Reconstruir la seguridad desde los cimientos, el desafío de Mara

Julio César Silva Cetina
Julio César Silva Cetina

La seguridad es, sin duda, el tema que más preocupa a la población en todo el país, y Quintana Roo no es la excepción.

En su segundo informe de gobierno, Mara Lezama Espinosa no solo destacó los avances que su administración ha logrado en este ámbito, sino que también reconoció los rezagos y desafíos que aún se enfrentan. Fue autocrítica.

Cuando Mara Lezama asumió el gobierno, la seguridad pública sufría de los mismos males que otras áreas del aparato estatal: ineficiencia, desorganización y falta de recursos.

Sin embargo, los estragos de esta situación eran particularmente visibles en la seguridad, donde la inacción y la negligencia se traducían en mayores índices de criminalidad y una población desprotegida.

Ante este panorama, no hubo otra opción que reconstruir desde cero, con una visión a corto, mediano y largo plazo.

El primer paso fue reconocer que el abandono no podía resolverse con promesas vacías ni soluciones improvisadas.

El gobierno de Mara Lezama ha hecho un esfuerzo sostenido por fortalecer las capacidades de las fuerzas policiales, enfocándose en dos pilares esenciales: la profesionalización y el uso de tecnología de última generación.

Para ello, se han invertido 740 millones de pesos en el fortalecimiento del estado de fuerza policial, posicionando a Quintana Roo como el estado con la policía mejor pagada del país.

Además, la creación de la Universidad de Ciencias y Disciplinas de la Seguridad de Quintana Roo ha sido un paso clave en la profesionalización de los cuerpos de seguridad.

La formación avanzada de los policías es indispensable para mejorar la investigación e inteligencia, áreas críticas para enfrentar al crimen organizado.

En cuanto a la tecnología, la administración no ha escatimado en recursos para dotar al estado de las herramientas necesarias para combatir el delito.

Uno de los ejemplos más ilustrativos es la inversión de más de 1,100 millones de pesos en el fortalecimiento tecnológico del sistema de videovigilancia y seguridad.

A pesar de haber heredado una deuda superior a los 1,000 millones de pesos por la construcción del C5, el gobierno de Mara no solo pagó esa deuda, sino que también avanzó en la implementación de tecnología de inteligencia artificial, drones y sistemas de geolocalización, con el fin de mejorar la seguridad en áreas de difícil acceso.

El equipamiento policial también ha sido prioridad, con más de 62 millones de pesos destinados a proporcionar mobiliario y equipo de cómputo a las fuerzas de seguridad en cada uno de los municipios.

Pero la seguridad no solo se construye con más patrullas o cámaras, sino también con una visión integral de justicia.

En este sentido, la Fiscalía General del Estado también ha requerido de una reestructuración profunda, eliminando a 280 elementos vinculados a actos de corrupción o a la delincuencia.

A partir de entonces, ese órgano empezó a caminar. En el último año, la Fiscalía logró la aprehensión de 1,700 generadores de violencia, de los cuales el 88% fueron vinculados a proceso.

Además, se obtuvieron 506 sentencias por delitos de alto impacto, con condenas que van desde los 50 hasta los 140 años de prisión, y se realizaron 349 cateos, en los que se rescataron víctimas y se desarticularon bandas criminales.

Uno de los crímenes más despreciables que había sido invisibilizado en Quintana Roo es la trata de personas.

Durante años, hablar de este tema era incómodo, pero el gobierno de Mara Lezama ha hecho de su combate una prioridad.

En el último año, la Fiscalía rescató a 330 víctimas y detuvo a 55 personas involucradas en esta red criminal. Además, se ha desarticulado a 25 grupos delictivos dedicados a extorsión, narcomenudeo y homicidios.

A pesar de estos avances, Mara Lezama ha sido clara en reconocer que aún hay una deuda pendiente con la ciudadanía en términos de procuración de justicia.

La inversión en sueldos, la profesionalización, el equipamiento y la tecnología son solo una parte de la solución. La otra, igualmente importante, es la construcción de una paz duradera.

Se trata de un reto mayúsculo, pero ya se comenzó a cimentar un camino firme hacia la paz y la justicia.

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