PAN se sale con el “petate del muerto”; pretende enfrentarse a la Gobernadora mejor evaluada de México

CANCÚN, 21 de noviembre.— El Partido Acción Nacional (PAN) ha desplegado una estrategia desconcertante en Quintana Roo, que combina una creciente cercanía con la 4T a nivel local y ataques desde el ámbito federal hacia la gobernadora Mara Lezama Espinosa, una de las mandatarias mejor evaluadas de México.

El último movimiento en esta maniobra política ha sido la amenaza de un juicio político impulsada por el diputado federal Ernesto Sánchez, quien, a pesar de registrarse como quintanarroense, carece de vínculos reales con el estado. Sánchez, estrechamente ligado a Carlos Orvañanos, ex vocero de Carlos Joaquín, ha acusado a la gobernadora de no atender a los legisladores de oposición ni responder a las demandas de la ciudadanía, especialmente en materia de seguridad.

El anuncio de un juicio político parece, sin embargo, un intento más por parte de Sánchez y su grupo para hacer ruido mediático, cuando la verdadera pregunta es: ¿quién apoyará esta propuesta en el Congreso local? El PAN tiene una presencia muy reducida en la cámara estatal, lo que deja en evidencia la falta de respaldo real para sus ataques.

El diputado Sánchez ha lanzado duras acusaciones, asegurando que la delincuencia organizada ha “arrebatado la autoridad” a Mara Lezama en destinos turísticos clave como Cancún. Sin embargo, estas declaraciones contrastan con la efusiva muestra de unidad entre ambos políticos durante la reciente visita de la gobernadora al Congreso para celebrar el 50 aniversario de Quintana Roo, donde se compartieron gestos cordiales que quedaron documentados en fotografías.

Este episodio parece ser parte de un intento más grande de un grupo vinculado a Sánchez y Orvañanos de posicionarse en el estado, un esfuerzo que fracasó durante la administración de Carlos Joaquín y que ahora se reaviva con ataques mediáticos.

Mientras tanto, el PAN sigue lanzando amenazas de confrontación, aunque la falta de apoyo local real para un juicio político y la ausencia de un plan claro dejan claro que esta estrategia es más un “petate del muerto” que una amenaza seria.

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