Bruselas.— Luego del devastador tsunami causado por la primera pandemia por coronavirus, la calma volverá a Europa, en donde las perspectivas económicas son halagüeñas para este 2021.
Entre las economías avanzadas, sólo el Reino Unido ha tenido peores resultados en términos de retroceso del PIB que la Eurozona, una de las regiones más afectadas por la aparición de Covid-19.
Sin embargo, como señaló la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, la Unión Europea finalmente está viendo la luz al final del túnel.
Ninguna otra región en el mundo ha reservado tantas vacunas como el bloque comunitario. Tiene apartadas 300 millones de dosis del único antídoto aprobado por la autoridad sanitaria comunitaria en 2020, el de Pfizer y BioNTec; al tiempo que amarró acuerdos similares con otras firmas, como Sanofi-GSK (300 millones), AstraZeneca (300 millones con opción a 100 millones más, Janssen Pharmaceutica (200 millones), CureVac (225 millones) y Moderna (80 millones con opción a 80 millones más).
Con uno de los mayores arsenales clínicos disponibles y campañas de vacunación en curso, el 26 de diciembre arrancó Alemania, Hungría y Eslovaquia y a partir de allí se fue sumando el resto, el bloque comunitario eliminará la mayoría de los riesgos a la baja en términos económicos.
La firma Oxford Economics, estima que la Unión Europea (UE) habrá vacunado a toda su población vulnerable, alrededor del 30% de los 450 millones de habitantes, para finales del primer trimestre, con lo cual habrá aniquilado el riesgo del endurecimiento de las restricciones y provocado un retorno a la normalidad más rápido de lo inicialmente esperado.
Esto significa que la Eurozona experimentará el crecimiento más fuerte de su historia, aunque por la magnitud del impacto causado por las medidas de confinamiento se espera que el PIB de los países del euro vuelva al nivel previo a la crisis hasta principios de 2022, con significativas diferencias entre las economías.
Pero no todos los escenarios son igualmente favorables, en el apartado político las cosas pintan distinto. Los ciudadanos podrán enjuiciar por vez primera a sus gobiernos por la forma como gestionaron la emergencia sanitaria.
Sin contar a Italia, que nunca puede descartarse por completo, habrá elecciones en Portugal –presidenciales, el 24 de enero–; Holanda –parlamentarias, el 17 de marzo, en las que el primer ministro Mark Rutte busca la reelección–; Escocia –parlamentarias, el 6 de mayo–; Rusia –parlamentarias, 19 de septiembre-: Alemania –26 de septiembre, parlamentarias que marcan la retirada de la canciller Angela Merkel del poder– y República Checa –legislativas, 8 y 9 de octubre–.
La gestión de la pandemia ocupará un lugar central en el debate electoral y las agrupaciones populistas de derecha tratarán de capitalizar los miedos y frustraciones de la ciudadanía.
Entre más votos obtengan los ultras, más difícil será la formación de los gobiernos de coalición, y por tanto, proceder con los planes de recuperación.
Particular atención habrá en Holanda y Alemania, no sólo porque son fundadores del proyecto comunitario e importantes motores económicos, sus contiendas pueden ser históricas. En caso de que triunfe el premier liberal Mark Rutte en Países Bajos, se convertirá en el líder con más años en servicio en Europa, claro, si la canciller alemana Angela Merkel decide, como se prevé, no presentarse a las elecciones federales de otoño.
El abandono de la política por parte de Merkel dejará un vacío de poder en Europa, en el amanecer del nuevo año ninguno de sus posibles sucesores da señales de que podrá llenar “sus zapatos”.
A nivel institucional, la UE deberá acostumbrarse al formato reducido a 27 miembros. Pero aunque el Reino Unido se ha ido, el Brexit seguirá causando ruido. La aplicación del Acuerdo de Comercio y Cooperación entre la UE y el Reino Unido a partir del 1 de enero es provisional, para su conclusión requiere del visto bueno del Parlamento Europeo antes del 28 de febrero.
Además, los escoceses, que votaron mayoritariamente por la permanencia en la UE, van a las urnas el 6 de mayo. El desgaste de cuatro años y medio de negociaciones del Brexit, junto con la desfavorable percepción pública sobre el manejo de la crisis sanitaria, ha llevado a niveles récord el sentimiento independentista. De acuerdo con la encuesta elaborada por Savanta ComRes / The Scotsman, 58% de los escoceses votaría a favor de abandonar el reinado.
De salir vencedor el Partido Nacional Escocés de la premier Nicola Sturgeon, el año que arranca, podría marcar el inicio del final del Reino Unido.
Igualmente continuará persiguiendo a la UE el tema de la erosión del estado de derecho, no solo en Polonia y Hungría, también en Bulgaria, Chipre y Malta, en donde crecen las denuncias por corrupción Nuevas figuras radicales están emergiendo junto al húngaro Víktor Orbán, como el premier de Eslovenia, Janes Jansa, quien ha hecho de periodistas, abogados, opositores políticos, migrantes, Bruselas y todo lo que tenga que ver con liberalismo de izquierda, los blancos preferidos de su retórica.
En el rubro de exteriores, conforme las autoridades logren sofocar la crisis sanitaria, la UE tendrá tiempo para ocuparse de asuntos que quedaron en el baúl del olvido, como es la deriva autoritaria en Turquía, la crisis humanitaria y de refugiados en Venezuela y el Mediterráneo, el conflicto abierto en el este de Ucrania, y el frágil acuerdo de cese de hostilidades entre Armenia y Azerbaiyán.
Por fortuna, Europa ya no tendrá la preocupación de contar en la Casa Blanca con un socio hostil e impredecible como ocurrió con la presidencia de Donald Trump.
La llegada de Joe Biden y la creciente rivalidad con China, representa una oportunidad para reconstruir los lazos trasatlánticos y relanzar la imagen de la OTAN como garante de la estabilidad global.
También creará las condiciones para retomar el proceso de construcción del multilateralismo, reforzando instrumentos fundamentales como la Organización Mundial de la Salud y la Organización Mundial del Comercio.
La apuesta de Biden por las energías limpias, además constituirá un aliciente para la agenda verde de la UE y los esfuerzos globales para alcanzar los compromisos del Acuerdo Climático de París de 2015.
Con Biden las relaciones internacionales volverán a ser predecibles entre dos aliados incondicionales, aunque los logros conjuntos dependerán de qué tanto logren domar la pandemia y restaurar sus economías. ¿Tras la tormenta la calma?