La redacción pulcra en el diario impreso más importante de la Península en el que trabajé 20 años demeritó porque con la reducción de costos se eliminó un sinfín de filtros por los que pasaba el material antes de su publicación.
Entonces el periódico se llenó de errores, pero no había castigo para nadie aún ante pifias de primaria.
“Mientras haya impunidad, mientras nadie pague los platos que rompe, las cosas seguirán igual o peor”, decía uno de los ejecutivos.
“Y mientras no haya castigos, la gente seguirá cometiendo errores infantiles”, decía con razón.
La impunidad está presente entre los mexicanos, cuya confianza hacia las instituciones se ha erosionado a lo largo de la historia porque en la percepción de la gente nunca se castiga a los poderosos que incurren en faltas que los afectan.
Pero el autoritarismo también ha dejado huella y es común que se le extrañe, incluso se le añore, como ocurrió cuando concluyó la administración de Mario Villanueva Madrid.
El estilo “suave” de Joaquín Hendricks Díaz -quien dividió opiniones el domingo en Chetumal al recibir abucheos y aplausos durante el acto que encabezó el gobernador Carlos Joaquín González luego de rendir protesta- contrastó con la “dureza” de Mario Villanueva Madrid y era común escuchar a gente que lo extrañaba.
A Hendricks se le dificultó justamente encarrilar su gobierno, porque en la clase política se extrañaba “al ingeniero”, a quien Carlos Joaquín mencionó el domingo como “licenciado”, porque ya se graduó en leyes.
Hendricks Díaz tenía, además, la desconfianza de los políticos y debió armar su gabinete con lo que tenía, con muchos villanuevistas y con algunos “muertos” de lejanos sexenios a los que revivió.
Quintana Roo acaba de terminar un período marcado también por el autoritarismo, pero a diferencia de Joaquín Hendricks, Carlos Joaquín llega en medio de grandes expectativas de toda la sociedad, especialmente de algunos sectores que esperan sean su vengador.
Más allá de los jaloneos entre integrantes de su equipo y de los intereses de los partidos políticos que lo postularon, no tiene mayores problemas para integrar su gabinete y, como cereza del pastel, nadie extraña a Roberto Borge Angulo, porque quienes pudieran hacerlo también se van sin que el futuro les preocupe.
Con esa cierta “comodidad”, Carlos Joaquín tiene el gran reto de cumplir las expectativas, especialmente las relacionadas con el combate a la corrupción y la impunidad. No solo parar el saqueo, sino castigar a quienes se enriquecieron con el erario.
Si Carlos Joaquín logra empatar el discurso, las fuertes advertencias que hizo el domingo con los hechos, habrá cumplido con la sociedad.
No importa si construye carreteras, si gestiona la construcción de alguno de los puentes sobre la laguna Nichupté o logra un respiro en las finanzas con una renegociación de la deuda. Eso pasa a segundo término. Lo que la gente quiere es castigo a los malos funcionarios.
Y el advirtió que “quien la hace la paga”. Tendrá que hacer valer su palabra.
Platea
La danza de nombres alrededor del gabinete de Carlos Joaquín sigue a la orden del día. Muchas posiciones aún no se definen y hay cambios de última hora en otras que se supone estaban definidas.
La presencia y la ausencia de algunos en el gabinete ha sido motivo de comentarios. Por ejemplo, se extraña en la Secretaría de Turismo a Darío Flota Ocampo, director del Fideicomiso de Promoción de la Riviera Maya.
Habrá que esperar varios días más antes de ver una alineación completa, pues incluso el nuevo gobernador tiene intenciones de fusionar algunas dependencias.
Twiterlandia
“Venciendo los miedos que nos dividían, trabajamos y confiamos en nosotros. Hoy contra viento y marea llegamos a buen puerto #CambioQRoo”.- Carlos Joaquín
“@betoborge tuviste la oportunidad, Hoy tú tiempo terminó y empieza el tiempo D los Quintanarroenses”.- Daysi Baeza, la mujer más poderosa en el gobierno de Mario Villanueva.
“Todas y todos los que conformamos esta administración seguiremos trabajando por Quintana Roo”.- Roberto Borge
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