Cancún, 2 de marzo.— De acuerdo con un diagnóstico preliminar, en la Laguna de Bacalar no es necesario desazolvar, ya que no se encontraron evidencias de azolvamiento en el estero de Chac ni en los canales, según se informó ayer durante un Encuentro Ciudadano y Científico, en el que se presentaron propuestas para el cuidado sustentable de ese cuerpo de agua.
El evento se transmitió en vivo de manera virtual con el objetivo de difundir datos de diagnóstico preliminar, sobre el actual estado de la laguna, con la exposición de especialistas de Ecosur, UNAM, INIFAP y organizaciones civiles que se han dedicado a realizar monitoreos comunitarios y a presentar propuestas sobre el tema.
Durante las presentaciones, los investigadores destacaron que la sociedad civil está organizándose y ha tomado un papel de facilitadores en un trabajo de coordinación colectiva.
También se mostraron resultados de estudios científicos actuales, que permiten concluir que los problemas del sistema lagunar de Bacalar se deben a factores naturales atípicos, como el exceso de lluvias registrado desde junio de 2020, y a impactos antrópicos, que se han manifestado de manera negativa en el ecosistema por falta de planeación congruente desde hace años.
Entre los impactos destacan la deforestación de la selva, que agrava la erosión; uso de agroquímicos; falta de empleo; resistencia de plagas; eliminación de fauna benéfica; mayor costo de producción; contaminación ambiental; muerte de polinizadores; deforestación del manglar y relleno de humedales para la construcción; mal manejo de las aguas residuales y residuos sólidos; vías de comunicación construidas sin planificación con base en el ciclo del agua y turismo mal planificado.
Se consideró de vital conocer y respetar el funcionamiento natural de los ecosistemas y su biodiversidad, entender cómo funcionan los flujos superficiales y subterráneos, la extensión espacial y temporal de los cambios de color en diferentes cuerpos de agua desde Bacalar hasta la Bahía de Chetumal, cambios y efectos producidos por las sustancias disueltas y suspendidas en el agua.
El cambio de color se atribuyó al acarreo de partículas generadas por asentamientos humanos, malas prácticas agrícolas, deforestación, fertilizantes y desechos que contienen nitrógeno y fósforo, que contribuyen de manera importante al cambio de coloración, y partículas en suspensión con consecuencias negativas, como la reducción de oxígeno.
También se presentaron análisis sobre cómo se afectaron diferentes parámetros de calidad de agua que son visibles, como una disminución de la transparencia; se recordó la importancia de los estromatolitos para la laguna y su deterioro; la mortandad de caracol chivita y el zooplancton, indicadores sensibles del estado de salud del ecosistema.
Se destacó que hay consenso en concretar la unidad social, que permita vivir de manera sustentable y armónica en la laguna a todo ser vivo que la habita.
Se indicó que la comunidad académica tiene herramientas científicas para entender el entorno complejo, pero necesita apoyo económico para realizar acciones concretas de biomonitoreo con ayuda de la sociedad y una acción integral para una efectiva toma de decisiones en el territorio.
Sin embargo, hace falta implementar sistemas demostrativos del uso de sistemas agroecológicos y regenerativos, acuaponía, sistemas de manejo de aguas residuales, para transitar a modelos más sustentables y lograr su aplicación en la región.
Es necesario, además, registrar cómo se comportan algunos parámetros de calidad de agua mediante monitoreo comunitario; implementar el límite de cambio aceptable mediante métodos participativos y comunitarios; diseñar un esquema legal para la protección ambiental del sistema lagunar en consenso intersectorial; restaurar el manglar.
“El desarrollo debe ser sostenible y basado en la naturaleza del ecosistema lagunar. Para que haya siete colores de azul debe haber agua limpia, estromatolitos, manglares y canales sanos”, se expuso.