“La vida es un derecho, no la muerte”, dijo este miércoles el papa Francisco, en una dura intervención en la que condenó el “suicidio” asistido y que llega cuando en Italia se está abriendo en el Parlamento un debate sobre la eutanasia.
“Debemos estar atentos a no confundir esta ayuda con derivas inaceptables que llevan a matar. Debemos acompañar a la muerte, pero no provocar la muerte o ayudar cualquier forma de suicidio”, afirmó Jorge Mario Bergoglio.
“Recuerdo que se debe privilegiar siempre el derecho al cuidado y al cuidado para todos, para que los más débiles, en particular los ancianos y los enfermos, nunca sean descartados. La vida es un derecho, no la muerte”, indicó en el mismo día en el que en Italia se discutía una propuesta de ley sobre la eutanasia.
Francisco se expresó de esta manera en la tradicional audiencia de los miércoles, en un día de inverno que alcanzó los 20 grados de temperatura, y delante de decenas fieles.
De hecho, las palabras del Papa llegan meses dos años después de que el Tribunal Constitucional, en ausencia de una ley en Italia, dictaminase en 2019 que es posible en este país recurrir al suicidio médicamente asistido. Lo que, en noviembre pasado, después de una larga batalla legal, llevó a que un tetrapléjico de 43 años obtuviese luz verde del comité de ética del país, tras que un grupo de médicos confirmara que esta persona tenía este derecho.
En este contexto, al hilo de una reflexión sobre san José, el padre de Jesús, como Patrono de la buena muerte, Francisco condenó asimismo aquella cultura que, según él, quieren disimular la muerte.
“La cultura actual ha tratado de eliminar la realidad de la muerte del horizonte humano, o disimularla”, afirmó.
Sin embargo, “la pandemia de coronavirus la ha vuelto a poner en evidencia. La muerte forma, pues, parte de la vida de toda persona; y sólo la fe en la Resurrección de Cristo nos otorga la fuerza para afrontarla cristianamente, sin miedo, como un pasaje necesario para estar siempre con Él”, continuó desde el aula Pablo VI, dentro del Vaticano.
“El Evangelio nos recuerda, además, que la muerte llegará como un ladrón, cuando menos lo esperamos”, prosiguió.
Por esta razón también, dijo Francisco, la muerte no puede ser considerada un derecho.
“Esta realidad nos lleva a dos consideraciones que valen para todos, creyentes y no creyentes. La primera, es que la muerte no es un derecho, no podemos programarla, tampoco evitarla, por lo que el ensañamiento terapéutico, en vez de aliviarlo, es inmoral”, consideró.
“La segunda, es que toda persona tiene derecho a la vida, a los cuidados médicos y a los cuidados paliativos, especialmente los ancianos, para afrontar la muerte de la manera más humana”, opinó.
Aun así, condenó también el “inmoral el encarnizamiento terapéutico”, para mantener en vida a aquellos que ya están por morir, a la vez de que subrayó que los avances de la medicina han permitido que la muerte sea menos dolorosa.
“De hecho, debemos estar agradecidos por toda la ayuda que la medicina se está esforzando por dar, para que a través de los llamados ‘cuidados paliativos’, toda persona que se prepara para vivir el último tramo del camino de su vida, pueda hacerlo de la forma más humana posible”, indicó.
Pero esto no hace aceptable cualquier forma de eutanasia, ya que esas son “derivas inaceptables que llevan a matar”. “Debemos acompañar a la muerte, pero no provocar la muerte o ayudar cualquier forma de suicidio”, indicó, al recordar que “la vida es un derecho, no la muerte, que debe ser acogida, no suministrada”.