Los dirigentes mundiales intentan este jueves zanjar sus diferencias para aportar respuestas concretas a la pandemia de coronavirus, que ya ha contagiado a más de 1.5 millones de personas en el mundo y avanza rápidamente en Estados Unidos.
Los ministros de Finanzas europeos intentarán este jueves por la tarde acercar sus posiciones y lograr una respuesta económica común a la crisis sanitaria, tras un primer encuentro esta semana que terminó en fracaso.
Los países del norte, especialmente Holanda y Alemania, y del sur se enfrentan sobre una posible mutualización de la deuda.
La presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde, hizo un llamado para que los 27 negocien “codo a codo” para responder a la crisis con medidas presupuestarias.
En el ámbito diplomático,el Consejo de Seguridad de la ONU va a intentar olvidar sus divisiones, sobre todo en lo referente a las relaciones sino-estadounidenses, en un encuentro por videoconferencia a puerta cerrada dedicado a la COVID-19, el primero desde el inicio de la pandemia.
El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, subrayó que es “el momento de la unidad”, y no de las críticas, después de que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, reprochara la gestión de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Otra reunión clave este jueves es la de los miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y sus aliados, liderados por Rusia, que se enfrentan a caídas espectaculares del precio del petróleo debido a la pandemia y la reducción brutal de la demanda.
Según el ministro kuwaití de Petróleo, Jaled al Fadhel, el objetivo es “restablecer el equilibrio del mercado e impedir nuevas caídas de los precios”, y por ello se plantean reducir la producción en entre 10 y 15 millones de barriles diarios.
Mientras tanto, la pandemia no da tregua y el patógeno sigue propagándose. Del millón y medio total de contagiados, casi 89.000 han muerto, según un recuento de la AFP establecido este jueves basándose en fuentes oficiales.
Estados Unidos (432.132 casos y 14.817 muertos) es el país con más infecciones y donde la enfermedad avanza más rápidamente.
En Nueva York, epicentro del brote estadounidense, se registró un récord de 779 muertes en 24 horas, pero el gobernador Andrew Cuomo dijo que la curva de la epidemia parecía estarse aplanando.
“Con suerte vamos hacia el último tramo, hacia la luz al final del túnel”, dijo Trump.
En Europa, Italia y España seguían encabezando la lista negra de los países más azotados por la tragedia.
El balance diario español se redujo este jueves tras dos días consecutivos al alza, con 683 fallecidos en 24 horas. Pero el número total de decesos superó la cifra simbólica de los 15.000.
Las autoridades sanitarias destacan desde hace días que España ya superó el pico de contagios, pero siguen pidiendo a la población mantener el respeto a las medidas de distanciamiento social para poder “aplanar la curva” de la epidemia.
Italia, con 139.422 casos y 17.669 muertos, es el país con mayor número de fallecimientos del mundo.
Una brizna positiva surgió entre tantas cifras nefastas cuando un bebé de dos meses de edad, probablemente el paciente más joven de COVID-19 en Italia, fue dado de alta este jueves de un hospital de la ciudad de Bari tras haber superado la enfermedad.
En el Reino Unido, se registraron 938 muertos en 24 horas, mientras el primer ministro, Boris Johnson, seguía en cuidados intensivos aunque su estado “mejora”, según su ministro de Finanzas.
A partir de este jueves, millones de cristianos confinados en los cinco continentes van a celebrar la Pascua en unas circunstancias inéditas.
Sin fieles, el papa Francisco celebrará en el Vaticano la misa del Jueves Santo, en el que se recuerda la Última Cena de Jesús, uno de los momentos más importantes del año litúrgico.
Debido al coronavirus, el pontífice argentino no podrá efectuar el ritual del lavatorio de los pies.
Las autoridades de los países más fervorosos han insistido en que durante estas fiestas, en las que tradicionalmente se reúnen las familias, se respeten más que nunca las consignas de confinamiento.
En España, los fieles han echado mano de la tecnología y de alguna que otra ocurrencia insólita para la Semana Santa. Las procesiones, una tradición popular muy poderosa en el país, se han trasladado a las redes sociales para que los creyentes puedan revivir la Pasión de Jesús.
En Sevilla, Pablo Murillo, católico practicante y padre de cuatro hijos, cuenta, divertido, que su hijo de 12 años “pone el altavoz en el cuarto de baño y se ducha con marchas de Semana Santa”.
En América Latina y el Caribe, se han registrado 1.814 muertes y unos 45.000 casos.
Brasil es el país de la región más golpeado, con 800 muertos y 15.927 casos declarados, según los últimos datos del ministerio de Salud. El miércoles las autoridades confirmaron un primer contagio en la etnia yanomami, un comunidad indígena amazónica que estuvo aislada del mundo hasta mediados del siglo XX y es especialmente vulnerable a enfermedades.
El gobierno de Ecuador, el segundo país más afectado de la región, dijo por su parte que castigará con cárcel las violaciones de la cuarentena.
En la ciudad ecuatoriana de Guayaquil, considerada la ciudad latinoamericana más golpeada por la COVID-19, quedó varado un vuelo que repatriaba a 300 europeos rumbo a París debido a un problema técnico.
La oenegé Oxfam advirtió que 500 millones de personas en todo el mundo podrían caer en la pobreza por la pandemia si no se adoptan planes de ayuda.
“Esto podría constituir a escala mundial un retroceso de 10 años en la lucha contra la pobreza, y un retroceso de 30 años en regiones como África subsahariana, Oriente Medio o el norte de África”, según su informe titulado “El precio de la dignidad”.
“El pobre no tiene ingresos, no tiene nada ahorrado”, dijo Maria de Fatima Santos, una jubilada en una favela de Rio de Janeiro, donde estas sobrepobladas comunidades viven bajo el miedo de una explosión de casos de coronavirus.