Atravesamos días en los que para muchos las horas pasan lentas y se llenan de incertidumbre a cada tic-tac, mientras se espera el anuncio de quién será el candidato del PRI al gobierno de Quintana Roo.
Son días en los que algunos se despiertan con la sensación de que su gallo será el candidato, porque se durmió con “señales” que recibió de una tercera persona que interpretó en ese sentido alguna frase, algún comentario o un guiño de ojo.
Son días también en los que otros no muy pocos se van a la cama desanimados, desangelados luego de un día optimista que conforme avanzó le fue quitando en su imaginación las fortalezas que creía ver en su favorito.
Y así han pasado por lo menos 10 semanas desde que empezó a manejarse que la decisión se daría a conocer en noviembre pasado. Días de especulaciones, en los que cada quien defiende sus creencias fortalecidas más por sus deseos que por contar con información sólida sobre lo que ocurrirá.
Lo cierto es que no son más de cinco personas las que tienen información de primera mano sobre la decisión que, afirman unos, se tomó desde diciembre y se espera hasta el último segundo para darlo a conocer, no solo para dar tiempo a lo que se conoce como “operación cicatriz” entre los aspirantes a la candidatura, sino también para estirarlos de tal forma que por acción propia de éstos y de la ley se impida que algún aspirante inconforme, en caso que surja, opte por alguna otra opción partidista.
Y esos cinco seguramente se divierten con las especulaciones, la incertidumbre y hasta el sufrimiento que se ve en muchos de los actores y sus dependientes políticos en este proceso de sucesión.
Pero más allá de las especulaciones y la incertidumbre, los ciudadanos debemos preguntarnos si el desasosiego que produce entre los aspirantes y sus dependientes la indefinición corresponde con las expectativas que la misma población puede tener de quienes aspiran gobernar durante los próximos seis años a la principal región turística de América Latina.
Sin lugar a dudas, vemos una auténtica disputa por el poder, aun cuando ésta se enmarca en la unidad promovida y garantizada por el propio gobernador Roberto Borge Angulo.
¿Pero para qué quieren el poder quienes aspiran a detentarlo?
¿Para qué quieren tener el control, dominar y mandar? ¿Para qué quieren que los quintanarroenses les entreguen su representación y la facultad de hacer cosas a nombre de todos? ¿Para qué? ¿Lo sabrán?
Platea
La administración que encabeza Paul Carrillo de Cáceres en Benito Juárez se ha convertido en un referente nacional sobre buenas prácticas administrativas, por las que incluso ha recibido reconocimientos por parte de organismos que cuentan con estrictos estándares de medición de los resultados que deben rendir los diferentes niveles del gobierno.
Por la importancia que reviste el tema, ahondaremos en ello el próximo viernes.
Luneta
Bibian Castillo, directora de la Policía Turística de Cancún, compareció este martes ante la Comisión de Turismo del Cabildo y afirman los asistentes que la evaluación que se hizo sobre la gestión de la funcionaria fue “muy positiva”.
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