El anuncio de Nintendo Switch, pese a que la llegada de un nueva consola al mercado es siempre una buena noticia, nos pilló con cierto escepticismo. Aunque eventualmente el background de Nintendo ya nos dejaba claro que la compañía sabe hacer las cosas (y muy bien) lo limitado del catálogo de Wii U era una sombra que se proyectaba sobre el futuro de la compañía.
El cambio de concepto, como es lógico, no hacía más que arrojar más dudas, pero a la vez allanaba el camino hasta la estandarización del ecosistema de Nintendo, combinando portátil y sobremesa a la vez. Las dudas, por tanto, eran tan lícitas como lógicas si mirábamos a la nueva Swtich con los ojos de la Wii U. Pero han tardado poco en disiparse: han bastado poco más de un par de horas con la Switch para comprender las intenciones de Nintendo y, sobre todo, para ver las implicaciones de su modelo.
Sobre el papel, Switch no es más que una consola de sobremesa con funciones de portátil y viceversa. Pero la tecnología de la consola de Nintendo y, sobre todo, la simplicidad de su diseño, la convierten en un caballo ganador. Lógicamente, su tracción habrá que verla cuando su catálogo y sus posibilidades sean plenas, la consola esté en el mercado y su funcionalidad online esté desplegada al completo, pero lo cierto es que apunta maneras.
Lo primero que llama la atención es el tamaño. No es mucho más grande (solo su pantalla) que un iPhone 7 Plus, pero irremediablemente se ve mucho mayor. Con los Joy-Con la consola crece en tamaño, pero en todo momento es muy cómoda entre las manos. En cuanto a peso, sí es cierto que es algo más pesada que otras portátiles como la Vita, pero la ergonomía de la consola hace que apenas se sienta pesada. El tamaño es, por tanto, perfecto para su uso en portátil. Los materiales también están a la altura, se siente bien construida, pero en este apartado sí que, como primera impresión, se echa de menos un poco más de densidad de pantalla. Su modo portátil se queda en unos más que suficientes, por tamaño, 720p.
Sea como sea, el producto de Nintendo, de cara a estas impresiones efímeras, es redondo. La combinación de portátil con sobremesa a través del dock (que hace de suerte de hub de puertos, sin que desarrolle potencia adicional) es una de esas combinaciones ganadoras por su simplicidad: el cambio entre TV/portátil es casi transparente, y la Switch solo nos pedirá que pulsemos una combinación de teclas cuando la desconectemos del dock y queramos seguir jugando: es instantáneo, funciona a la perfección y en títulos como Zelda no hay una sola pantalla de carga al cambiar entre un sistema y el otro.
No obstante, una de las cosas que más llama la atención de la Switch son los Joy-Con: los mandos de la consola albergan un compendio de toda la tecnología desarrollada por la compañía para sus anteriores consolas. Los sensores de movimiento, la cámara de tracking de momento, el sistema de vibración multi zonal de alta definición… todo en el tamaño reducido del Joy-Con. La respuesta del mando, cuando está separado de la consola, es perfecta y sabe en todo momento los diferentes movimientos de los jugadores. Incluso en aquellos juegos en los que, como en Wii, el momento es el control principal. La única pega que tiene es que, separados totalmente de la consola y utilizados de forma independiente, los botones interiores son de difícil acceso, pero la consola incluye un strap que amplifica el tamaño de cada Joy-Con y le añade una capa más a esos botones, haciéndolos mucho más cómodos de pulsar.
Pero vayamos a lo importante. ¿Qué tal funciona la consola? Sin ningún pero. Hemos podido probar Zelda, 1,2 Switch, Mario Kart y Splatoon 2, algunos de ellos en modalidad portátil y TV, y todos han funcionado a la perfección. Es en este apartado es donde podemos comprobar de primera mano cómo Nintendo sabe exprimir su hardware. Si bien es cierto que no son los gráficos más punteros del mundo, todavía sorprende cómo un título del tamaño de Zelda puede moverse, a igualdad de condiciones que en la TV (sin la misma resolución), con tal soltura en el modo portátil. Los títulos mantienen todos esa esencia de Nintendo; y Switch, en cualquier de sus modalidades, los mueve de maravilla. Es muy cómoda incluso para largas sesiones de juego y, lo más interesante, apenas se calienta, incluso, moviendo un título como Zelda.
Si bien es cierto que 1,2 Swtich, al menos en lo que hemos probado, es más un título anecdótico para demostrar el potencial de los Joy-Con, es otra de las oportunidades de juego que estarán disponibles en el lanzamiento, y que junto con los títulos programados para verano, el catálogo inicial empieza a ser muy interesante. Aunque habrá que comprobar de aquí a Navidad las posibilidades en el catálogo que nos ofrece la consola.
Sea como sea, la primera impresión de Switch es que se trata de un producto más que redondo cuando entendemos al público al que va dirigido y, sobre todo, el salto cualitativo que representa frente a otras opciones de juego. Cuestiones como la batería, el online o la interfaz del sistemas habrá que abordarlas cuando la consola esté en el mercado, y aunque son puntos especialmente relevantes para una consola, estamos seguros que estarán a la altura del resto del dispositivo, que como venimos diciendo, es perfecto para el target de jugador al que va dirigido.