El Caribe Mexicano, su industria turística y sociedad, se encuentra ante un parteaguas que puede definir su futuro en el muy corto plazo.
Desde que surgió Cancún como consecuencia de un ejercicio de planeación y trabajo entreverado de por lo menos tres generaciones, la región ha sorteado crisis que la han puesto a prueba. De hecho, por lo menos desde 1955 cuando el huracán “Janet” destruyó Chetumal, Quintana Roo ha demostrado una y otra vez su resiliencia.
Su capacidad de levantarse de los desastres quedó demostrado después de los graves destrozos provocados por los huracanes “Gilberto” en 1988, “Emily” y “Wilma” en 2005, ambos en el norte del estado y “Dean” (2007) en el sur. El brote de influencia de 2009, que prácticamente obligó a cerrar al destino durante semanas, fue tan catastrófico como cualquier ciclón.
De todo ello el Caribe Mexicano salió adelante con solidaridad, trabajo y esfuerzo.
Ahora enfrenta otro embate. Un “huracán” surgido de la maldad del hombre que, como los ciclones nacidos en aguas del Caribe, ha crecido convirtiéndose en un auténtico monstruo gracias a las “aguas cálidas” que encuentra en su camino con la corrupción, la impunidad y la colusión de políticos y empresarios que lo protegen, alimentan y “lavan” sus ingresos.
El narcotráfico, que influye en muchas cosas, pretende apropiarse de todo y para ello abiertamente intimida a la autoridad con actos parecidos a los empleados en Colombia en los años 80 y 90, similares a los que devastaron las economías de Sinaloa, Michoacán, Ciudad Juárez o Tamaulipas.
En esos lugares, a lo largo de más de 12 años el gobierno federal dio bandazos en las acciones que implementó, pero se supone que a lo largo de ese tiempo afinó su estrategia y eso podría ser una ventaja para Quintana Roo ahora que tiene la atención de la federación que respondió al llamado que hizo el gobierno de Carlos Joaquín para reforzar la seguridad pública.
El Gobernador lo dijo en La sobremesa y lo ratificó en el mismo foro el fiscal Miguel Ángel Pech Cen: las fuerzas de seguridad y de procuración de justicia se recibieron desmanteladas y en los últimos lugares de efectividad según los estándares de medición de la federación.
La delincuencia creyó que en ello tenía una ventaja competitiva y quiso probar fuerzas. Afortunadamente encontró resistencia y la federación, al parecer, actuó de manera rápida con el envío de una policía mejor preparada y equipada que la local.
Además, hay también en la sociedad, ciertamente temerosa, un sentido de responsabilidad y solidaridad. Trabajadores turísticos, empresarios y grupos de la sociedad civil que generan material audiovisual para motivar a través de las redes sociales acciones en beneficio del destino.
Sin duda es una buena iniciativa, pero cada grupo va por su lado. Debe cohesionarse para hacer un solo bloque.
Que la delincuencia nos encuentre unidos como sociedad, que se tope con autoridades fortalecidas o de lo contrario a la vuelta de la esquina el Caribe Mexicano puede repetir la historia de otros destinos que hasta ahora no han demostrado su capacidad de recuperación.
Los huracanes han postrado a Quintana Roo y se ha levantado. La delincuencia es una amenaza ante la que todavía estamos de pie. No permitamos, sociedad y gobierno, que nos doblegue.
Hay miedo y preocupación, pero no hay que quedarse paralizados ante ello.
Platea
La administración de Remberto Estrada Barba hizo un esfuerzo económico para equipar a la policía de Cancún con modernas patrullas. Sin duda, es una acción espectacular que viste a su gobierno.
Sin embargo, además de la “fachada”, al interior de la Policía hay temas pendientes que generan intranquilidad y que debe atenderse perentoriamente para que los elementos dejen de distraerse en manifestaciones.
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