¿A qué juega Marcelo Ebrard?
Esta es la pregunta que ronda en la escena pública de México desde la noche del 6 de septiembre pasado, cuando rechazó los resultados que le dieron a Claudia Sheinbaum la virtual candidatura presidencial de la Cuarta Transformación.
En los días que siguieron, Ebrard hizo movimientos un tanto confusos. Primero parecía que rompía con Morena, luego dio señales de que quizás estaba dispuesto a reconciliarse, si se reponía el proceso y posteriormente dio a conocer el inicio de un movimiento al que denomina el camino de México. En fin, como decimos coloquialmente, decidió estirar el chicle.
Ahora, hay quienes piensan que todo esto es parte de un acuerdo secreto entre Ebrard y el presidente López Obrador, para terminar siendo candidato presidencial de Movimiento Ciudadano, con el objetivo de restarle votos al Frente Amplio por México, del PAN, PRI y PRD.
Lo que sea, la definición de lo que haga o deje de hacer no se dará antes de los próximos dos o tres meses.
La aventura a la que se ha embarcado Marcelo Ebrard parece un déjà vu y tiene un paralelismo con la de su mentor político Manuel Camacho Solís, quien, al igual que él, gobernó la Ciudad de México.
A fines de 1993, cuando el PRI, el partido dominante de ese entonces, nominó a Luis Donaldo Colosio, el ya fallecido Camacho Solís se rebeló y se negó a apoyarlo. Colosio era el favorito del entonces presidente Carlos Salinas de Gortari, al igual que Claudia Sheinbaum lo es de López Obrador ahora.
A los salinistas no les gustaba Camacho Solís como candidato del llamado liberalismo mexicano, como denominó Salinas su idiario político, porque estaba muy cerca de la oposición, era pragmático y promovía la necesidad de dialogar con representantes de otras fuerzas políticas.
Marcelo Ebrard tampoco es popular entre los obradoristas y, por tanto, no fue bien visto como posible candidato presidencial del humanismo mexicano que enarbola López Obrador, por las mismas razones que Camacho Solís: por su perfil dialogante, por las simpatías que despierta en el electorado que rechaza a la 4T.
Camacho había renunciado al gobierno de la Ciudad de México, para estar habilitado legalmente en caso de que el PRI decidiera sustituir a Colosio. Ebrard forzó a que todos los aspirantes renunciasen a sus cargos.
Salinas nombró canciller a Camacho. Salinas lo quería fuera del país, para evitar que le siguiera haciendo ruido a Colosio, pero nunca tomó posesión. Es más, en lo que fue considerado como un capricho, pidió y le concedieron nombrarlo coordinador honorario del diálogo de paz con los zapatistas que habían declarado la guerra al gobierno federal.
Con esta figura sin sueldo, Camacho seguía habilitado para sustituir a Colosio, pero el sonorense fue asesinado el 23 de marzo y se dice de manera alegórica que la misma bala que acabó con la vida del candidato presidencial priista también terminó con las aspiraciones del ex regente capitalino, quien se retiró de la política durante algunos años.
En 1999 regresó a la política activa fundando el Partido de Centro Democrático, del que fue candidato presidencial 2000, pero no obtuvo ni el 1% de los votos y perdió el registro.
Como si siguiera el mismo guión, Marcelo Ebrard anunció la creación del movimiento denominado “El camino de México”, con el que recorre el país, esperando que con las pruebas que aportó se anule en algún momento la virtual candidatura de Claudia Sheinbaum.
¿Pero tiene Marcelo Ebrard la fuerza suficiente, como para preocupar a la nomenclatura morenista por un rompimiento definitivo?
¿Cambiará su rebeldía la dinámica de la elección presidencial del 20-24? ¿Qué le depara el futuro?
¿Se convertirá Marcelo Ebrard en un actor relevante en la próxima elección presidencial, o su rechazo a respaldar a Claudia Sheinbaum marcará el declive de su carrera política?
¿Será el esquirol que teme la oposición? O ¿Será el candidato presidencial ganador que asegura Dante Delgado tendrá Movimiento Ciudadano? ¿o quizá se retire de la política, abandonado por sus seguidores que no quieren vivir en el error, fuera del presupuesto y, por tanto, buscan mantener sus posiciones dentro de Morena?
El mismo ya no siguió a Camacho Solís, pues se vinculó al PRD y comenzó una carrera política libre de alguna otra influencia, hasta que hizo equipo con López Obrador.
Solo el tiempo dirá si estamos presenciando una verdadera crisis al interior de Morena o si estamos presenciando un presagio de tormenta que terminará en una llovisnita.
Eso solo el tiempo lo dirá. Por ahora, estamos en una incógnita total, pero en política, como siempre, podemos esperar sorpresas y decisiones que cambien el rumbo del país.
El único hecho verificable es que tanto Manuel Camacho como Marcelo Ebrard cometieron el mismo pecado: besarse con el diablo, con la oposición.
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