Pumas salva con empate un punto del volcán

Pumas de Universidad Nacional sigue con vida, por lo menos ahora. Enfrentará los noventa minutos restantes de los cuartos de final, en el Volcán, donde Tigres marcha favorito. Los goles de Pablo Barrera y Fidel Martínez encaminaron una igualada por 2-2 en la que los de CU sufrieron de más, en la que los contragolpes y velocidad del rival fueron fulminantes. Pese a lo complejo, pudieran obtener su recompensa. La moneda sigue en el aire. UNAM no tenía nada que perder.

Salió a su campo con su once habitual, solo con la incorporación de Kevin Escamilla, en lugar de Javier Cortés, ausente desde hace casi un mes por lesión. La propuesta de Francisco Palencia era quitarle el balón a Tigres, reprimir sus intentos de ataques y contragolpear utilizando las bandas; la velocidad de Pablo Barrera y Jesús Gallardo, esa es la fórmula que les ha entregado dividendos a lo largo del semestre.

Al minuto 7, lo que parecía sería una noche digna de recordar, comenzó a torcerse. Jürgen Damm recogió la pelota desde el mediocampo, se pegó a su banda y partió desde ahí, para, unos metros más adelante, filtrar el esférico a Ismael Sosa, y éste, con un movimiento, se deshizo de Darío Verón, su marcador, para quedar en solitario y fusilar a Alejandro Palacios. 0-1 y más de 90 minutos para alcanzar al rival.

Los fantasmas del pasado, y hasta recientes, acechaban el Olímpico de CU. Tigres ha representado en los últimos 12 meses un verdadero tormento par Pumas. En diciembre del año pasado le dejó sin título; hace algunas semanas les arrebató el invicto en casa, con una goleada memorable, y en los primeros instantes de este compromiso, ya remaban cuesta arriba. Y las cosas empeoraban, porque en un par de embates consecutivos de los de casa, les hizo falta fortuna y puntería para lograr el empate.

El paso del cronómetro también acrecentó las diferencias en el campo. Si bien Tigres se replegaba, por momentos, cuando trataba de profundizar, hacía demasiado daño. Como al 20′, cuando Aquino superó ampliamente a Van Rankin en la parcela derecha; se internó en el área y su centro estuvo a nada de culminar en gol. La comba del balón hizo un extraño y pegó en el poste izquierdo, ante la sorpresa del público en las gradas.

El accionar de los de casa se resume en un concierto sin pausa de centros, en el asedio inicial al enemigo, la misma insistencia, pero idéntica ineficacia a la hora de rematar. Tigres aguantaba. Fue un duelo entretenido, en el que la propuesta consistía en superar al de enfrente a base de vértigo: la visita partía desde la media, proyectando a André Pierre Gignac o Sosa, quienes competían con los centrales contrarios. Universidad apostaba por el flujo de las bandas.

Al 32′, un centro, otro de varios, que parecía no llevar peligro, se encontró en el camino con la mano de Juninho, el capitán de Tigres; Jorge Isaac Rojas, el árbitro, pese a dudarlo de manera inicial, terminó decretando la pena máxima, misma que convirtió en gol Pablo Barrera.

La pizarra indicaba el 1-1. El estadio estalló en júbilo y los protagonistas en la cancha recuperaron el espíritu combativo. Los auriazules cerraron así el primer tiempo y con la expectativa de un complemento que indicaba más anotaciones, al menos, en el papel. Nuevo silbatazo y un Pumas aguerrido, que se lanzó al ataque. Controlaban la pelota y le daban circulación, pero Tigres no perdona. Al 48′, de nuevo Ismael Sosa buscó una pared con Jürgen Damm, y a velocidad, una vez más, se deshicieron de la marca de sus más cercanos rivales. El argentino le devolvió la asistencia al volante mexicano y éste fusiló, ahora con la zurda. Muy rápido, la visita volvía a ponerse delante en el marcador: 1-2.

El tiempo transcurría y más de lo mismo. Pumas redujo a intensidad, atosigado por el agobio de un sinodal que no dejó de presionar, que cerraba espacios y cortaba circuitos. La versión más asociativa de Tigres se vio durante el complemento, cuando se jugaba la recta final del mismo. Y cuando todo parecía que se inclinaría por la experiencia del ‘Tuca’ y los suyos, llegó una luz, el tanto del empate, por cuenta de Fidel Martínez, quien había deambulado inédito en el terreno de juego.

El ecuatoriano rompió el fuera de lugar de la zaga de Tigres y tomó la pelota, para, en dos tiempos, batir a Nahuel Guzmán y los zagueros del enemigo, que reclamaban el offside. Anotación y golpe anímico a favor de Universidad, que si bien volvió a presionar, no tuvo tiempo ni oportunidades para aumentar su cuenta. El empate les da margen para pensar en un resultado favorable en el Volcán, pero parece una misión imposible. Todo se definirá el sábado.

Salir de la versión móvil