Mundo de locos

El formidable escritor ruso León Tolstoi, quien murió en 1910 y nos legó extraordinarias obras como la célebre “La guerra y la paz”, “Ana Karenina” y “Sebastopol”,  al morir dejó un libro inédito, inconcluso, que tiempo después fue publicado. Es un fragmento amargo y triste que se titula “de la demencia”, en el que Tolstoi afirma que los hombres civilizados se habían vuelto locos.

Hombre de una poderosa capacidad de observación, capaz de adentrarse hasta las profundidades más oscuras del ser humano, consideraba que en esa época que le tocó vivir todo, o casi todo, estaba perdido. Decía que la locura era la condición común de los hombres. Probablemente ya se respiraban aires de la primera guerra mundial que inició en Europa en agosto de 1914  y, aquel espíritu sensible y maravilloso del escritor podía sentirlos mejor que nadie.

En los días que corren lenta e inexorablemente a veces, otras con una celeridad que no permite percibir detalles, el mundo comenzó a caminar en una cuerda floja, sin red de protección, sin siquiera una vara adecuada para mantener el equilibrio. Sin dios y sin diablo. Con una fatuidad y banalidad en la que la mayoría de los hombres se hacen viejos sin nunca madurar.

La cantidad y letalidad de las armas actuales, sumada a la loca carrera interminable de los poderosos de la tierra hacia la prevalencia a costa de lo que sea, sin duda amenaza como nunca la vida humana. La solidaridad es una quimera, una utopía. En la práctica solo prevalece un egoísmo feroz.

Este mundo sin valores. Con acceso a muchísima información, pero sin la criba de un criterio correcto que provenga de una formación en el aprecio a la lectura y el difícil arte de pensar y de reflexionar, es fácil presa de los apóstoles de la mentira con sus amanuenses y corifeos electrónicos, con sus difamadores cibernéticos y sus trolls y sus bots de los que tienen los recursos para pagarlos, aun cuando no les pertenezcan y sean recursos de los mismos destinatarios de la falacia.

Son tiempos del “sálvese quien pueda”. Del jode que atrás vienen jodiendo. De la violencia de pensamiento, de palabra y de acción. Quizá sean tiempos demenciales éstos en los que existe ya muy poco aprecio por la verdad. Esa verdad que hemos relativizado a tal grado que la hemos diluido y todos creen poseerla… y en ese afán nos hemos quedado sin asideros.

La solidaridad, la hospitalidad, la buena vecindad, no existe entre las personas ni entre los países. Cada vez más, todos sacan el cobre. Canadá con su Trudeau. Israel con su Netanyahu. Inglaterra con su May. Estados Unidos con su Trump. Nosotros con nuestra voraz e incompetente Peña.

En otra circunstancia, con todo su dinero, su petulancia, su rubicunda presencia, su gran copete, su racismo y su demagogia pro yanqui imperialista, Trump no sería más que un “insignificante y grandilocuente farsante”, como el profeta descrito por Robert Allerton Parker. Pero ho

Todos sabemos que lo único que podemos anteponer a la desaforada ambición de Trump, en el caso de nosotros los mexicanos, sus villanos favoritos, o sus víctimas favoritas según queramos verlo, es nuestra unidad. Nuestra pertinencia social. Como lo hicieron los mexicanos del general lázaro cárdenas ante la flema británica que decidió romper relaciones con México después de la expropiación petrolera. como lo hicieron esos mismos mexicanos cardenistas ante la presión de Roosevelt que no obtuvo ningún resultado en su demanda de que el general cárdenas  dé marcha atrás a la expropiación y reintegre la industria petrolera a las empresas inglesas y norteamericanas.

El general don lázaro cárdenas, se inflama el pecho de orgullo cuando lo recordamos, que creó el ejido sin desaparecer la pequeña propiedad privada, que repartió 18 millones de hectáreas de tierra y les dio apoyo a los campesinos través del banco ejidal para que produzcan su autoconsumo y vendan excedentes. Don Lázaro que alentó la creación de sindicatos para la defensa de los derechos de los trabajadores. Que además creó también el inah, el colegio de México, el IPN, la CFE, Pemex, etc. y que todavía tuvo la grandeza de darle asilo a más de 40 mil republicanos españoles perseguidos por franco, y en un acto personalísimo junto con su esposa doña Amalia Solórzano trajeron a México a 456 huérfanos de la guerra civil española a quienes dieron en Morelia, Michoacán, alojamiento, sustento, educación y cariño. Hombre comprometido, no buscaba la complacencia y el aplauso y, por eso pocos saben que también protegió a los exilados republicanos españoles en Francia contra las autoridades colaboracionistas francesas e incluso, el presidente republicano español Manuel Azaña murió allí bajo protección diplomática mexicana. Don Lázaro que siendo izquierdista levantó su voz para condenar en 1939 la agresión de la URSS a Finlandia y que dio asilo a Trotsky perseguido por el estalinismo. Con la misma fuerza y calidad moral protestó ante la invasión de Etiopía por fuerzas italianas. Don lázaro. Don Lázaro. Don Lázaro Cárdenas.

Claro. Nosotros no tenemos expropiación petrolera. Tenemos reforma energética y gasolinazos. No tenemos al general lázaro cárdenas. Tenemos a peña nieto. así es que, finalmente caemos en la cuenta que solo nos tenemos a nosotros mismos. No es momento de bravuconadas y patrioterismos. Demos una tregua al individualismo estéril. Los partidos políticos han sido rebasados, el sistema político mexicano está agotado. Como dijera el filósofo griego Sócrates, solo actuemos como verdaderos ciudadanos y cumplamos cada quien con su virtud. Que es lo mismo que, hagamos honestamente bien, lo que nos toca hacer.

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