En esos tiempos, el Ayuntamiento apenas se organizaba. En la administración de José Irabién Medina (1981-84), se registró el mayor movimiento sindical de los trabajadores municipales.
En 1982 Irabién Medina es presionado por sus trabajadores y se ve en la necesidad de firmar un nuevo contrato colectivo de trabajo que, entre otras cosas, estableció una jornada laboral semanal de 40 horas, es decir, que a partir de entonces todos los empleados del Ayuntamiento descansarían dos días a la semana, como sucede hasta la fecha, un privilegio que sólo tenían quienes laboraban dentro de las oficinas de Palacio.
La administración de Irabién Medina no quería ese acuerdo y llegó hasta a ofrecer puestos públicos menores a los dirigentes sindicales, como, por ejemplo, la inspección fiscal o de bebidas alcohólicas.
Irabién Medina tuvo también un modo muy particular de combatir a la delincuencia, pues cuando algún delincuente era capturado por la Policía se le rapaba y se le ponía en un autobús de regreso a su lugar de origen.
Así, en caso de volver pronto a Cancún, se le identificaba fácilmente como delincuente, pero eso ocasionó problemas, sobre todo para quienes gustaban de andar rapados, sin que necesariamente fueran malhechores.
Llega 1984 y Joaquín González Castro trata de integrar a la comunidad con la creación de un equipo de fútbol: los Pioneros de Cancún, que en sus primeros años de vida, dieron muchas satisfacciones e, incluso, estuvieron a cinco minutos de disputar en 1987 la final por el ascenso a la Primera División ante los Correcaminos de Tamaulipas.
Es en ese período en el que se genera el mayor crecimiento hotelero de Cancún. A finales de 1987 llegaron, incluso, a abrir casi en forma simultánea 12 hoteles de “gran turismo”. Ese crecimiento se originó por la aparición de los “swaps”, un sistema creado en Estados Unidos para que los países fuertemente endeudados redujeran sus débitos a través del intercambio de deuda por inversiones. Fue así como llegaron cadenas como Oasis y Meliá.
El excesivo crecimiento de la oferta hotelera empezó a preocupar, porque, por el otro lado, no se tomaron las medidas adecuadas para aumentar el número de aviones que llegaban a Cancún. Ese problema no se solucionó hasta principios de los 90, gracias a una política de “cielos abiertos” que implementó el gobierno federal que, de esa forma, eliminó muchas restricciones que dificultaba la entrada al país de aerolíneas extranjeras.
Ese crecimiento hizo pensar a los cancunenses que dicho proceso tenía que pararse de alguna manera. Que las cosas no podían seguir igual y pensaban que algo iba a suceder para, incluso, “sanear” a la ciudad de gente que, sin el compromiso de sentirse cancunense, sólo venía a obtener ganancias, para luego irse.
Hubieron muchos proyectos, que hasta la fecha están en el abandono, que estuvieron a cargo de empresarios que solo llegaron a ocasionar problemas y a afectar la buena imagen del que todavia es el principal centro vacacional de México y el Caribe.
En 1985 se registró un ejemplo: el fraude más recordado de Cancún se dio en el condhotel Dunas, que construyó la empresa Alpamex. Los condominios, del sistema tiempo completo, se vendieron a varias personas a la vez y el Ayuntamiento clausuró el inmueble, que apenas logró funcionar algunas semanas, por violar el Reglamento de Construcción, pues, incluso, se construyó con una altura mayor al autorizado.
El conflicto duró muchos años y apenas se solucionó en 1996, cuando Fonatur recuperó la propiedad del terreno y lo vendió al empresario mexicano de origen libanés Isaac Saba, quien ordenó demoler Dunas y construyó el lujoso hotel JW Marriot, que
inauguró el presidente Vicente Fox Quesada el 27 de febrero de 2001, en lo que fue la primera visita a Quintana Roo de un presidente ajeno al PRI.
El llamado “boom” hotelero generó también problemas de índole social, pues mucha gente llegó atraída por los altos sueldos que se pagaban a los albañiles. Paulatinamente una gran necesidad de vivienda se fue gestando. Los albañiles vivían en los campamentos habilitados en las obras, pero empezaron a traer a sus familias y a buscar cuartuchos para rentas.