Un nuevo estudio ha mostrado que la práctica regular de ejercicios físicos podría rejuvenecer las células madre responsables de la reparación muscular.
La investigación llevada a cabo por científicos de la Universidad de Stanford, en Estados Unidos, buscaba entender la función que las células madre musculares pueden tener en la reparación de los tejidos dañados en organismos más viejos.
Para el experimento, los investigadores eligieron dos tipos de ratones: los primeros tenían alrededor de 20 meses de edad, lo que equivale a una edad de 60 a 70 años en humanos, mientras que los otros tenían entre tres y cuatro meses, es decir, el equivalente a 20 a 30 años humanos. A los animales les fue dado acceso a una rueda de ejercicio y se les permitió correr cuanto quisieran. En un grupo de control aparte, ratones jóvenes y viejos solo tenían acceso a una rueda de ejercicio que no giraba.
“Los animales se ejercitaban a los niveles de intensidad con los que se sentían cómodos, al igual que lo que hacen las personas por su propia salud. Esta es una situación menos estresante que el entrenamiento de resistencia o el ejercicio intenso de resistencia, que pueden afectar la función de las células madre musculares”, detalló Thomas Rando, profesor de neurología y ciencias neurológicas en Stanford, en un informe sobre el estudio.
Después de tres semanas, el equipo analizó la habilidad de los ratones de reparar el daño muscular. Como esperaban, los ratones sedentarios mayores fueron significativamente menos capaces de reparar el daño muscular que los ratones sedentarios más jóvenes.
Sin embargo, los animales de edad avanzada que practicaron ejercicios se mostraron significativamente más propenso a reparar el daño muscular que los animales de misma edad que se mantuvieron sedentarios. Este beneficio causado por el ejercicio no se observó en los roedores más jóvenes.
“El efecto en animales mayores es muy significativo. Descubrimos que el ejercicio regular restaura la juventud de la reparación de tejidos. Sus células madre musculares comienzan a verse y comportarse como las de animales mucho más jóvenes”, subrayó Rando.
Los científicos obtuvieron resultados similares al trasplantar a ratones más jóvenes las células madre musculares de ratones más viejos que habían hecho ejercicio. Las células provenientes de los roedores activos contribuyeron más al proceso de reparación que las de los animales sedentarios.
El trasplante de sangre de un ratón mayor que se había ejercitado a un ratón de igual edad, pero sedentario, también causó un beneficio similar en la función de las células madre. Esto sugiere que el ejercicio estimula la producción de algunos elementos que luego circulan en la sangre y mejoran la función de células madre más viejas.
Los científicos descubrieron, además, que el rejuvenecimiento inducido por el ejercicio podría imitarse al aumentar la expresión de una proteína llamada ciclina D1. Esto sugiere que, en el futuro, podría ser posible mantener, de manera artificial, las células madre musculares funcionando de la mejor manera.
“Si pudiéramos desarrollar un medicamento que imitara este efecto, podríamos experimentar el beneficio sin tener que hacer meses de ejercicio”, concluyó Rando.