Nicolás Durán de la Sierra
El Minotauro
Sigue el affaire Vargas Llosa
Bien sabe El Escriba que deben ser legión los lectores que se el hacen cruces por saber qué sigue en el affaire de Mario Vargas Llosa con ‘la china’ Isabel Preysler, la más conspicua de las socialités españolas, sin incluir a Doña Letizia Ortiz, la reina de España, quien anda en México en una competición de moda muy reñida con Angélica Rivera, ‘La Gaviota’, esposa de Peña Nieto, y ascendente celebrity de por este lado del Atlántico.
No se crea que se trata de un trivial torneo de moda como el que se da entre plebeyas sajonas como Iggy Azalea y Britney Spears, sino de una lid en toda la regla, con firmas de modistos famosos incluidas y hasta con réferi de lujo: la revista Hola, la europea. Véase si no: para turbar a su contraparte, la hispana llegó a la recepción oficial no con un modelo de Felipe Varela, como se anunciara, sino con un vestido de Nina Ricci.
La mexicana llegó ataviada con un modelo ni más ni menos que del diseñador Benito Santos. Según la revista Caras, fue notorio el contraste. La hispana, en verde esmeralda, apostó por lo clásico, en tanto que ‘La Gaviota’, con tonos palo de rosa, por ‘lo propositivo’. El diario capitalino Zócalo aseguró que la local había tomado cortinas de la sala de Los Pinos para confeccionar el vestido. Sandios, ignaros de la moda que son, ni duda cabe.
Para el lector perspicaz no debe haber pasado desapercibida la reaparición del modisto Benito Moreno, al que busca la trupé de Creta para que diseñe un pantalón de charra para Marilyn Calipigia, una prenda que permita a la cubana lucir su rotundo postifaz. La falta del pantalón, como se recordara, dio pie que la bella se declarara en ‘huelga de tanga’, mas no conviene por ahora informarle el hallazgo, no sea que se alborote de nuevo.
Sucede que en el dédalo de El Minotauro se preparan para recibir al gran escritor peruano, autor, dicen, de la frase “Gabo, no te metas con mi vieja” y a ‘La China’ Preysler, su novísima amante. Bueno, por lo menos se espera que lo sea, porque ella está puestísima. Por cierto, la llaman ‘La China’ nada más por joder, pues la susodicha es filipina. Quien le suponía razones filosóficas al mote, pues se equivocó.
Empero, la llegada el del literato al dédalo habrá de esperar. Sin previo aviso, la pareja de concubinos -¡0lé!- decidió tirar las velas hacia Portugal, para ir al sarao de Joao Flores, líder de la Cámara de Comercio Hispano Portuguesa. Lo de tirar las velas es pura retórica, pues llegaron a Lisboa en un jet privado al parecer propiedad de ella, que la publicidad de don Ferrero Rocher deja y bien, que no es cualquier chocolatera.
Llegaron al Hotel Ritz Lisbon, cerca del Aeropuerto Portela de Sacavem, que es el de los VIP, pues el otro está lejísimos. Allí, la otoñal pareja -¡Ole!- dio una bonita, aunque escueta, interviú. La prensa del corazón omitió decir que los viajeros conviven en indecoroso ayuntamiento, lo que es loable porque, vamos, para ayuntamientos indecorosos los de Cancún y Playa del Carmen, y ni Paul Carrillo ni Mauricio Góngora dicen siquiera pío.
Los de sociales, hay que señalarlo, lejos están de ser buenos inquisidores; el vis a vis fue tonto. Cuestionaron: ¿Cómo va la relación? Él respondió, con aplomo: “va bien”. Lelos reporteros. ¿Esperaban que dijera algo así como: con altibajos más temibles que los del Machu Picchu, pues es muy terca? Le hubieran preguntado: ¿Oiga, cómo le resulta el Cialis? Esto sí que tiene miga y mucha más la tendría la posible respuesta.
Para quienes les interese, se acota que la entrevista ocurrió a las 10 con 34 minutos del 1 de julio en el mezzanine del hotel, a la derecha del ascensor –elevador tienen los cuarteríos- y que algunos reporters giraron a la izquierda y fueron a parar a la alberca, donde toparon con Felipe de Bayona, quien se curaba la resaca con cocteles Bloody Mary y estaba muy hablantín, por lo que no se perdió la jornada periodística.
Se aclara que es de la nobleza curar la cruda con este fresco coctel creado por Fernand Petiot, cantinero del Harry’s New York Bar, en el alegre París de 1924; también fue alegre el 1925, pero el hecho pasó un año antes. De inicio tan sólo era jugo de jitomate y vodka, pero al galo se le ocurrió ponerle sal, pimienta y salsa inglesa y… voilá. Con posterioridad se le añadió el jugo de limón y hasta la jotería de colocarle una rama de apio.
Pero esto no explica por qué la supuesta nobleza del coctel. Por el nombre, sólo por el nombre. Resulta que a don Sergei Obolensky, dueño del bar, quizá borracho, se le ocurrió decir que la bebida se había creado en loor a María I de Inglaterra, la ‘bloody Mary’ o ‘María Sangrienta’ por su gusto de matar protestantes allá por el siglo XVI. Es de suponerse que él era católico ruso y le echaba porras a la reina sajona. Cosas más extrañas registra la Historia.
Pero regresemos al affaire del peruano y la filipina, que es el tema que nos ocupa y, en el que por supuesto caben cocteles y licores, que invita el Ritz Lisbon. La interviú fue de la Preysler ni duda cabe; fue la que se explayó más: “luego de unos años que en verdad fueron duros, mi vida por fin ha tornado al camino de la normalidad”… y entonces, insospechadamente, que se va la tropa de reporteros y que la dejan con el drama en la boca.
Eso no se había visto desde los tiempos de Le Fígaro, diario francés ya legendario. Los reporteros de ese periódico eran en verdad odiosos por prepotentes, según se dice. Con todo, a la prensa rosa se le olvido preguntarle qué quiso decir con eso de “la normalidad”. ¿Para ella es normal yacer con ganadores del Premio Nobel de literatura? -¡Josú!- diría el calé. Quizá también anduvo por ahí el Gabo, que era un carbón de fina hoguera…
Pero esto es caer en chismes, no en sabrosa y nutricia glosa de sociales. Por cierto, ya metidos en lo nutricio, y para dar más sentido periodístico al texto, se felicita aquí a la Secretaría de Hacienda por seguir depauperando la alimentación en México con la entrada en vigor del llamado “impuesto a la garnacha”, es decir el impuesto del 16 por ciento que impacta a los alimentos preparados en tiendas y supermercados.
Dijo la autoridad que el impuesto estaba ya contemplado en la ley hacendaria desde el 2014, pero que no se había aplicado; que la alarma la dieron tiendas como Oxxo o 7-Eleven, por citar dos franquicias, que en la práctica eran como mini restaurantes y, que hasta manipularon el impuesto en sus declaraciones, y que la población no sería afectada, según Aristóteles Núñez, del Sistema de Administración Tributaria, el Sat.
En las palabras del funcionario es donde inicia el problema. El impuesto, del que buscan ampararse las franquicias con sus bufetes jurídicos, sí afectará a la comunidad, aunque no a las tiendas, como asegura Hacienda. Las tiendas, en el peor caso correrán el IVA al consumidor. Son millones los empleados de todo el país los que diario comen en tales establecimientos. El impuesto claro que los afectará. Viva el PRI.
En el Reporte Macroeconómico de México, de la Universidad Autónoma Metropolitana hecho con base en datos del Consejo Nacional de Evaluación, entre 2012 y 2014 la pobreza laboral en el país, es decir empleados que no pueden cubrir el costo de la canasta básica con su salario, se incrementó en poco más de dos millones de personas, más del cincuenta por ciento en el área urbana. A estos trabajadores el impuesto los dañará.
Por otra parte, resulta asombroso el que la autoridad haya notado hasta hoy, tras casi dos años, la posible maniobra fiscal antes dicha. Son millares de estas tiendas en el país en las que se venden hasta productos importados. La malévola vox populi, siempre recelosa, dice que lo que pasó fue que Hacienda y los de las franquicias no llegaron a un acuerdo. No, no creo, se trata de un vil infundio, pues eso no puede pasar en nuestro país.
Pero tornemos a esta naciente historia de amor que bien se podría titular La no tía Julia y el escribidor. El que Isabel no sea ni de lejos su pariente, debe ser grato para él. Cuando casó con su prima Patricia llosa, tuvo una suerte de familia al cuadrado. Los saraos del clan Llosa deben haber sido divertidos bañados con pisco, aguardiente de uva de alto octanaje; dicen que con el añejo, hasta las vicuñas hablan… (Continuará)
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