Puerto Morelos -como municipio complementado por Central Vallarta, Leona Vicario y alguna que otra ranchería- vive los dos extremos: por un lado está su amplia riqueza natural que atrae inversiones que le dan viabilidad económica y por otro una lacerante pobreza por la falta de oportunidades de desarrollo para gran parte de su población.
Con razón los habitantes del denominado undécimo municipio se sentían abandonados por parte de las autoridades municipales de Benito Juárez. Y es que las grandes necesidades de Cancún, que como gigante hambriento devora todos los recursos que pudieran estar disponibles, no permitían atender a plenitud a Leona Vicario y Puerto Morelos.
Las campañas electorales en desarrollo han permitido desnudar, ver en su máxima expresión las necesidades no solo de infraestructura, sino de sustento básico que se padece en gran parte del nuevo municipio.
Los 3,500 cuartos de hotel de alta calidad con los que cuenta Puerto Morelos triplican las que pudieran tener centenarias capitales como Mérida o Campeche. Por si sola la actividad turística porteña genera una cantidad de empleos que casi iguala al número de habitantes, unos 27,000, pero el beneficio local es casi nulo.
Y no es que no reciban beneficios económicos de la llamada industria sin chimeneas. El pequeño gran detalle es que la gran mayoría de los puestos de trabajo están ocupados por gentes que todos los días viajan de Playa del Carmen, Tulum y Cancún, que tienen una amplia preparación y conocimientos en la atención de turistas.
Menos de 1,000 portomorelenses trabajan de manera directa en la industria turística local y eso habla de la necesidad de un gran acuerdo entre hoteleros, sindicatos y autoridades, para diseñar un plan de reacomodo de la mano de obra, pero ello implica necesariamente un programa amplio de capacitación para el trabajo turístico de los habitantes del nuevo municipio.
Central Vallarta tiene su guardadito con la ruta de las cenotes, que cuenta con un potencial aún por desarrollar y Leona Vicario simplemente sobrevive con la ayuda de una enorme tolerancia a la frustración desarrollada a los largo de décadas, como cuando se acabó la explotación del chicle en la zona o al quedarse aislado del turismo carretero con la construcción de la autopista o al cancelarse el proyecto anunciado por Pemex en 1996 para instalar en la zona un macro centro de almacenaje de combustibles.
La activación económica del nuevo municipio, especialmente en las regiones donde el turismo está ausente, requiere inversión y proyectos de largo plazo, pero también de autoridades con una visión amplia de lo que se requiere, de funcionarios públicos que vean más allá del parque central de Puerto Morelos, que logren superar la barrera psicológica impuesta por la autopista que divide al municipio.
La visión pueblerina con la que siempre se han tratado las cosas en Puerto Morelos no sirven en ningún lugar. En todo el mundo hay ejemplos exitosos de cómo pueblos como el undécimo municipio ofrecen una enorme calidad de vida a sus habitantes a través del desarrollo de esquemas productivos que respetan sus tradiciones y recursos.
Laura Fernández Piña, la candidata de la alianza “Somos Quintana Roo” que lidera el PRI, los conoce, tiene experiencia y puede desarrollar cosas interesantes en Puerto Morelos.
Es momento de que Puerto Morelos deje de ser tratado como una comunidad aislada, que se le pretenda colocar en una cápsula en el que se congele el tiempo. Requiere políticas globales que lo inserten en el mundo, que capitalice su potencial y Manuel García Salas, candidato del PAN-PRD a la presidencia municipal, no es la opción para lograr ese objetivo.
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