fue de 829,924, 10% menos que en 1987. Esos resultados, sin embargo, se atribuyen al huracán “Gilberto”, que azotó a la Península en septiembre de ese año.

LA CRISIS

Sin embargo, para 1989, luego de las “agresivas” campañas de promoción realizadas en favor de Cancún, la afluencia de turistas creció 38.5% en comparación con 1988. Para entonces el número de habitaciones llegó 15,310 y la derrama económica superó los 617.4 millones de dólares.

Ese aumento en la afluencia no fue solamente por las promociones, si no por otras circunstancias que dieron origen a un período de crisis, que aún persiste, sobre todo porque el poder adquisitivo de los turistas no es alto, pues en su afán por tener la mejor ocupación posible los hoteleros abarataron sus tarifas, afectando con ello a otros destinos de playa mexicanos, que tuvieron que disminuir también sus precios.

-Es una actitud irresponsable de los hoteleros -dijo en mayo de 1991 Gastón Alegre López.

Esa misma situación y la implementación de los “swaps”, entre otras medidas de atracción de inversiones, aceleró el llamado ciclo de vida de Cancún, pues el primer millón de turistas los logró en 14 años y el segundo en solo tres años, pero con un turismo que poco dejaba, pues ese crecimiento espectacular en el número de paseantes no se reflejó en un aumento similar en la derrama económica, que sólo avanzaba entre un 4 y 8%, apenas por arriba de la inflación de Estados Unidos y más recientemente en un 12%.

En 1990 el crecimiento en la afluencia turística general hacia Cancún fue del 36% en comparación con 1989, ya que llegaron 1.565,954 millones de visitantes que generaron una derrama económica de 796.8 millones de dólares. La ocupación promedio fue del 68% con 17,470 cuartos de hotel.

Al siguiente año vinieron a Cancún 1.903,556 turistas, quienes generaron una derrama económica calculada en 938.5 millones de dólares. La ocupación promedio fue del 69% con 18,344 habitaciones. En 1992 lo hicieron 2.046 millones de visitantes y

hubo una derrama de 1,301 millones de dólares, con una ocupación del 75% en las 18,376 habitaciones. El ritmo en el crecimiento de los cuartos ya no era vertiginoso.

En 1993 llegaron 1.979,383 millones de turistas, que generaron una derrama económica de 1,422 millones de dólares, con una ocupación del 72% en las 18,913 habitaciones. En el siguiente año llegaron 1.963,806 millones de visitantes, en 1995 se volvió a rebasar la barrera de los 2 millones de visitantes con 2.164,229 millones y en 1996 llegaron 2.311,640 millones de paseantes.

Entre enero y octubre de este año ya llegaron 2.225,989 millones de turistas, que ya generaron una derrama económica de 1,630 millones de dólares y una ocupación del 82.4% en las 21,683 habitaciones.

Esa creciente actividad turística, que se encuentra ante el gran reto de buscar mejores mercados, ha contribuido a que Cancún se convierta, paulatinamente, en un centro distribuidor de vuelos, similar a Miami. En la actualidad, para viajar a casi cualquier parte del Caribe, primero hay que pasar por esa ciudad estadounidense.

Cancún esta destinado a convertirse, en ese sentido, en una competencia para Miami, en la medida en que el esquema de multidestinos caribeños se consolide. Actualmente ese tipo de intercambio turístico esta prácticamente en proceso de consolidación con Cuba, con el que Cancún tiene una estrecha comunicación aérea. De hecho, desde esa isla se puede ir a otra ínsula de la región caribeña, pero el objetivo es que este centro vacacional tenga nexos similares con otros destinos turísticos del área.

INTENTOS DE DIVERSIFICACION

Mientras eso sucede, por la misma actividad turística se han diversificado las zonas geográficas del mundo de donde arriban vuelos y también el número de empresas aéreas que lo realizan.

Aunque en 1991 había vuelos desde 71 ciudades de 19 países, en la actualidad los mercados de donde proceden esos viajes están ya más consolidados.

Según datos oficiales de ASUR, que opera el aeropueto de Cancún, el segundo más importante del país por el número de pasajeros que mueve anualmente, las conexiones aéreas de este centro vacacional y diversas partes del mundo incluyen 34

ciudades de Estados Unidos, 22 a otros destinos del Continente Americano, 11 a ciudades mexicanas y 19 a Europa.

Considerando todos los vuelos charters (fletados), que transportan a más de la mitad de los turistas que nos visitan y los comerciales (de aerolíneas como Mexicana, Aeroméxico, American, Continental, etc), Cancún recibe pasajeros de 1,200 ciudades del mundo, que son movilizados por cerca de 100 aerolíneas.

De hecho, el aeropuerto de Cancún ya es un importante centro de conexiones en la zona del Caribe.

Aunque Estados Unidos es el principal mercado de Cancún, los esfuerzos deben dirigirse a la consolidación de otros mercados, que han sido bastante erráticos, como el europeo y el sudamericano. Hace algunos años el canadiense fue el segundo mercado en importancia, luego fue superado por el europeo y hace unos años por el sudamericano.

En este año el europeo desplazó nuevamente al sudamericano como el segundo mercado más importante para Cancún, en parte porque la afluencia de América del Sur ha disminuido. Al parecer la “cancumanía” que se vivió en países como Brasil y Argentina ya bajó de intensidad.

También deben dirigirse esfuerzos para recuperar mercados importantes de Europa, como España y Alemania, cuya presencia ha sido también errática, aún cuando representa un turismo de mayor poder adquisitivo. Aparentemente, los cancunenses se van por lo más fácil o cercano, que es Estados Unidos.

Aunque en los últimos años se ha hablado de atraer el turismo de convenciones, en realidad no hay esfuerzos concretos para ello. Los escasos congresos que llegan lo hacen por iniciativa propia o porque algunos hoteles, como el Fiesta Americana Coral Beach, han buscado ese nicho de mercado.

Sin embargo, no hay una política institucional encaminado a atraer ese mercado, aún cuando el sector turístico esta convencido de que es necesario.

Asimismo, aunque en términos generales la calidad del servicio que se ofrece en este centro vacacional es buena, hay algunos detalles que cuidar, porque finalmente inciden en el ánimo de los turistas, porque, por ejemplo, los recepcionistas, a la hora de registrar a un huésped, prefieren hacer su trabajo para quedar bien con el departamento de contabilidad que con el visitante, porque el sistema así esta establecido.

-Eso hay que cambiarlo -señala Paz Paredes-. Nosotros en México aprendimos la escuela Cornell, que es la hotelería norteamericana de la ingeniería financiera, de la administración de los sistemas y de las computadoras.

-Ese extraordinario sistema Cornell produjo en 1993 un déficit de 2,500 billones de dólares en la hotelería norteamericana y ese es nuestro sistema -agrega.

-Hay otro sistema que se llama Lausanne, que es el europeo, en donde están educados el hotelero y el servidor para servir al cliente y les está yendo bien, rebién en Europa, con precios carísimos -subraya.

Con mucha razón, Paz Paredes señala que, frente a eso, en México lo único que se les ocurre a los hoteleros es que se devalúe el peso, para que la derrama en moneda nacional se incremente en forma espectacular, aunque en dólares sea un crecimiento raquítico por el tipo de turismo que se atrae con hechos financieros de ese tipo.

Ahora, independientemente de la necesidad de buscar nuevos mercados, los turisteros tendrán que competir también con los demás destinos turísticos tratando de ofrecer un mayor número de actividades a los turistas, con el fin de tratar que éstos se queden el mayor número de noches.

Hasta la década ppda. el promedio de estadía era de 4.7 noches, pero ahora ya es poco más de cinco, lo que es positivo.

Pero para que las cosas vuelvan a ser mejores se tiene que mejorar también la promoción del destino y esto ya no puede hacerse enmedio de peleas entre los hoteleros y mucho menos si persisten añejas diferencias y desconfianzas entre los sectores privado y público.

Sin duda, la unión será fundamental en el camino que deberá seguir este centro vacacional, sobre todo para salir de la actual crisis generada por los atentados terroristas en contra de Estados Unidos.

 

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