Nicolás Durán de la Sierra
El Minotauro
Marilyn Calipigia, desnuda
Lo prometido es deuda. En la presente entrega no se hablará de la privatización del agua que pretende el de Los Pinos, ni mucho menos de como el canal Telemundo de los Estados Unidos, tan caro del gobierno mexicano, pescó a doña Angélica Rivera, wife de Enrique, de compras en Beverly Hills en busca de un bonito vestido para su hija Sofía –Sofi, para los nice- y ni por asomo, de las pifias del concurso electoral en dispendio.
No, esta columna versará sobre El Minotauro y su gloriosa troupe, en especial de Marilyn Calipigia, ninfa que en el capítulo anterior notificara su determinación de andar desnuda por todo el Laberinto para presionar al Héroe para que secuestre a Joan Manuel Serrat, nuevo amor definitivo de la cubana, y lo traiga para que le dé una serenata, aunque también haya que raptar a Joaquín Sabina, del que parece inseparable.
-Cuídate las alhajas, no se te vayan a empañar-, le sugirió Ariadna; “¿Me prestas la túnica de lino, la de ribete dorado?” le pidió Teseo, que tenía una cita en el puerto. “¡A callar todos!” Se indignó el Grande del Mediterráneo, que tenía en las manos el nuevo número de la Gaceta del Pensamiento. “Y tu niña anda como te venga en gana, pero olvida que traiga a esos pajarracos, que si ven mi cava, no habrá poder que los saque”.
Conviene aquí hacer precisiones. Cuando la hoy Calipigia ni soñaba siquiera con la redondez de sus carnes, el catalán ya se había visitado al Icono del Egeo, del que dijo era un titán mucho más grande que las pérfidas leyendas que sobre él se habían pergeñado y que para que de su gloria se enterase el mundo, “necesitamos, digamos, una cuantas coplillas que yo bien podría componer si tuviese el hospedaje apropiado…”
El caso es que el “divo” de Barcelona, que el de Linares es Raphael (el que es aquel), se avecindó en el dédalo entre 1972 y 1975 sin componer siquiera un acorde que loara ya no digamos al Héroe, ni a la propia Ariadna, de la que dijo estaba prendado. Recién había salido el disco Mediterráneo y estaba pasmao por el éxito. La primera vez que hubo que resurtir la cava, el Astado pensó: “!Bah, veleidades de artista¡”.
La segunda que hubo de proveer la cava, el Señor del Egeo comenzó a calcular las bondades de que, mejor, al catalán lo atendiera la Generalitat. La tercera ocasión en que la bodega quedo fue durante el adiós al divo que, persuadido por el Héroe, fue a presentar a México ‘Para Vivir’, su nuevo disco. Estaría allí un año debido a sus roces políticos con Pacorro Franco. “¡Vaya gañote el que tiene ese fenicio devenido en catalán!” se dijo.
Así pues, los desnudos intentos de Ariadna por disfrutar de una serenata de Serrat, por mal camino van. Si en vez de en el dédalo anduviera al aire por Mas Perinet, la finca del cantante en Cataluña, quizá la historia seria otra, aunque a los 73, ya la rijosidad no es mucha. “Nunca es triste la verdad. Lo que no tiene es remedio”, como él mismo dijera.
Pero además, será difícil que el capricho de la bella cubana sea satisfecho y ello no tan sólo por la economía alcohólica del Laberinto, sino porque, cual se dijo, El Hijo de Neptuno en estos momentos disfruta de la nueva edición, la 31, de la Gaceta del Pensamiento, y no conviene molestarle. Inmejorables son los gustos del Héroe en cuanto a lectura, ni duda cabe, y si la cupiere, que es futuro imperfecto, da igual.
No es para menos: en la sección Miscelánea de la revista, el escritor Fernando del Paso sentencia “no sé en qué país estoy viviendo” y, con aliento lírico, interroga al poeta José Emilio Pacheco “¿A qué hora nuestro país se nos deshizo en las manos?”. En el país que vivimos, esta pregunta todos nos la hacemos. Pareciera que bajo nuestros pies vibra el anuncio de un gran derrumbe, que deja atrás toda esperanza.
“Sin embargo, se dice en el pórtico, hay voces que insisten en que aún vías para rectificar la ruta y dos de estas voces son las de las académicas Pricila Sosa y Rosa Rodríguez. La una nos lleva a reflexionar sobre el turismo, motor de la economía estatal y la otra, desde el laboratorio de la UNAM en Puerto Morelos, nos advierte sobre uno más de los terribles efectos que traería la posible privatización del agua en México”.
(Los párrafos que siguen, los que van entre paréntesis, se pide al lector que los incluya en la próxima columna, pues en esta se anunció que no se hablaría de la latente amenaza del gobierno federal por privatizar el agua. Además, no se ira a gran profundidad en el tema sino que, en salsa de la propia Gaceta, se plantea inocente pregunta: ¿Quién gana con la privatización de nuestra agua?
(Para que el lector se dé una idea, en el mundo la venta de agua embotellada es el negocio más lucrativo luego del petróleo. México ocupa el segundo lugar entre los países que más agua embotellada consume per cápita. El negocio deja ganancias en nuestro país de más de mil millones de dólares anuales, mucho más que la venta de “agua entubada”.
(La empresa Fomento Económico Mexicano, más conocida como Femsa, es la trasnacional mexicana que encabeza la industria de las bebidas en el país. Es la empresa embotelladora más grande del sistema Coca-Cola en el mundo, con el manejo de 64 marcas de agua y refrescos. Uno de tantos monopolios crecidos al abrigo del poder público. Claro está que la empresa es mexicana sólo de membrete.)
Aparece también en la revista la voz de Héctor Aguilar Camín, quien se duele de que en el país “todo proceso político esté ordenado en torno al dinero” en una charla con Margarito Molina. Al indignado coro se agregan las firmas de Juan José Morales, con un trabajo sobre los mantos acuíferos de Yucatán; y la de Agustín Labrada, quien diserta con cierto desaliento en torno a que “El mundo está jodido, pero no del todo”.
Su visión amplia, aunque remata el tramo que vislumbra al mundo, pudiera ser una suerte de prefacio del texto de Juan Carlos Arriaga en torno al ‘caso Nisman’, en Argentina, y a los fragmentos del discurso en la ONU de José Mujica, expresidente uruguayo. La gran pintora catalana Montserrat Faura, vecina de Puerto Morelos, da belleza al segmento con su colorida visión de Ixchel y la Luna, de esa fascinante simbiosis femenina.
En esta edición figura por vez primera la firma de Cecilia Lavalle, notable periodista, quien evoca la señera figura de Teresa Gamboa, fundadora del archivo estatal, y reaparece Mario Chan, cronista vitalicio de Felipe Carrillo Puerto, en la zona maya, quien habla de la Xtabay, “la hermosa mujer que mata”. La corona de la narrativa esta vez la pone la escritora Elvira Aguilar con su cuento La primavera de Cirilo.
En Abecedario se presenta un avance de La primera vez que no perdí el alma… encontré el sexo, antología de poesía erótico de próxima salida en Madrid, en el que participa Alberto Infante, habitué de la Gaceta, además de un ameno texto de Tes Nehuén en torno a la poesía, y Ars verba XXI, vehículo de aforismos poéticos y fotografías del colombiano Yesid Contreras e imágenes del artista polaco Pavel Kuczynski.
Debe indicarse que al Héroe los versos del poeta hispano, corresponsal in péctore, como él se define, más que parte de un poemario erótico, le parece de uno filosófico. “La primera vez que…” El titulo tiene un airecillo al racionalismo místico de don Spinoza (Baruch, pa’sus cuates holandeses) que tan mal le caía –le cae- a la Iglesia Católica, la que no lo quemó vivo allá por el 1675 sólo porque no pudo, que ganas tenía y muchas…
Bueno, reconozcamos que el filósofo la traía jurada contra el negocio eclesial, porque eso de que “deja ya de estar leyendo supuestas escrituras que nada tienen que ver con Dios”, era para calentar a cualquiera, que sacra es la chuleta. Empero, tales vertientes nos alejan de la esencia de esta columna, que es Marilyn Calipigia y sobre todo y en atención a los morbosos, que siempre los hay, decir qué pasa con la desnudez de la bella.
Pues nada en absoluto. Al interior del dédalo –no se usan las voces ‘dentro’ o ‘en’ para dar juego a la barbarie- han visto tanto la desnudez de la cubana que ésta llama más la atención con ropa que sin ella. Lo mismo ocurre con la Venus Calipigia del Hermitage, en San Petersburgo, que al decir de los expertos –no lujuriosos, expertos- es más atractiva por lo que oculta con los velos, que la que está en Roma, con el nalgatorio al aire.
Aserto debatible, pues “las desnudeces saltan el tiempo y son invulnerables”, cual dijera Octavio Paz, en Piedra de sol y más si son como las de Marilyn, que saltan de una manera tan fresca y graciosa, que parecen tener ritmo, que cubana es. Bien pudiera abundarse en el tópico, que carne hay, pero la columna ha llegado a su fin y el lector habrá de esperar hasta la entrega siguiente para seguir con tan nutritiva glosa. ¡Salute!