Óscar González
Café Negro
¿Qué quiere don Pancho?
A la hora de extender la mano con la palma hacia arriba Francisco Córdova Lira es un gran amigo de los gobiernos priistas. Su historia en Quintana Roo es una de grandes éxitos, digna de un Midas. Pareciera que todo lo que toca se convierte en oro, pero en realidad lo que mejor sabe tocar son puertas –y más específicamente, las puertas traseras–.
A Pancho Córdova le gusta mucho la imagen del empresario exitoso formado en la cultura del esfuerzo y no cabe duda que ha demostrado olfato, sentido y trabajo al contribuir a forjar algunos de los parques temático-turísticos más importantes del mundo.
“No me des; sólo ponme donde hay”, ruegan todas las mañanas y las noches los empresarios mexicanos que se acercan a los gobiernos como moscas a la miel –o a otras fuentes de alimento que atraen a esos personajes– para recibir graciosas concesiones y prebendas que les permitan, eso sí, amasar grandes fortunas, aunque luego las barnicen de responsabilidad social para ennoblecer su imagen y hasta para curar sus conciencias. Luego les da por pretender poner y quitar, decidir y mandar más allá del anchuroso reino cubierto por su generosa nómina.
Don Pancho no pudiera decir, con Salvador Díaz Mirón, “mi plumaje no es de esos”. El coqueteo con la política es un medio idóneo para que los que quieren que les toque se ubiquen en el “tocadero”. Hace poco más de dos décadas, luego del sospechoso aborto de la aventura opositora con Eduardo Pacho Sánchez, Córdova lucía como el líder natural de la derecha –y la izquierda– para enfrentar al sempiterno PRI en Quintana Roo. Sin embargo, los seductores cantos de las sirenas de las promisorias aguas de los millonarios negocios hicieron que tomara sus banderas democráticas, ciudadanas y libertarias, las hiciera rollito y se las guardara en… un arca que luego selló con una alianza con el PRI-gobierno, dejando con un palmo de narices a quienes veían en él la esperanza para derrotar al autoritarismo monopartidista.
Como moneda de cambio para deponer su activismo, don Pancho recibió del gobierno de Mario Villanueva Madrid la concesión para remodelar la Casa de Gobierno en Cancún, y como pilón obtuvo la mitad del predio en propiedad. No es difícil suponer que en el paquete estaba incluida la construcción ahí de una casa de cuyo enorme valor se benefició al venderla en alguna cantidad de dinero escandalosa, un monto que bien pudiera sostener a varias generaciones de una familia, sin apuro alguno.
La inconfesable buena relación de aquel que se promovió ante la ciudadanía de Cancún como el primer alcalde opositor con el gobierno priista le permitieron ofrecerle al Grupo Xcaret la jugosa concesión para la explotación de la extraordinaria caleta de Xel Ha en tierras continentales cozumeleñas y El Garrafón en Isla Mujeres, que ahora son negocios multimillonarios como parques temáticos y recreativos conocidos en todo el mundo.
Sabedor de que calladito se veía más bonito, de pronto Córdova Lira era la mascota empresarial emblemática de los gobiernos priistas, ejemplo de la virtuosa colaboración entre la iniciativa privada y el sector público, infaltable en cuanto evento gubernamental se llevara a cabo.
Ahora preocupa mucho –no al gobierno, sino a la ciudadanía– que al parecer a don Pancho se le ha vuelto a inflamar la vena contestataria. De nuevo se le identifica como cabeza de continuas protestas y hasta manifestaciones por el tema que sea, sin importar su naturaleza. Otra vez está proponiéndose como opción ciudadana para gobernar al municipio de Benito Juárez y se manifiesta asqueado por la opacidad antidemocrática de los gobiernos priistas. Como antaño, está tratando de proyectar esa imagen de hidalgo quijote que lucha denodadamente contra los monstruosos molinos de viento del priismo autoritario.
Allá él, si de pronto fue atacado por la amnesia política y pretende volver la el puño contra el sistema que lo ha enriquecido hasta el vértigo en este par de décadas. Está en su derecho. Pero lo que en verdad lo que nos debe inquietar a todos es a qué le habrá echado el ojo ahora, qué predio, concesión o negocio con el gobierno ha despertado, como antes, las inconmensurables ambiciones de Córdoba Lira.
¿Qué es lo que quiere don Pancho? ¡Aguas!
GRILLOGRAMA
Un poco más…
Dejando su frac allá
Don Panchito, el buen quijote
Va de nuevo a hacer borlote
¡Por si cae otro Xel Ha!