Sin aviones ni guardacostas, #Belice se enfrenta al creciente tráfico de drogas

Chetumal, 24 de junio.— Belice, el vecino país centroamericano, no dispone de aeronaves para la persecución de narco-avionetas, pero a pesar de sus carencias, en los dos últimos años logró incautar importantes cargamentos, dado que es paso de las aeronaves procedentes de Colombia con droga que se envía a México y Estados Unidos, según afirman sus autoridades policiacas.

El vecino país tiene una tasa de homicidios bastante alta, que se atribuye principalmente a la violencia de las pandillas locales, que operan principalmente en esa ciudad, participan en el tráfico local de drogas y en robos. A medida que creció su papel en el comercio internacional de drogas, pandillas centroamericanas y grupos de narcotraficantes mexicanos también se han establecido en su territorio.

Aunque el gobierno de Belice ha señalado que se deben hacer cambios en las fuerzas de seguridad del país, la mayor parte de éstas continúan teniendo pocos recursos financieros y los agentes suelen tener entrenamiento deficiente.

Belice, es el país menos poblado de Centroamérica, limita con México hacia el norte y con Guatemala hacia el sur y el oeste; la frontera oriental del país con la costa del Caribe, junto con las espesas áreas selváticas, lo convirtieron en un destino atractivo para los narcotraficantes, quienes lo utilizan como una puerta de entrada a México.

El aumento en los decomisos de drogas y armas a lo largo de la frontera con México y la creciente presencia de Los Zetas en Belice, hicieron que en el año 2011 Estados Unidos incluyera a la pequeña nación en su lista de observación de los países involucrados en el comercio de drogas.

Las autoridades de Belice aseguran que Los Zetas podrían estar actuando en la frontera con Guatemala, otro país donde el grupo tiene fuerte presencia; además del Cártel de Sinaloa, que tiene conexiones en ese país, lo que se confirmó en agosto de 2012, cuando el Departamento del Tesoro de Estados Unidos sancionó a tres presuntos narcotraficantes beliceños, quienes eran socios clave de esta agrupación delictiva, y se ha comprobado la presencia de este grupo criminal que sega apoderado de ese territorio.

A pesar de la presencia de actores criminales transnacionales, la mayor parte de la violencia en esa nación sigue siendo generada por pandillas locales que participan en el narcotráfico local y en robos, principalmente en ciudad de Belice. El país es un punto de tránsito del comercio de armas regional, pues los traficantes aprovechan los débiles controles fronterizos del país para ingresar las armas a la vecina Guatemala, México y Honduras.

Es un punto de transbordo de las armas procedentes de Estados Unidos con destino a México, debido a la alta concentración de agentes de seguridad en la frontera entre Estados Unidos y México. También se sabe que el país ofrece oportunidades para el lavado de dinero, en parte porque su moneda está vinculada, comercialmente, con el dólar estadounidense.

El Departamento de Policía de Belice (DBP), adscrito al Ministerio de Seguridad Nacional, es el principal órgano encargado de la seguridad interna; tiene la reputación de ser corrupta e ineficiente. Además de administrar la policía, el Ministerio de Seguridad Nacional es responsable de la Fuerza de Defensa de Belice (BDF), responsable sobre todo de la seguridad externa, aunque a veces le ofrece apoyo a la BPD en la seguridad nacional, particularmente en ciudad de Belice.

Belice cuenta, además, con una guardia costera, que es independiente de la BDF y, entre otras cosas, está encargada de controlar el narcotráfico marítimo. Tiene pocos recursos y dispone sólo de seis buques, carece de los equipos para realizar patrullaje nocturno, lo que les facilita a los narcotraficantes el transporte de sus productos en la oscuridad y con pocos riesgos de ser detectados. Pese a que cuenta con poca capacidad de respuesta, Belice reportó en 2019 mayor número de incautaciones de drogas, debido al aumento de los cargamentos provenientes de Colombia.

A principios de septiembre de 2019, la policía de Belice confiscó mil 210 paquetes de cocaína de una aeronave que despegó de Venezuela y aterrizó a orillas de la carretera costera, cerca del municipio de La Democracia. Luego de un enfrentamiento a balazos, seis personas fueron arrestadas: cuatro hondureños, un mexicano y un ecuatoriano.

Las cifras de incautaciones de drogas en el país son incompletas, pero aún así indican que la cantidad de cargamentos asegurados aumentó en forma considerable. En 2018, las autoridades confiscaron 996 kilos de cocaína hallados en aeronaves en todo el país, los primeros decomisos de ese volumen después de ocho años, en los primeros nueve meses de 2017 sólo aseguraron 58 kilos de cocaína.

En el Informe sobre la Estrategia Internacional de Control de Narcóticos, publicado por el Departamento de Estado de Estados Unidos, se menciona a Belice como un importante país de tránsito de drogas ilegales provenientes de países suramericanos. En 2011, el país fue añadido a la lista negra de Estados Unidos de países considerados como los principales países de tránsito, y sigue incluido en dicha lista.

Belice, como otros países centroamericanos, está padeciendo el aumento en la producción de cocaína en Colombia y el estar en las rutas que atraviesan Centroamérica. El creciente paso de cargamentos refleja esa situación, pues en Guatemala está aumentando el número de narcoavionetas y en Honduras también se está presentando un mayor flujo de drogas.

Belice es una escala ideal para transportar cocaína, ya que recibe cargamentos de drogas provenientes de Honduras, Colombia y Venezuela en aeronaves y lanchas rápidas, cuyo destino final para comercialización es Estados Unidos, pasando por México. El país no tiene el equipamiento adecuado para defenderse, la Guardia Costera carece de suficientes barcos y tampoco cuenta con defensa aérea ni con sistemas de vigilancia mediante radares, lo que dificulta el seguimiento y el monitoreo de los aviones.

Sus progresos dependen del Comando Sur de Estados Unidos ha ofrecido ayuda para modernizar la Guardia Costera de Belice, lo que incluye el financiamiento del 70 por ciento de su flota y la capacitación de la mayor parte de sus agentes, aunque también mantiene coordinación con autoridades castrenses de México, lo que ha permitido el aseguramiento de aeronaves en los últimos dos años del lado beliceño y mexicano.

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