La idea de trabajar en este nuevo tipo de respirador, surge tras la colaboración del diseño de válvulas para un respirador, proyecto coordinado por la Universidad de Oviedo. Es entonces cuando deciden emprender camino en “solitario” para lanzar un nuevo tipo de respirador. “Queríamos aportar alguna iniciativa a lo que ya se estaba haciendo a nivel nacional en relación a distintos aspectos en la lucha contra el Covid-19”, explica Juan Antonio Marchal. “Estamos en la fase de prototipado. Es decir, a partir de este prototipo hacemos los ensayos en un modelo de pulmón artificial”.
Este nuevo diseño de respirador artificial ofrecería muchas ventajas, no solo a pacientes graves de Covid-19 de nuestro país. Sino que sería una oportunidad para países menos desarrollados por su bajo coste de producción. “Se trata de un diseño sencillo, fácil de producir y de bajo costo. Eso es lo más importante, sobre todo pensando en aplicaciones no solo ante un posible repunte de casos de Coronavirus grave, sino también pensando en su aplicación en países en vías de desarrollo”, indica el catedrático Antonio Marchal.
Sin duda son momentos duros, en los que el confinamiento ralentiza el proceso pero este equipo de investigadores no tiene freno. “A pesar del confinamiento, hemos conseguido crear un buen grupo de trabajo, con video conferencias casi todos los días. Lo más complejo ha sido conseguir algunas piezas que son baratas en el mercado pero al ser pedidos online, con esta situación, todo se retrasa más. Pero los miembros del grupo que utilizan las impresoras 3D las tienen en sus casas y eso agiliza muchísimo el trabajo”, afirma Juan Antonio Marchal.
Los investigadores recaban toda la información posible para crear un adecuado respirador artificial. “También hemos tenido contacto con clínicos que conocen muy bien la ventilación mecánica de pacientes graves y ellos nos han dado su feedback en cuanto a qué necesita un paciente”, indica Juan Antonio. “Queremos conseguir que esto llegue a buen puerto, que el prototipo funcione”.
Se trata de un gran equipo, especialistas en cada campo, que colaboran mano a mano para mejorar la vida de los pacientes. “Nuestro equipo cuenta con un ingeniero biomédico que ha diseñado la válvula, yo que soy médico y aporto la perspectiva más fisiológica, y junto al equipo técnico que dirige Guillermo, entre todos, hemos creado un grupo multidisciplinar”, afirma Juan Antonio Marchal.
Ese otro grupo, liderado por Guillermo Rus, se encarga de la parte técnica del diseño. “Estamos trabajando en un respirador que elimine las partes móviles, concretamente el ambu, el balón que se infla y desinfla”, indica Rus.
Este diseño de respirador artifical, posee una característica única que lo diferencia del resto de respiradores. “La principal característica del respirador que hemos diseñado es que utiliza una única válvula controlada electromecánicamente, con lo cual se eliminan varias válvulas y piezas móviles. La única válvula se diseña de tal forma para que se ajuste la presión de salida de forma continua a tiempo real durante todo el tiempo de inspiración y espiración”, explica Guillermo Rus.
Desde la Universidad de Granada están diseñando un respirador artificial que permite más robustez y mayor simplicidad de fabricación. Para ello, la medicina y la ingeniería se fusionan para crear mejoras como esta. “La ingeniería que necesitan los hospitales y los sanitarios para poder curar a los pacientes, no se desarrolla solo por médicos sino también por ingenieros del campo de la tecnología de dispositivos médicos”, afirma Rus.
“Tenemos que trabajar codo con codo para comprender las mecánicas y la física del problema que nosotros necesitamos para poder dar una solución de ingeniería. Hace falta que los dos sectores aprendamos mutuamente”, indica Guillermo Rus. En definitiva, una unión que fomenta la innovación y la investigación en busca del progreso.