Hay preguntas que no nos hacemos por la premura de las tareas cotidianas, o simplemente porque la respuesta nos atemoriza. ¿Qué clase de país que le dejaremos a nuestros hijos?
Estos son tiempos difíciles en lo económico y en lo político. Son tiempos de incertidumbre. Tiempos que presagian tiempos peores.
Muchos y muchas piensan en hacer un testamento. Los testadores le hacen al notario la relación de sus bienes –la relación de sus males la hacen ante el médico o ante el cura- y a los parientes, a veces amigos, a veces mascotas, que serán los beneficiarios.
Pero casi nadie piensa en el futuro, en el destino del país que le estamos dejando a nuestros hijos o nietos. Es la herencia en la que no se piensa.
Y es más importante este legado que la casa, las joyas, los terrenos o las obras de arte.
Porque el país es la gran casa, es el inconmensurable hogar donde se supone que todos debemos caber.
Pero que clase de país le estamos a nuestros hijos o nietos?
Un país que hemos sido incapaces de hacer menos desigual.
Un país que henos sido incapaces de hacer menos corrupto.
Un país que hemos sido incapaces de hacer menos cínico.
Un país que hemos sido incapaces de hacer menos violento.
Le estamos dejando a nuestros hijos el país de la desigualdad, con millones de pobres hoy y al que se sumarán los pobres y los miserables de mañana.
Le estamos dejando a nuestros hijos un país en una guerra no declarada que deja más muertos cada día que en Siria o que en el Congo.
Le estamos dejando a nuestros hijos un país desmantelado, donde todo se vende al mejor postor. Donde la justicia es una mercancía más. Donde la política es el espacio de la ruindad.
Le estamos dejando a nuestros hijos el país de la sangre, de la insalubridad, de la contaminación del subsuelo, de ríos y mares. Y sobre todo el país de la vesania y la degradación moral.
Una democracia pirata, falsificada, adulterada, con ruedas de molino que desgraciadamente millones se tragan por necesidad, por ignorancia o por masoquismo.
les estamos heredando un país dominado por políticos de medio pelo, incapaces de diseñar un proyecto nacional de largo alcance. Políticos a los que sólo interesa el poder y no el bien de la gente.
Le estamos dejando un país dominado por cacicazgos regionales.
Un país de mafias que han envenenado el futuro.
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