Quintana Roo celebra 46años de su existencia como estado Libre y Soberano.
Quintana Roo, no sólo es un espacio fulgurante en la geografía, sino un sentimiento que se afinca en viejos sueños. Vivir en el Caribe nuestro es una emoción innombrable. Es una huella luminosa en el alma, es un resplandor en la mirada.
Quintana Roo es una pasión tejida en el alma de los trashumantes que aquí encontraron paz, pan y destino.
Quintana Roo es la conjunción de los tiempos en un espacio que la historia fue definiendo. Es nostalgia en la frente cansada y triste de los ancianos que siempre la concibieron en los sueños de la selva, en los caminos abiertos a machete , en los campamentos madereros, en los hatos chicleros, en los pueblos aislados del litoral y en las comunidades donde los indígenas tejen a diario una historia de voces subterráneas.
El acta de nacimiento de esta entidad federativa tiene una fecha precisa: el 24 de noviembre de 1902, que cuando se erigió el Territorio Federal que lleva el nombre de uno de los más respetados próceres de nuestra independencia, don Andres Quintana Roo.
La decisión de crear el Territorio Federal fue acabar con los rebeldes de Chan Santa Cruz y afianzar la soberanía nacional en esta latitud, codiciada entonces por el imperio británico que ya se había apoderado de Belice.
Los antecedentes de la creación del Territorio Federal , se encuentran en la guerra que los mayas iniciaron en Tepich el 30 de julio de 1847, para la reconquista de su autonomía y de su dignidad ultrajada.
A mediados del siglo XIX, los mayas arrinconados en la selva, cuando muchos penaban que la guerra había terminado, se levantaron de nuevo alrededor de su cruz invencible, formaron un gobierno propio, tuvieron un ejército, y su lengua adquirió nueva fuerza para nombrar la dignidad reconquistada. Chan Santa Cruz se convirtió en el eje espiritual de la resistencia maya.
El derecho al autogobierno se formalizó el ocho de octubre de 1974. Pero antes, mucho antes, generaciones de quintanarroenses, de habitantes de esta tierra lucharon porque fuera libre, porque fuera soberana, porque tuviera una identidad propia.
En las primeras tres décadas del siglo pasado, llegaron miles inmigrantes de varias regiones del país a trabajar en el corte de madera y en la extracción del chico-zapote. Es así como surgió una nueva estirpe de hombres y mujeres dispuestos a conquistar y a inventar una nueva vida.
Otros miles llegaron, y volvieron a nacer aquí, descifrando el enigma de las estrellas de este cielo insospechado que ya era su nuevo hogar. Vinieron de muchas partes del país, de Centroamérica, de las Canarias, de Líbano, de Siria y de las islas del Caribe. De sus lugares de origen sólo conservaron un nebuloso recuerdo. Si acaso una lágrima pudorosa y un leve suspiro anudado en el pecho.
En 1931, un decreto arbitrario dividió al Territorio Federal entre los estados de Campeche y Yucatán. Los residentes, orgullosos de su identidad de quintanarroenses, se sintieron despojados y se organizaron para combatir el desafuero. El Comité Pro Territorio fue el eje de la resistencia. Sus dirigentes enfrentaron acoso, persecución y cárcel, hasta que el general Lázaro Cárdenas escuchó el reclamo de la habitantes de esta tierra durante su visita a Payo Obispo, ahora Chetumal, en su calidad de candidato a la presidencia de la República. Entonces dejó su palabra en prenda de reintegrar a Quintana Roo como Territorio Federal, lo que hizo a una semanas de asumir la titularidad del Poder Ejecutivo.
El siguiente paso fue luchar por alcanzar la categoría de Estado Libre y Soberano. No fue fácil, pero para alcanzarlo fueron fundamentales dos hombre: Javier Rojo Gómez (gobernador de 1967 a 1970) , que puso los cimientos de infraestructura y apoyó desde un principio el proyecto Cancún, y Luis Echeverría Alvarez, que desde la presidencia de la República fue un convencido de la fundación de Cancún y un aliado firme para la erección del estado.
El ocho de octubre de 1974, se publicó en el Diario Oficial el decreto que erigió al estado Libre y Soberano de Quintana Roo. Pero el deseo y el reclamo del autogobierno de esta tierra se empezó a gestar mucho antes. Desde 1849, cuando el caudillo indígena Venancio Pec dejó sentado que los mayas querían en esta tierra un gobierno propio. Por eso Quintana Roo tiene una deuda pendiente con los mayas, que todavía sufren marginación y que padecen el desdoro de ser llevados y traídos como elementos de ornato para actos cívicos y políticos de la más variada ralea.
Quintana Roo celebra 46 años de existencia como Estado. Es una historia que ha merecido la pena vivir.