Sin tregua la guerra entre EEUU y Al Shabab que podría representar una gran amenaza

Estados Unidos, 9 de marzo.- El Pentágono ha publicado anuncios casi diarios de ataques contra militantes del grupo Al Shabab en Somalia, aparentemente sin afectar la capacidad que tiene este socio de Al Qaida de desestabilizar el país, en lo que parece una nueva “guerra sin fin” para Estados Unidos.

La administración de Donald Trump planea reducir su presencia militar en África y focalizar sus esfuerzos hacia China y Rusia, dos rivales clave.

Hasta ahora, sin embargo, la guerra de desgaste contra Al Shabab ha continuado sin pausa.

“Al Shabab es una de las mayores amenazas en el continente; tienen aspiraciones de atacar el país (estadounidense)”, dijo recientemente el general Roger Cloutier, comandante de las fuerzas terrestres estadounidenses en África.

 “El peligro que representan debe tomarse muy, muy en serio”, indicó en una reciente conferencia telefónica del Pentágono.

“Así que estamos enfocados en Al Shabab”. 

El Mando África de Estados Unidos (Africom) anunció el viernes un ataque aéreo contra un objetivo del grupo cerca de la ciudad de Qunyo Barrow (sur). Un combatiente del grupo fue asesinado, se infirmó.

Es el vigésimo ataque contra los insurgentes islamistas por parte de las fuerzas estadounidenses en Somalia en 2020, después de 64 en 2019 y 43 el año anterior, según el centro de políticas públicas New America.

El secretario de Defensa de Estados Unidos, Mark Esper, dijo a fines del año pasado que había que continuar “arrancando la maleza”, en referencia a ataques aéreos contra yihadistas en Libia y Somalia.

“Eso significa que de vez en cuando tienes que hacer estas cosas para mantenerte al día, para que no crezca una amenaza”, dijo.

Se estima Al Shabab tiene entre 5.000 y 9.000 miembros, por lo que incluso si las fuerzas estadounidenses continuaran eliminando a uno o dos cada día, podría llevar años matarlos, suponiendo que no recluten reemplazos.

“Eso hace que el enfrentamiento parezca del tipo de “guerra interminable” que detesta Trump.

En un primer informe público sobre la operación estadounidense en Somalia publicado en febrero, el inspector general interino del Pentágono, Glenn Fine, recordó que parte de la misión de Africom es garantizar que para 2021 Al Shabab y otros grupos terroristas hayan sido “degradados de tal manera que no puedan causar un daño significativo a los intereses estadounidenses”.

Sin embargo, escribió Fine, “a pesar de los continuos ataques aéreos estadounidenses en Somalia y la asistencia estadounidense a las fuerzas asociadas africanas, Al Shabab parece ser una amenaza creciente que aspira a atacar la patria estadounidense”.

El 5 de enero, militantes shebab atacaron una base militar estadounidense-keniana en Lamu, en el sureste de Kenia, cerca de la frontera con Somalia, matando a tres estadounidenses.

Antes, en diciembre, militantes shebab perpetraron uno de los ataques más mortales de la década en la capital Mogadiscio, matando a 81 personas.

Algunos funcionarios estadounidenses han expresado su preocupación por la falta de resultados tangibles en una guerra de la que muchos estadounidenses no saben nada, librada mayormente por aviones no tripulados y una pequeña fuerza de tropas de tierra.

El general Stephen Townsend, comandante de Africom, defendió la estrategia estadounidense, al ser interrogado en enero por miembros del Comité de Servicios Armados del Senado. Dijo que no creía que fuera un juego inútil e imposible de ganar.

“Estamos buscando formas de reducir su capacidad”, señaló.

Catherine Besteman, del Instituto Watson, un centro de investigación de la Universidad de Brown que calcula cada año el costo de las guerras estadounidenses, concluyó en un informe el año pasado que la intervención militar extranjera “no ha mejorado el impacto de las actividades de Al Shabab y, en todo caso, aumentó su capacidad para controlar la población local”.

Besteman dijo que el grupo se beneficia de una economía de guerra al extorsionar a los locales y desviar la ayuda internacional.

En 2019, Amnistía Internacional dijo que los ataques aéreos de Estados Unidos han provocado la muerte de granjeros, trabajadores e incluso niños.

Tras una investigación interna, las fuerzas admitieron la responsabilidad por víctimas civiles en un ataque en el que murieron una mujer y un niño cerca de la ciudad de El Buur en abril de 2018.

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