Los 26 jóvenes ejecutados en el anexo “Empezando una Nueva Vida” fueron el macabro mensaje de José Antonio Yépez, El Marro, a su acérrimo rival: el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG).
A plena luz del día, los vecinos de la comunidad de Arandas se estremecieron por el ruido de las ráfagas de armas de largas y cortas. Al filo de las 17:35 horas, varios autos entraron por la calle Cerrada de Guanajuato. Uno de ellos de color rojo, entró con violencia al garaje del anexo que en minutos y en segundos tendió a los anexados.
“¡¡¡Al suelo cabrones …. Ya valieron verga…!!!” Y al unísono, como una pesadilla, los disparos sacudieron la normalidad de los colonos que viven en las pocas casas de dicha Cerrada”, comenta un vecino que pasaba por ahí en ese momento y alcanzó a escuchar.
A 24 horas de lo sucedido, los caminos de lodo tienen las huellas de los convoys llenos de sicarios después, el grosor de las llantas que irrumpieron con fuerza la tarde de ayer.
“Las rodadas son violentas”, afirma Raymundo Martínez, un hombre de 67 años.
En la casa de dos plantas, donde fueron acribillados los jóvenes, sólo quedó un perro de color blanco con orejas negras. Sin comida, sin agua. La casa bien construida, quedó sellada con cintas amarillas. Y afuera sobre la calle de tierra, lodo y agua las rosas y veladora que trajo una mujer el día de ayer.
A las afueras del anexo para el combate a las drogas, solo quedan las huellas de las llantas del convoy de sicarios y unas flores para los ejecutados.
“No tenía ningún familiar, aquí…”, lamenta una mujer que deja un ramo de rosas frente al zaguán blanco del centro contra adicciones.
Arandas, fue fundada, hace 30 años y los hechos, sucedieron en una de sus orillas, donde su caracteriza principal es su pobreza, robos y consumo de droga.
El cristal es el principal estupefaciente, al menos así lo afirma un joven que no quiso ser identificado.
Recuerda: “el coche rojo se metió y bajaron tres tipos con armas largas y cortas y, solo alcance a escuchar, gritos…”. No quiso seguir escuchando y corrió para su casa.
Una mujer, plática “los jóvenes fueron colocados con la cara al piso, acostados, manos en la cabeza, así les dispararon…”.
La pobreza en Arandas, como en las comunidades cercanas se siente, se ve. El mismo Raymundo, describe su casa “es de adobe y una de romerillo, es una yerba así de grande la ponemos de techo. En la comunidad, estamos pobrecitos, estamos para comer, nada más”.
Un joven que no quiso ser identificado, narra “se puso caliente la colonia Arandas, empezó a haber robaderas y drogadicción por eso se fundaron estos anexos”.
Afuera sobre la calle de tierra solo que lodo, agua, rosas y una veladora. (Ariana Pérez)
El propietario, donde sucedieron los hechos es Erasmo Flores, quien también resultó muerto.
“Ahora que entró esto de la mafia y pues si se están llevando a varios chamacos. Supuestamente se llevaron a algunos, pero en realidad a otros chavos, por qué los llevaron si no tienen nada que ver, algunos eran mayores y otros menores de edad”.
La tarde del miércoles, llegaron al lugar de los hechos ambulancias, militares, ministeriales “y ahora, todo está vacío, no tenemos vigilancia”.
Refugio Bravo, es papá de Jorge uno de los jóvenes acribillados. Permanece, callado frente al ataúd blanco, donde ahora yace su hijo.
Pide que se investigue lo sucedido. “Es lo que deben hacer, pero no, no van a hacer nada los otros que mataron de aquel lado, otros diez o doce, no hace mucho, hace un mes o dos meses de otro centro, no hace mucho, no investigan”.
Erick Regalado, perdió a tres de sus hermanos. Está enojado y pide a las autoridades “que se pongan más ‘al tiro’, porque tanto poli que hay aquí a uno lo paran porque uno se ve mal viviente, y a esos cabrones que traen pistolas y no ven ni madres se hacen pendejos o de qué se trata”.
Con el mismo enojo, remata “para mí la justicia por la muerte se paga con muerte si los tuviera de frente yo haría justicia con mi propia mano. Ni madres, nada así de simple mejor chingar a uno que está más jodido que a los que en realidad deben de chingar.
Sandra Soto, perdió a su cuñado, esposo de su hermana. Era el dueño de dicho anexo.
“Pedimos que se haga justicia, porque, no fue uno ni dos, fueron muchas personas a las que les arrebataron la vida de una manera muy cruel y de la manera más horrible no merecían, pienso que ni la peor persona merecía morir así de la manera en que llegaron ellos a matarlo, entonces queremos que se haga justicia, había muchos inocentes, chamaquitos que lo único que querían era rehabilitarse”.
En Arandas los velorios ya comenzaron y al caer la noche han llegado por lo menos dos cuerpos. Otros irán llegando en las próximas horas.