1. Nace la idea de Cancún en medio de una revuelta estudiantil

A finales de los años 60, cuando el país vivía una inestabilidad social de tal magnitud que, incluso, se registró una matanza de estudiantes perpetrada desde las esferas del gobierno federal, el entonces presidente de la República, Gustavo Díaz Ordaz(1), por lo menos el responsable político de aquellos hechos, autorizó la ejecución de un Plan Nacional de Turismo.

Ese plan tenía el objetivo de contribuir al crecimiento del Producto Nacional y al equilibrio en la balanza de pagos que, en aquellos tiempos, se financiaban con excesivos créditos del exterior y contribuyeron a la abultada deuda externa que tiene actualmente el país.

Además, el Plan debía generar oportunidades de inversión para el sector privado, crear empleos, comercializar la oferta turística nacional en el exterior y lograr la autonomía tecnológica en los servicios turísticos, entre otros objetivos.

La estrategia del Plan se encaminó a la consecución de su principal objetivo: consolidar el papel estratégico del turismo en el desarrollo económico, para incorporarlo al proyecto nacional como un sector de exportación de primer nivel.

Con base en esos lineamientos, el Banco de México creó en 1969 el Infratur, para llevar al cabo un Programa Integral de Centros Turísticos. De esa forma, se iniciaron los estudios tendientes a identificar las zonas propicias para la ejecución de proyectos de infraestructura turística. Cancún y Zihuatanejo fueron seleccionados como prioridades de inversión.

Por aquellos tiempos Quintana Roo tenía poco más de 40,000 habitantes, concentrados en Chetumal, Cozumel e Isla Mujeres. Los censos la época no le daban importancia a la isla de Cancún, habitada sólo durante algunas temporadas del año.

Durante varias décadas el gobierno mexicano no tuvo el control de la costa caribeña, en parte por ser una zona inhóspita, casi inaccesible, pero también por la belicosidad de los mayas, que se rebelaron ante la explotación de la que eran objeto.

Por medio siglo los mayas controlaron las costas y tierras del Caribe mexicano, hasta que una acción militar encabezada por el Gral. Ignacio Bravo “conquistó” a una ya abandonada Chan Santa Cruz (hoy Felipe Carrillo Puerto), donde los mayas habían establecido su centro de operaciones durante la Guerra de Castas(1) y transformó al entonces Territorio Federal en un campo de trabajos forzados, a donde eran enviados los presos más peligrosos del país.

La presencia maya en la costa oriental de la península de Yucatán se remonta a la llegada de los putunes o mayas chontales, que trajeron desde el actual estado de Tabasco el arte de la navegación, que les permitió dominar las costas.

Establecieron puertos de apoyo al comercio, entre los que destacaron Cozumel, Xcaret y Xel-Há, desde donde se internaron al centro de la Península a partir del año 918 después de Cristo.

Los putunes conocían originalmente la navegación en ríos y en el tranquilo Golfo de México, pero para transportarse en las agitadas aguas del Caribe y cubrir grandes distancias sustituyeron los cayucos por canoas más grandes, capaces de ser cargadas con mucha mercancía y llevar pasajeros.

Después del descubrimiento de la península de Yucatán y de varias expediciones destinadas a explorar esta región, los Reyes de España otorgaron en 1526 la autorización al Adelantado Francisco de Montejo para conquistar estas nuevas tierras.

Después del descubrimiento de la península de Yucatán y de varias expediciones destinadas a explorar esta región, los Reyes de España otorgaron en 1526 la autorización al Adelantado Francisco de Montejo para conquistar estas nuevas tierras.

Así, en octubre de 1527 arribaron a las costas de lo que hoy es Quintana Roo las primeras embarcaciones españolas al mando de Montejo. Esta expedición desembarcó a sólo 2 kilómetros de Xel-Há, rumbo a Tulum, en un sitio que los indígenas llamaban Zamá.

En el siglo XIX los piratas aún controlaban las costas orientales de la Península de Yucatán, aprovechándose de las rebeliones indígenas y del abandono de la región. Entre los más famosos de la época se encuentran Jean Lafitte, Molas y Mundaca, quien construyó una hacienda en Isla Mujeres, en donde murió.

La presencia mexicana en el Caribe en forma efectiva comienza en el sur, por medio de un repoblamiento en el cayo San Pedro, hoy territorio beliceño, que por su distancia fue un refugio perfecto en 1848 para quienes huían de la Guerra de Castas.

En el mismo período se repueblan Cozumel e Isla Mujeres, ambas despobladas a causa de su falta de seguridad frente a los piratas y tiempo después sucede lo mismo con Holbox.

Las repoblaciones toman carácter legal, cuando el 21 de noviembre de 1849 se erige en pueblo el rancho de San Miguel, en Cozumel. Un año después, el 17 de agosto de 1850, se erige el pueblo de Dolores en Isla Mujeres, quedando desde ese momento ratificada en forma permanente la presencia mexicana en la costa del Caribe.

El proceso de repoblamiento de las costas fue muy lento por una serie de problemas, como el aislamiento, el conflicto armado con los mayas y los huracanes.

La presencia mexicana en la zona era limitada a esos pioneros que, aisladamente, se debían enfrentar a cualquier situación derivada de la falta de protección, ya que la Armada de México empezó a tener presencia permanente hasta principios del Siglo XX.

Además de esas islas, por temporadas estaban habitadas la zona del Meco(1) y la isla de Cancún, donde actualmente se encuentra la zona hotelera, así como algunos otros puntos más al sur.

La creación de dos grandes empresas en la costa norte de la Península: El Cuyo y Anexas y la Compañía Colonizadora de la Costa Oriental de Yucatán, a las que luego se les sumó la Compañía Colonizadora de las Islas, generó un fuerte empleo en la zona.

La gente que llegó atraída por la presencia de esas empresas se empleaba en las plantaciones de caña de San Eusebio, localizado en las inmediaciones del actual Solferino en el municipio de Lázaro Cárdenas; en la recolección de chicle, en el corte de madera, en ranchos ganaderos y otras actividades eventuales.

Para fines del siglo XIX y principios del XX se completaba la ocupación de la zona norte del actual estado de Quintana Roo. Por esos tiempos la Armada de México asumió el control de la soberanía territorial. La costa oriental regresa al control efectivo de la Federación y se crea sobre esta base el Territorio Federal de Quintana Roo en 1902.

En los primeros años del Territorio existía una modesta población costera de 2,000 habitantes, aproximadamente, tan reducida como la población total del territorio que no llegaba a 10,000 habitantes. En la zona norte, Puerto Morelos era el punto de salida de los productos de la Compañía Colonizadora de la Costa Oriental.

Durante la década de los 20, de Isla Mujeres emigraron a la isla de Cancún unos 20 pescadores que empezaron a dedicarse a la actividad coprera. Cuatro décadas después, en los 60, ocurren cambios trascendentales en la Península y en Quintana Roo, que modificarían el rumbo del desarrollo de la región y la historia de la costa caribeña.

Primero se dio el proceso de enlace a través de la infraestructura carretera y, después, el incremento de la presencia de la industria aérea en la zona comenzó a afectar seriamente la actividad de los barcos costeros.

Quintana Roo comienza a integrarse y a dejar de ser el lugar olvidado. Se inicia un cambio en la estructura económica y territorial. En la década de los 60 una profunda crisis interna lleva al gobierno mexicano a reformular el modelo de desarrollo, que requería de dólares para financiarse.

Además, el despertar de Belice como país y la presencia de Cuba en el otro extremo de la costa Caribe occidental le dan un particular valor a la región. A los cambios políticos le acompañan los económicos y el desarrollo del turismo empieza a tener primacía en el Caribe insular y continental.

El Caribe sigue incrementando su importancia militar y comercial y todos los motivos apuntaban a una recuperación en términos efectivos, por parte de México, de las costas en general y del Caribe en lo particular. Por ello los proyectos que se inician en los 70 en la Costa Oriental de Yucatán, es decir, Cancún, no son casuales y menos un programa sexenal.

En el norte, en el extremo del Caribe mexicano, se inicia el proceso de desarrollo turístico que parte de la base de un desarrollo existente, aunque incipiente, en Isla Mujeres y Cozumel. El nuevo proyecto gubernamental tendría por objetivo integrar la industria turística en una franja de más de 120 kilómetros de largo, que ahora nace en Cancún y termina en Tulum, la ya mundialmente conocida como la Riviera Maya(1), que conserva un gran potencial de desarrollo futuro en una zona económicamente estratégica para el país.

Solo bastaron 15 años para que el Caribe mexicano tuviera un profundo cambio que le permitió pasar de un lugar desolado y despoblado a la región con mayor desarrollo del Caribe continental.

En 1970, dos años después de que el presidente Díaz Ordaz ordenó al Banco de México la elaboración de una política turística y que en forma paralela se realizaran expediciones para elegir los lugares que albergarían los centros turísticos integrales, se decreta como de utilidad pública la planeación y el desarrollo turístico-habitacional de Isla Cancún y al mismo tiempo el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) libera un crédito de 50 millones de dólares para iniciar los trabajos.

Desde 1955 había una aeropista en lo que hoy es la avenida Rodrigo Gómez(1) (antes Libramiento Kabah) y es allí donde comienzan a aterrizar los aviones del Banco de México, que a diario traían a los funcionarios de esa institución.

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