CANCÚN, 7 de noviembre – Lucía Castellari, una madre argentina residente en el Caribe mexicano, enfrenta una desgarradora batalla legal contra su exesposo, un poderoso empresario en Cancún, para exigir la manutención de su hija, caso en el que este viernes debe fallar un juez.
“Si no cumple con al menos pagar la deuda acumulada de 400,000 dólares por concepto de manutención, tendrá que ir a la cárcel”, señala Lucía Castelleri.
Desde su divorcio en 2015 de Jemner Manrique, empresario de la industria joyera, la vida de Lucía ha sido una constante lucha por la custodia y el sustento de su hija.
El tormento comenzó con la separación y la disputa por la pensión alimenticia. En un acto violento y desafiante, su exmarido secuestró a su hija de un año y medio. Durante seis meses, Lucía vivió la tortura psicológica de desconocer el paradero de su hija, sometida a la voluntad del exesposo, quien amenazaba con devolverle a la niña “de a pedacitos” si no retiraba la demanda.
A pesar de la intervención de la embajada argentina y el retorno de la hija a su madre, la violencia psicológica persistió. El exesposo continuó intimidando, acosando y desatendiendo sus responsabilidades paternas, mostrando poco interés en el bienestar de su hija.
A lo largo de los años, Lucía ha enfrentado la crianza de su hija prácticamente sola, ya que su exesposo eludía el pago de la manutención, presentándose ante los tribunales como un asalariado para pagar lo mínimo y evadir responsabilidades.
Recientemente, en abril pasado, Lucía tomó acciones legales para corregir las declaraciones falsas de su exesposo y exigirle el pago de una deuda acumulada que supera los 400,000 dólares. A pesar de las pruebas presentadas y las exigencias del juez para el pago, el exesposo sigue evadiendo sus obligaciones, presumiendo un estilo de vida lujoso y desatendiendo su responsabilidad paternal.
El Consulado argentino respalda a Lucía, buscando justicia para su hija y exponiendo la necesidad de poner fin a la violencia psicológica y económica. Las acciones legales continúan, con la esperanza de asegurar el bienestar de la niña.
En palabras de Lucía: “De milagro no estoy loca. Fueron seis meses donde este señor me torturó psicológicamente. Yo no sabía nada de mi hija, este señor mantenía a mi hija escondida como su rehén de un lugar a otro. En el 2015, el consulado de mi país se involucró fuertemente para que yo pudiera recuperar a mi hija”.
Tras desistir del juicio de alimentos para recuperar a su hija, enfrentó una persistente persecución y acoso por parte del padre de su hija. A pesar de recuperar la custodia, la violencia psicológica continuó, con constantes intentos de intimidación y acoso, incluso trasladándose a Mérida para escapar de esta situación.
Durante años, el padre de su hija se negó a cumplir con la pensión estipulada por el juez en 2016, manipulando los depósitos como forma de provocación. Además, difamó a Lucía ante otras mujeres con quienes estuvo involucrado, manipulando la verdad sobre el acceso a su hija. A pesar de su capacidad económica, nunca mostró interés genuino por el bienestar de su hija, optando por enviar provocaciones y mensajes hirientes a través de terceros, mientras evitaba cualquier responsabilidad paterna.
Lucía, en abril pasado, buscó subsanar las irregularidades del juicio del 2015, donde aceptó una cantidad injusta en un intento desesperado por recuperar a su hija, sabiendo que luchar por la pensión traería consecuencias negativas para su situación emocional y para su hija. Este proceso legal se convirtió en un intento de corregir las injusticias cometidas y buscar un ambiente más seguro para ella y su hija.
Tras presentar la demanda, ha revelado una serie de irregularidades y falsedades en las declaraciones de Manrique, exigiendo el pago de una deuda superior a los 400,000 dólares desde la sentencia. A pesar de las amenazas del exesposo para retirar las demandas, el proceso legal continúa, revelando la vida extravagante y llena de excesos de Manrique, quien, a pesar de ser notificado legalmente, intentó burlarse de las autoridades durante el juicio.
Manrique ha presentado una imagen falsa de ser un asalariado con ingresos mínimos, a pesar de llevar un estilo de vida lujoso con fiestas, yates, viajes a destinos como Las Vegas y Dubai, al tiempo que evade sus responsabilidades hacia su hija.
Lucía busca justicia para su hija, apuntando a que el padre se ha mostrado desinteresado en el bienestar de la niña. A pesar de la exigencia de pago por parte del juez, Manrique no ha mostrado intenciones de cumplir, lo que podría resultar en sanciones legales, incluida la posibilidad de prisión. La embajada de su país se involucrará en el caso para respaldar su búsqueda de justicia en este largo y desafiante proceso legal.
La historia de Lucía Castellari destaca la necesidad de proteger los derechos parentales y el bienestar de los niños, además de evidenciar la persistencia de la violencia psicológica y la evasión de responsabilidades por parte de algunos individuos poderosos.
Se espera que la justicia prevalezca y que se ponga fin a esta situación, garantizando un entorno seguro y estable para la hija de Lucía Castellari.