México y la sociedad mexicana no han contado con sus líderes en los momentos difíciles por los que ha atravesado la nación.
De hecho, en la época contemporánea no ha habido ningún liderazgo que esté a la altura de las necesidades del país y en la mayoría de las ocasiones quien convoca a una iniciativa, del color que sea, se queda chiflando en la loma, porque nadie más le hace caso.
Le sucedió a Ernesto Zedillo Ponce de León en 1997, cuando como presidente de la República hizo una convocatoria amplia para conformar una agenda y proyecto de nación.
Pidió a todos los partidos políticos y líderes sociales trabajar en una política, en una agenda de estado que prevalezca más allá de los colores de quienes gobiernen, como sucede en los países con una democracia sólida.
Nadie hizo caso.
Sus reformas no pasaron por la oposición panista y luego el PRI se opuso a los mismos cambios estructurales porque las propuso Vicente Fox Quesada y así se fue perdiendo toda una generación política que, incluso, ahora que va de salida no ha demostrado esa generosidad que se requiere para llegar a acuerdos que beneficie al país.
Los tiempos pueden cambiar, los protagonistas también, pero no se puede superar el paradigma de oponerse a todo o nada, como se demuestra con el rechazo que tuvo la propuesta del dirigente nacional del PRI Rafael Ochoa Reza, para convocar a un frente de unidad nacional contra la amenaza que representa el presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
Morena, PRD y Movimiento Ciudadano rechazaron la convocatoria, como lo hubiera hecho el PRI si la invitación llegaba de cualquiera de los otros organismos. Y ese es parte del problema: los políticos invitan a la sociedad a estar unidos, pero no son capaces de predicar con el ejemplo, de ponerse de acuerdo.
Y así nada se puede, como se ha demostrado con el paso de los años. El país no avanza, va perdiendo posiciones en el escenario internacional.
Mientras Donald Trump estrenaba su presidencia entre amenazas a México, algunos empresarios y legisladores federales destacaban la importancia que tiene el país al ser la economía número 15 del mundo. ¿Cómo presumir un retroceso del que la actual generación de políticos y líderes en general son responsables? En los 80 la mexicana era la novena economía mundial.
Claro, no pueden saberlo los bisnietos de la Revolución que hoy ostentan cargos diversos no solo con escasos conocimientos en la administración pública, sino que desconocen la historia del país y de su contexto más cercano.
Así, entre descalificaciones mutuas, no vamos a ningún lado. Tiene, debe surgir un liderazgo que más allá de actitudes mesiánicas, catalice los deseos de la sociedad.
En nuestra actual situación, independientemente de la actitud envalentonada de la sociedad, México seguirá a merced de un presidente estadounidense rupestre, mientras sus líderes políticos sigan en la descalificación. No hay para cuando cambien.
Al final, salvo raras excepciones, México ha padecido de liderazgos enanos.
Platea
Tal parece que si no es por las buenas, será por las malas como Estados Unidos bajo la dirección de Donald Trump hará que se cumplan sus promesas de campaña y la visión particular que tiene de su proyecto de nación.
Para muestra, un botón:
Al asumir su función como embajadora de Estados Unidos ante la Organización de Naciones Unidas (ONU), Nikki Haley dijo la administración Trump respaldará a sus aliados.
“Nos aseguraremos que ellos nos respalden. Quienes no nos respalden que sepan que vamos a apuntar sus nombres y vamos a responder como corresponda”.
¿Hará uso de la fuerza?
Quizá por eso Mijail Gorbachov, el último líder de la Unión Soviética, alertó que parece que el mundo “se está preparando para una guerra”.
Correo: jsilva@palcoquintanarroense.com
Twitter: @JulioCsarSilva