Como se esperaba, con la entrada en vigor de la fase 3 de la pandemia de coronavirus covid-19, se “dispararon” en Quintana Roo los casos positivos y defunciones a causa de la enfermedad, pero al mismo tiempo se agravaron las protestas de los trabajadores de la salud por la falta de equipos de protección.
Luego de que el hasta el lunes 20 del presente mes se reportaron 361 casos positivos y 32 defunciones en el Estado, para el martes, el día que México entró en la fase 3 de la contingencia sanitaria esas cifras subieron a 374 y 38; miércoles, 426 y 55 y este domingo 26 de abril 603 y 79.
Los trabajadores del sector salud lanzaron oportunamente un llamado a las autoridades sanitarias para que se les dotara con los equipos y aditamentos de protección necesarios para trabajar con enfermos de covid-19. La queja persiste, luego de casi dos meses.
El fallecimiento de la primera enfermera por coronavirus en Cancún, la cual laboraba en el Hospital Regional Número 17 de la región 510 del Instituto Mexicano del Seguro Social y estaba en aislamiento total desde la semana pasada desató nuevamente las protestas.
Los trabajadores de la salud en México siguen sin recibir el reconocimiento que merecen porque exponen sus vidas y las de sus familiares al estar en contacto con enfermos de covid-19 sin la protección requerida. No sólo son víctimas de unas autoridades que envían a sus soldados sin fusil a una guerra contra un enemigo invisible, que está ahí, esperándolos para atacar, sino también de sus iguales, los ciudadanos comunes que los rechazan y agreden porque consideran que representan un riesgo para ellos.
En tanto, se intensifican los trabajos para habilitar en el estacionamiento del hospital general “Jesús Kumate” espacios para atender a los pacientes que requieran atención médica de urgencia. Saben bien que lo peor está por venir.
Se habla de médicos y enfermeras que han desertado. ¿Es válido afirmar que faltaron al juramento hipocrático o que se olvidaron del ritual paso de la luz? Nada de eso. Nadie está obligado a exponer su vida y las de sus familias cuando no tiene lo indispensable para garantizar su salud.
Y sin embargo, ahí siguen, en espera de que les entreguen tapabocas, máscaras, geles y los equipos médicos y medicamentos necesarios.
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