En varios sentidos la XV Legislatura está, como la quinceañera que es, en un auténtico jolgorio y no es para menos: sus líderes panistas y perredistas, que se repartieron el poder, hacen y deshacen con el presupuesto del Congreso. No hay austeridad que les valga.
Sin embargo, en el aspecto político la quinceañera luce con el vestido raído, con los tacones despegados, con el maquillaje chorreado, sin chambelán que le preste atención y con los invitados que no paran de cuchichear sobre su suerte.
Quienes regentean hoy en día a la XV Legislatura tienen las ilusiones rotas, el mundo de caramelo que soñaron simplemente no es completo, es finalmente amargo, porque más allá del abultado presupuesto a su disposición no pasarán a la historia como los mejores legisladores. Al contrario, su trabajo legislativo será lo menos que se recuerde.
Dan tumbos un día sí y el otro también.
Allí está por ejemplo su fallido intento por hacer a un lado a Javier Zetina González de la Auditoría Superior de Fiscalización. Según los líderes del Congreso, el ya famoso y “buleado” “Javicho” quiso sorprender a la XV Legislatura haciendo efectiva su renuncia el 31 de marzo, el mismo día en que todos los entes fiscalizados tenían de plazo para entregar su cuenta pública del 2016.
Pero en realidad, son los regenteadores del Congreso los que quisieron sorprender a la sociedad con ese argumento. En realidad, la capacidad no les alcanzó para visualizar esa coyuntura en el momento en que recibieron la carta de renuncia.
Debieron alertar de ello desde el primer minuto, pero no lo hicieron porque desconocían del plazo para la entrega de las cuentas públicas.
Además, el argumento es de una quinceañera inocente, porque en todo caso la Auditoría Superior de Fiscalización no es “Javicho”. Hay toda una estructura que realiza el trabajo de recepción y de revisión, acción que no la hace directamente Zetina González.
El plazo que se venció el 31 de marzo era para que los entes fiscalizables, entre ellos los ayuntamientos, entregaran las cajas que contienen los documentos de sus cuentas. Solo debían llevarlas, como lo hicieron, y recibir actas de recepción.
Para ello no era necesaria la presencia de “Javicho”. Más bien la decisión de no aceptar su renuncia responde a otras razones que, muy probablemente, salga más allá de la capacidad y poder de decisión de los diputados.
Más allá de los intereses que represente, de las espaldas que proteja, se puede prever que Zetina González permanecerá un buen tiempo más al frente de la Auditoría Superior de Fiscalización, quiérase o no con el aval del propio Congreso que validará todo lo que en adelante haga “Javicho”.
No hay que descartar que veamos a panistas y perredistas aprobando las cuentas que “Javicho” les mande, las cuentas borgistas.
Por lo pronto, “aiga sido como aiga sido”, Zetina González ganó una decisiva partida a la quinceañera decolorada, que se perfila como una inesperada centinela de las espaldas de Roberto Borge.
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