Julio César Silva Cetina
Desde el Palco
Navegar a ciegas
En 1994, cuando Cancún estaba a punto de cumplir sus primeros 25 años, un ejercicio de análisis impulsado por el gobierno municipal para implementar una planeación a largo plazo, al que se le denominó “Cancún 20-20”, alertaba sobre un grave rezago en infraestructura, servicios públicos, un crecimiento urbano anárquico y un constante deterioro ambiental y social.
En ese entonces, Cancún contaba con apenas 18,000 habitaciones hoteleras y poco menos de 300,000 habitantes, pero los signos vitales del rozagante joven empezaban a ser tomado en cuenta, con el fin de aplicar medidas preventivas.
De esos foros coordinador por especialistas del Instituto Tecnológico de Monterrey surgieron infinidad de planteamientos y propuestas, pero a pesar de la viabilidad de éstas, prácticamente no se implementó ninguna de ellas.
El plan “Cancún 20-20” buscaba ser una extensión corregida y actualizada del Plan Maestro que diseñó el Fondo Nacional de Fomento al Turismo; tomaba en cuenta aspectos sociodemográficos que no consideró el de Fonatur por la sencilla razón de que no había una población importante en la zona cuando se inventó el destino.
Desde entonces, hace 20 años, se alertó sobre el riesgo que implicaba abandonar los espacios públicos, la importancia de su rescate para promover un mejor desarrollo social y trabajar en la eliminación de los enormes contrastes que incidían y siguen incidiendo en la imagen y calidad de los servicios.
Sin embargo, el plan “Cancún 20-20” se perdió entre las cajas que van y vienen durante los procesos de entrega-recepción de los gobiernos municipales y quedó sepultado bajo el desorden administrativo que imperó en los años siguientes y que pusieron al borde de la insolvencia a la comuna.
Veinte años después de aquel ejercicio, cuando se cumplen los 45 de la creación del destino, Cancún lleva un proceso de renovación implementado en los últimos 18 meses, durante los cuales se rescataron espacios públicos, se habilitaron otros y se remodeló con un proyecto integral la parte central de la avenida Tulum, corazón de la ciudad.
Hoy Cancún tiene el doble de casi todo, en población y cuartos de hotel, pero la infraestructura de servicios públicos es prácticamente la misma, especialmente en la parte más vieja de la ciudad y la zona hotelera. Si bien es cierto que las actuales administraciones estatal y municipal han invertido en ese rubro, no les alcanzará el tiempo para avanzar en los niveles que necesita la Ciudad.
Todavía hay casi 200,000 personas viviendo en las periferias sin calles, sin alumbrado público y sin drenaje y proyectos como Puerto Cancún y Malecón las Américas que aún no detonan, pero cuando lo hagan atraerán más migración por la demanda de mano de obra y ésta representará presiones adicionales.
Por eso, Cancún no debe llegar a sus primeros 50 años sin una planeación estratégica a largo plazo. Las grandes corporaciones practican ese sano ejercicio de la planeación y esta ciudad debe vérsele así, como una gran empresa que requiere con urgencia definir su visión y misión.
Cancún debe saber hacia dónde va, cuáles son sus objetivos y cómo recorrerá el camino para lograrlos. Tiene que conocer las tendencias del mercado turístico internacional, para cambiar a tiempo y no quede fuera.
Es justo y necesario dotarlo de ese plan estratégico, de lo contrario navegará a ciegas.
Platea
En los años muy recientes surgió en Cancún una diferencia, incluso cómica, entre pioneros y fundadores, claro de aquellos agrupados en dos organismos que se hacen llamar de tal manera. Los segundos son una escinción de los primeros.
Dicen que todo surge cuando los pioneros pretenden fomentarse una imagen como de elegidos de Dios, como seres míticos que abrieron la selva y se toparon con la laguna Nichupté en la que una serpiente devoraba a un tucán y que todo se debe a ellos.
Sin embargo, los autonombrados fundadores afirman que los pioneros no llegaron a Cancún por iniciativa propia, que por principio de cuentas sus empresas y el gobierno los mandó a trabajar y muchos no querían venir. En cambio dicen, ellos, los fundadores, vinieron a arriesgar, a apostar su patrimonio y por tanto son más merecedores de los reflectores y se sienten más cancunenses.
Lo cierto es que pioneros y fundadores son lo mismo. Pioneros son primeros en algo y fundadores, también. En ambas acepciones está implícito su significado y por tanto, ambos grupos son los iniciadores de un esfuerzo interrumpido de un proyecto al que más gente se ha sumado y que sin importar el tiempo que lleven aquí, se han afincado y demostrado responsabilidad con el proyecto.
Finalmente lo que importa no son los protagonismos, sin la responsabilidad que debemos de tener todos con una ciudad que nos dio cobijo y ha visto nacer a nuestros hijos.
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