Doña María Eugenia Ruíz Novelo escribió un libro que será referencia obligada para el buen gusto: Cocina de la Península de Yucatán. La semana pasada se presentó en Cancún ante selectos invitados. Para esa ocasión escribí un texto que comparto:
Este libro es un homenaje al paladar; al buen gusto; al bien vivir. Es un homenaje al espíritu.
Porque la comida peninsular yucateca nace de una confluencia de tradiciones: la maya y la española, pero también ha recibido benéficas influencias libanesas y caribeñas, por citar solo algunas.
Para Luis Cardoza y Aragón la patria tiene el sabor de las cosas que comimos en la infancia, porque los sabores, los aromas y el trajinar de las cocinas yucatecas se graban en la memoria para siempre.
Es imposible olvidar la experiencia de paladear los guisos de la Península de Yucatán.
Al leer este libro de doña María Eugenia me remonté a mis años adolescentes en Tekax, donde la poesía y el gusto por la vida se respira en cada esquina, en cada hogar, en cada mesa.
En estas recetas se condensa el legado cultural del cual nos debemos sentir orgullosos siempre.
La dignidad de la gastronomía peninsular yucateca no tiene parangón. Tiene raíces propias y ha recibido benéficas influencias que le dan una sólida e inconfundible identidad.
Doña María Eugenia nos ofrece en este libro la sabiduría heredada de muchas generaciones. En cada página del libro hay una receta pero también una historia. La historia de nuestro mestizaje cultural, la esencia de nuestra estirpe.
El buen yantar es un acto de amor; es el encuentro con nosotros mismos, con nuestra más celosa intimidad; disfrutar el placer de la comida peninsular es la comunión del hombre con el espíritu.
Porque la comida es sagrada. Porque el acto de comer es un acto de comunión, es un homenaje a la vida, y es un acto de agradecimiento a las mujeres, sobre todo mujeres, que en el pasado fueron perfeccionamiento y enriqueciendo las recetas que les dieron en custodia.
La cocina es el recinto de la algarabía y al mismo tiempo del recogimiento. Es el templo de cada hogar. Allí se comparten confidencias, y manos entrañables amasan el pan de la vida.
Nuestra verdadera genealogía espiritual está en la gastronomía porque une tiempos, une familias y cada platillo es un peldaño para ascender a la felicidad.
Cada página de este libro es una puerta abierta al disfrute de la vida. Es una filigrana hecha con el corazón.
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