Muere el legendario fotógrafo de nota roja, Enrique Metinides, “el hombre que vio demasiado”

Con su muerte, la noticia inundará las páginas de los diarios, aquellos en los Enrique Metinides derrochó su talento periodístico en un género que lleva implícito su nombre y apellido

Adiós, Enrique Metinides, fotógrafo de emergencias, “el hombre que vio demasiado”.

Con su muerte, la noticia inundará las páginas de los diarios, aquellos en los Enrique Metinides, legendario fotógrafo de nota roja, derrochó su talento periodístico en un género que lleva implícito su nombre y apellido.

Enrique Metinides, a quien apodaban “El Niño”, falleció a las 9:22 horas de este 10 de mayo de 2022, a los 88 años. Deja como legado un cúmulo de emociones plasmadas a través de su lente, pues pocos como él se adentraron en el diario acontecer de la ciudad y lo trágico de sus historias.
Jaralambos Enrique Metinides Tsironides, conocido simplemente como Enrique Metinides “El Niño” fue un fotógrafo mexicano, famoso por sus trabajos periodísticos en nota roja. Fotografió de 1949 a 1979 incidentes policiacos, desastres o accidentes viales, para diversos tabloides. Una película, El hombre que vio demasiado, de Trisha Ziff, está basada en sus vivencias.
Épicas son sus incursiones desde que inició, precisamente siendo un niño, a las 11 años, con esa persecución por la imagen sangrienta de la que muchos fotógrafos huyeron, y de la que hizo un arte.
Memorables son sus imágenes del México de todos los días, de lo lóbregas que suelen ser algunas noches, de la tragedia y la sinrazón humana: aquél suicida que se aventó del Ángel de la Independencia, la familia que se lanzó al vacío desde un balcón en el noveno piso de un departamento en la Colonia del Valle; accidentes automovilísticos, riñas, y las extraordinarias imágenes captadas en los años sesenta, cuando una pipa de gas tuvo una fuga, y ante la espesa nube de humo los habitantes de la entonces Tláhuac, lejana zona del centro de la ciudad, salieron a juguetear entre el humo: decenas de intoxicados. Materia prima de sobra para un fotógrafo que todo lo captó, Enrique Mitinides.
Desde niño, “y con una camarita de cartón, de esas antiguas”, logró publicar sus fotografías en medios mexicanos e internacionales. Fue uno de los fotógrafos que registró las imágenes más emotivas del sismo de 1985, lo que narra en el video a continuación, y además buscó siempre el mejor ángulo, ya fuese en blanco y negro o color, lejos del rojo escarlata de la sangre; lo explícito “lo tenía prohibido”, confesó.
El hombre que vio demasiado trata de la fragilidad; de un hombre obsesionado con fotografiar el accidente y que descubrió que el destino de otros era su manera de conectarse con la vida.
¿Cuándo la imagen del accidente se vuelve el objeto del deseo? Siguiendo los pasos de Metinides y la obra de fotógrafos contemporáneos de nota roja descubrimos a la Ciudad de México en una narrativa de accidentes y escenas de crimen; somos mirones a través de la mirada de Metinides.

Juan Carlos Talavera, en entrevista, pintó algunos trazos del maestro:

Para Enrique Metinides (Ciudad de México, 1934) la fotografía es como el cine: un testimonio para el futuro, un pasatiempo que en medio siglo le permitió observar los cambios de la ciudad y sobrevivir a 19 accidentes que le provocaron nueve costillas rotas, un infarto y la caída desde un acantilado. Pero en todo ese tiempo, asegura, fueron las ranas de la suerte y la Virgen de Guadalupe quienes lo cuidaron.

Todo empezó con las películas, reconoce. Entonces vivía en la calle de Vizcaínas y cada domingo iba a los cines de San Juan Letrán para ver las películas policiacas, con las persecuciones, los incendios y las balaceras que tanto le emocionaban.

A los nueve años su papá le regaló una cámara Braun, hecha en la Alemania de los años 30, con la que empezó a fotografiar algunas escenas de sus películas favoritas. Luego decidió caminar por Paseo de la Reforma y la avenida Juárez para retratar la ciudad. Ahí nació el germen que lo llevaría a ser un fotógrafo policiaco.

Para entonces su papá tenía un restaurante en San Cosme, a media cuadra de la séptima delegación, donde a menudo comían desde el ministerio público hasta el juez calificador y los policías. “Un día les enseñé mis fotos y me dijeron que fuera a la delegación para tomar fotos de los detenidos y los muertos.

“Y así comenzó todo”.

Metinides abre un álbum y muestra una fotografía donde aparece un hombre decapitado. En la escena hay un policía que sujeta la cabeza del hombre, mientras el cuerpo yace a un lado. “¡Ah, mira!, fue mi primer muerto”, dice como si acabara de descubrir una reliquia.

“Fue mi primer cadáver y tenía 9 años. Lo mataron y luego pusieron su cuello en la vía del ferrocarril de Buenavista para amputarle la cabeza. Imagínese a un niño tomando esa foto. Sí que me fui acostumbrando pero ésta me dio miedo”, reconoce.

Un año después Metinides estaba en el restaurante de su papá. Cuando llegó un policía y le dijo que corriera al cruce de San Cosme y Altamirano porque un carro se había hecho pedazos. El Niño corrió como si fuera una carrera de obstáculos. Al llegar vio un carro destrozado y empezó a tomar fotos. De pronto llegó un taxi con un fotógrafo de La Prensa y le dijo:

-¡Hey tú!, ¿por qué tomas fotos?

-Ah, las guardo de colección.

-¿Y no vas a la escuela?

-Sí, pero entro a las dos y media.

-¿Y no te gustaría trabajar conmigo? Veme a ver a Humboldt y avenida Juárez. Pide permiso a tus papás y traes tus fotos. No te voy a pagar, pero vas a aprender.

Entonces el niño llegó a casa, juntó sus fotos y al otro día empezó a trabajar. “Nunca pedí permiso. Pero me gustó porque íbamos al Palacio de Lecumberri, donde retrataba presos y conocí a los delincuentes más famosos de la época. También íbamos al Semefo, que antes estaba dentro del Hospital Juárez.

¿Cómo olvidar, maestro, sus fotografías del incendio al Conjunto Aristos?
Adiós, Enrique Metinides, fotógrafo de emergencias, un hombre que vio demasiado.
Y lo compartió.
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