Con el duelo empatado a dos sets, y el quinto y definitivo en match point para Roger Federer, su pesadilla Rafael Nadal exige que el ojo de halcón defina el destino de la derecha que el suizo acaba de pegarle a una esquina. ¡En punto para partido!
El público, que suele aplaudir de menos a más mientras se determina el fallo de la tecnología aplicada al tenis, esta vez solo suelta un murmullo en masa mientras el robot dice “in” y con ello desata la primera emoción del rey de reyes de la era moderna en una noche de batalla en el Olimpo: un par de brincos y lágrimas inevitables.
Federer está de vuelta, se sacude fantasmas y gana su decimoctavo título de Grand Slam con un quinto Abierto de Australia en la mítica arena Rod Laver, así bautizada por aquella leyenda del tenis que hoy entrega la Copa Norman Broker Challenge al monarca y posan los tres, Nadal incluido, en una imagen que reúne a tres monstruos de otrora deporte blanco. Solo entre el suizo y el español suman 158 títulos de la ATP y 32 de Grand Slam, categoría de la que el australiano posee la hazaña de haber ganado los cuatro en un solo año… en dos ocasiones.
La división de porras en la tribuna también lleva lengua distinta, e igual se oyen gritos en inglés a favor del español que proclamas en francés para el suizo. “Allez”, “Let’s go” y “Vamos” son las órdenes que se confunden en la tribuna para uno y otro, mientras a ras de cancha la fragorosa batalla, con la alternancia de victoria en sets, deja ver un tenis con dos sellos ya no tan habituales en el tenis actual a un tiempo: potencia y técnica, si bien la primera caracteriza más a Nadal y la segunda a Federer.
El suizo domina el primer set con su elegante revés y saques que rozan a menudo los 200 kilómetros por hora, obligando a su rival a esperar el primero siempre muy atrás, mientras que Federer, cuando recibe, provoca a su rival y aguarda cerca de la raya de fondo, pues después de todo la diferencia de potencia con el español es de 20 kilómetros por hora. Roger gana 6-4.
Nadal hace un ajuste general para el segundo set. Derechas y reveses a dos manos con devoluciones profundas dan al zurdo una ventaja de 4-0 que Federer ya no podrá resolver. Luce desconcentrado y con reacción tardía para sacar su Wilson a la hora exacta, por lo que sucumbe 3-6.
En el arranque del tercer rollo, pese a dos fallas en la red, Federer se pone en ventaja y comienza su concierto de reveses, todos entran, hasta un reto le es favorable, y aun con una tercia de errores no forzados de derecha, aplasta 6-1 al de Mallorca mientras en la tribuna un novio aprovecha para entregar un anillo de compromiso a su chica, que lo posa feliz ante las cámaras.
El zurdo español abre el cuarto set con un despliegue de tiros profundos y cruzados en uno de los mejores momentos del encuentro, cuando rompe el saque, se va 3-1 arriba y después, en un intercambio de maestros, cruza al suizo para despegarse a 4-1 y asegurar el empate parcial a dos sets, a eso de las 10:10 de la cálida noche australiana. Nadal se lleva el tercero 6-1.
Los patrocinadores coreanos del torneo, Kia Motors, que eligieron este año a Nadal como embajador, ya habían sufrido el viernes por la noche cuando el español se fue a cinco sets ante Dimitrov en la semifinal y hoy en pleno volvían a experimentar emociones fuertes con el español yéndose arriba 2-0 en el último episodio, 3-1 después, pero sucumbiendo al final ante el renacido Federer, que levanta a toda la arena al remontar a 4-3 con un saque as en segundo servicio.
En ese momento el suizo se envalentona, sube más a la red con éxito y Nadal comete doble falta, aunque se levanta de un 0-40 y empareja. En medio del alarido en tribuna y los gritos del español, Federer no pierde la concentración y con una derecha recta amarra la ventaja de 5-3 que ya no soltará y consumará pese a dos retos de su rival, incluido el desafío al tiro ganador en match point para su título 18 en Grand Slam, nueva marca de la ATP que lo pone cuatro arriba del propio español y del ya retirado Pete Sampras.
Fuera Novak Djokovic y Andy Murray en el amanecer del torneo, dos gladiadores de Olimpo han debido volver para poner orden en el Ágora y dar una histórica exhibición del mejor tenis que se puede aspirar a ver, una cálida noche en la arena Rod Laver de la que llaman la mejor ciudad para vivir del mundo.