La pregunta se escuchó la noche del martes en la casa del empresario Eduardo Garza T., en San Pedro Garza García. “Presidente, ¿es cierto que tiene problemas con algunos generales del Ejército?”, le cuestionaron a Enrique Peña Nieto algunos integrantes del Grupo de los 10.
El mandatario lo negó con liviandad pero sí se quejó de que no le gusta que, a más de un año de la elección presidencial, ya varios hombres de alto rango militar hayan tenido reuniones con Andrés Manuel López Obrador. El tono del presidente fue severo y el tema no progresó en la velada.
Horas más tarde, el pasado miércoles, en la reunión de los diputados para hablar con Miguel Ángel Osorio Chong sobre diferentes leyes que el Congreso debe aprobar en materia de Seguridad, los emisarios de Morena sorprendieron. Dijeron que ellos no se oponen a la ley de Seguridad que debe definir los alcances de los militares en el control de las calles.
La diputada Rocío Nahle señaló que el partido no está de acuerdo con el regreso de los militares a los cuarteles y dijo respaldar la idea de que se consulte a gobernadores que, obviamente, dirán que los militares se queden patrullando las calles. Una nueva dosis de pragmatismo por parte de Morena.
Ambas escenas, por separado, le dan sentido a un tercer hecho. Que AMLO no elige por ahora asesor en temas de Seguridad. Los tiene de Economía, Relaciones Internacionales, Cultura, Educación y hasta Turismo. Pero la seguridad todavía es un pendiente en la lista. El tabasqueño ha dicho que elegirá a alguien pero que antes debe conversar con quienes conocen las problemática: los militares.
Por eso ya tuvo dos encuentros con generales del Ejército aunque quienes estuvieron aseguran que allí no apareció el secretario de la Defensa Salvador Cienfuegos. Para AMLO es más accesible sintonizar con la cúpula que con los mandos intermedios, que están en su gran mayoría educados en academias militares de EU con una idea de la seguridad en América Latina (Plan Colombia) que al candidato no le agrada. Además los generales se han alineado con el discurso de Cienfuegos Pro Derechos Humanos que es otro denominador común con AMLO.
Cuando le preguntaron por el rol de los militares en tareas de seguridad interna dijo que Morena no iba a poner traba alguna con la sola condición de que le den tiempo para leer la ley nueva. Coincidencias: lo mismo que Nahle le susurro a Osorio Chong el miércoles pasado.
Por supuesto el malestar del presidente no solo se debe a un cabildeo de ocasión. También existe cierta disonancia por la diplomacia paralela que hay entre los militares y el jefe del Pentágono James Mattis. En esas pláticas aparecen temas delicados de los cuáles Luis Videgaray, a quien Peña le entregó el futuro de la relación bilateral, se entera a los dos o tres días.
Existe un último agregado que no solo se refleja en el comentario de EPN sobre los militares sino, en varias frases y actitudes que proyectó los dos días que visitó Nuevo León: el presidente se muestra más fuerte. Entiende, porque así lo ha dicho, que la pelea con Donald Trump lo potencia y lo dota de un aura de mayor jerarquía, aunque la economía – y las encuestas -, por ahora no lo acompañen.