Alguien muere en algún lugar del mundo cada 10 segundos debido a que no tiene actividad física: 3.2 millones de personas al año según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
A partir de la edad de los 50 años, hay una disminución gradual no solo en la actividad física sino también en las capacidades cognitivas, ya que ambas están correlacionadas. Sin embargo, ¿la actividad física impacta en el cerebro o al revés?
Para responder a esta pregunta, los investigadores de la Universidad de Ginebra (UNIGE), Suiza, y el NCCR (Lives Swiss National Centre of Competence in Research) utilizaron una base de datos de más de 100,000 personas entre 50 y 90 años cuyas capacidades físicas y cognitivas se midieron cada dos años durante 12 años.
Los hallazgos, que se publicaron en la revista Health Psychology, demostraron que, al contrario de lo que se pensaba anteriormente, las capacidades cognitivas evitan la inactividad de una manera más efectiva.
Todo lo cual significa que debemos priorizar el ejercicio de nuestros cerebros.
Estudios anteriores basados en la correlación entre la actividad física y la habilidad cognitiva postulaban que el primero prevenía el declive del segundo.
“¿Pero qué pasa si esas investigación solo contaban la mitad de la historia? Eso es lo que sugieren estudios recientes. Ya que, demuestran que nuestro cerebro está involucrado cuando se trata de realizar actividad física “, declara el investigador con sede en Ginebra.
Los investigadores de la UNIGE probaron formalmente las dos opciones posibles utilizando datos de la encuesta “SHARE”, que quiere decir “Encuesta de salud, envejecimiento y jubilación en Europa”. Esta es una base de datos que abarca más de 25 países.
“Aquí se estudiaron las capacidades cognitivas y el nivel de actividad física de 105,206 adultos de 50 a 90 años. Asimismo, se hicieron pruebas cada dos años durante un período de 12 años”, explica Matthieu Boisgontier. Él es investigador del Centro Nacional de Competencia en Investigación de Lives (NCCR Lives).
Las habilidades cognitivas se midieron usando una prueba de fluidez verbal (nombrando tantos animales como sea posible en 60 segundos) y una prueba de memoria (memorizando 10 palabras y recitándolas después).
La actividad física se midió en una escala de 1 (“Nunca”) a 4 (“Más de una vez por semana”).
Los investigadores de Ginebra emplearon estos datos en tres modelos estadísticos separados:
- En el primero, observaron si la actividad física predijo el cambio en las habilidades cognitivas con el tiempo
- En el segundo, si las habilidades cognitivas predijeron el cambio en la actividad física.
- Por último, en el tercero, probaron las dos posibilidades bidireccionalmente.
“Gracias a un índice estadístico, encontramos que el segundo modelo se ajustaba con mayor precisión a los datos de los participantes”, dice Cheval.
El estudio demostró, por lo tanto, que las capacidades cognitivas influyen principalmente en la actividad física y no al revés, como los estudios anteriores hasta la fecha habían postulado.
“Obviamente, es un ciclo virtuoso. Ya que, la actividad física también influye en nuestras capacidades cognitivas. Pero, a la luz de estos nuevos hallazgos, lo hace en menor medida”, señala Boisgontier.