Hace unos días se conmemoró el 42 aniversario de la erección del Estado de Quintana Roo. Se pronunciaron los discursos de rigor, en esta ocasión con un acento distinto, particularmente con la conceptualización de un quintanarroismo moderno, ajeno a sectarismos que tanto degradaron y dañaron en el pasado reciente este concepto, al volverlo bandera coyuntural.
El Quintana Roo de hoy no se puede concebir ni entender sin el Quintana Roo de ayer.
A pesar de que el Estado de Quintana Roo se erigió el ocho de octubre de 1974, el acta de nacimiento de Quintana Roo tiene la fecha del 24 de noviembre de 1902 cuando se erigió el Territorio Federal que lleva el nombre de uno de los más respetados próceres de nuestra independencia, don Andrés Quintana Roo.
Los quintanarroenses de hoy no debemos olvidar esta fecha, porque significa el nacimiento de una entidad federativa que fue y es bastión de la soberanía nacional en este hermoso jirón de la patria.
México comenzó a tener presencia y conciencia del caribe cuando se creó el Territorio Federal de Quintana Roo el 24 de noviembre de 1902.
Los antecedentes de la creación del Territorio Federal de Quintana Roo, se encuentran en la guerra que los mayas libraron por su autonomía a partir del 30 de julio de 1847.
No se puede hablar de la creación del Territorio Federal de Quintana Roo, sin recordar a los mayas invictos de Chan Santa Cruz. Si hoy todos nos reconocemos como quintanarroenses en un mismo espejo sin fisuras, es porque somos fruto de una misma historia, que es la continuidad de un esfuerzo colectivo y que es la supervivencia de un sueño compartido.
Ese esfuerzo colectivo y ese sueño compartido es el que posibilitó que el entonces territorio federal venciera obstáculos, superara dificultades y se proyectara hacia el futuro con el ímpetu de la certidumbre.
Aquí, en esta geografía donde se han eslabonado esfuerzos generación tras generación, nunca nadie perdió la fe ni en los momentos más difíciles.
Por eso, al celebrar los primeros 42 años de la erección del Estado de Quintana Roo siempre debemos tener presente que venimos de una larga historia, una historia marcada por etapas duras, difíciles, donde hubo que luchar y vencer muchas adversidades de la naturaleza, de un centralismo que afortunadamente ya es cosa del pasado y también de satrapías locales superadas por la voluntad ciudadana expresada en las urnas. La historia nos enseña no sólo a conocer el pasado sino a vislumbrar el futuro.
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