Si bien es cierto que los resultados obtenidos por Cancún durante su primer cuarto de siglo de vida son palpables, el desarrollo económico regional de la zona inmediata -uno de los principales objetivos de su creación- no se realizó.
Por ejemplo, los proyectos de producción de hortalizas para el abasto de Cancún, que debían desarrollarse en el municipio de Lázaro Cárdenas y en las comunidades de Leona Vicario y Alfredo V. Bonfil, no dieron el resultado esperado y la infraestructura
avícola, en el caso de ésta última población nunca pudo despegar y ahora los ejidatarios se dedican a vender materiales pétreos y sus parcelas.
Kantunilkín, la cabecera municipal de Lázaro Cárdenas, debería, según los planes iniciales, tener una población de 70,000 habitantes en estos días, pero a duras penas llega a 10,000, porque las gentes que debieron quedarse a trabajar el campo para abastecer a Cancún prefirieron emigrar a este centro vacacional ante la falta de capacidad o de voluntad política oficial de concretar los planes.
Prueba de ello son las cientos de hectáreas de tierras mecanizadas con una infraestructura de riego que volvieron a quedar bajo la selva. Sólo se ha salvado una pequeña franja, que sirve de aeropista para los aviones del gobierno del Estado, principalmente.
Leona Vicario, de vocación chiclera y maderera, atraviesa en la actualidad una decadencia en la producción forestal causada, principalmente por los incendios forestales que se registraron en la región a partir de 1989, pero recientemente surgió una nueva esperanza para su población: Pemex empezará a construir en abril del próximo año un oleuducto desde Progreso para abastecer de combustibles a Cancún y los depósitos se instalarán cerca de esa comunidad.
Por su parte, Puerto Morelos presenta un tenue desarrollo turístico y pesquero, con un gran potencial desaprovechado. Al igual que en Lázaro Cárdenas, en Puerto Morelos hay infraestructura desaprovechada. A mediados de la década de los 80 empezó a construirse lo que se llamó el puerto pesquero. Se construyó una gran escollera, el muelle principal y otros más pequeños perpendiculares al primero y también se hizo un edificio que albergaría oficinas. Todo esta abandonado y convertido, en el “mejor” de los casos, en refugio de pescadores furtivos.
Para muchos especialistas el énfasis que se puso en la actividad turística provocó la concentración de recursos en esa industria, dejando desatendidos otros sectores económicos. El bajo desarrollo de los proveedores locales, dicen, ha provocado la importación de grandes cantidades de bienes e insumos, situación que motiva la salida de recursos de la plaza y un aumento en el costo de la vida.
Debido a que más del 40% de la población estatal y alrededor de tres cuartas partes de la generación del PIB quintanarroense se concentran en este municipio, la
dependencia hacia una sola actividad conlleva un alto riesgo económico no sólo para Cancún, sino para todo el Estado.
Durante sus primeros años, la actividad económica de Cancún se basó en la industria de la construcción, el turismo y el comercio, en ese orden. Posteriormente, la actividad turística pasó a encabezar la lista de actividades preponderantes, seguido del comercio y ahora por la pesca, porque la industria de la construcción se limita ahora, casi exclusivamente a la obra pública.
La industria de la construcción tuvo su mejor año en 1988, cuando habían 35 constructoras locales, 60 foráneas y 21,000 empleados. Esa actividad empezó a declinar en 1989, aunque curiosamente en ese período el número de constructoras locales aumentó a 43, las foráneas bajaron a 50 y el número de empleados a 18,000.