Siria amenaza con atacar

El secretario de Estado estadounidense, John Kerry y su presidente Barack Obama han aprovechado la Cumbre del ‘G 20’ en San Petesburg, Rusia, para explicar al resto de las potencias mundiales que las pruebas químicas que los expertos de EE UU han realizado supuestamente a muestras de pelo y sangre de víctimas de la matanza del pasado día 21 en las afueras de Damasco han revelado que se usó gas sarín para el ataque, perpetrado por el régimen de Bachar al-Asad. Los servicios de inteligencia de norteamericanos han cifrado en 1.429 personas las personas muertas por el ataque, aunque fuentes independientes como Médicos Sin Fronteras han informado de 355 muertos y miles de afectados. En cualquier caso y de confirmarse estas afirmaciones el de Damasco sería el peor ataque con gas sarín desde la guerra de Irak-Irán, donde casi 5.000 personas fallecieron por bombardeos con sarín. De todas maneras, no han logrado convencer a sus ‘socios’ del ‘G 20’, quienes abrumadoramente les han pedido que no lancen sus “Tomahawk’ contra territorio sirio, demasiado golpeado durante dos años de ‘guerra civil, con más de 100.000 muertos y dos millones de refugiados en Turquía, Irak, Jordania, Israel y Líbano.

El gas sarín fue incluido en la lista de armas de destrucción masiva en 1991, mediante la resolución 687 de la ONU. El sarín es un líquido claro, incoloro e inodoro que se evapora y expande en contacto con el aire. Sus características hacen que no pueda ser detectado a simple vista, por lo que las víctimas no saben que están siendo contaminadas hasta que comienzan los síntomas. Siria habría utilizado el gas sarín dispersándolo mediante bombardeos El sarín actúa por contacto con la piel o los ojos o por aspiración, pero también puede disolverse en agua, por lo que se pueden producir exposiciones por ingestión de alimentos o bebidas o por el contacto con éstas. De hecho, incluso la ropa de alguien que haya sido expuesto al gas sigue siendo peligrosa y liberar gas hasta media hora después de haber entrado en contacto con el gas.

Otra de las características del gas, formulado por primera vez en 1938 mientras se investigaba con pesticidas en Alemania, es que es más pesado que el aire, por lo que tiende a descender. Esta cualidad es especialmente peligrosa y provoca muchas víctimas, que ante un bombardeo tienden a refugiarse en sótanos o subterráneos, que son invadidos con celeridad por el gas. Dependiendo de la cantidad de gas sarín a la que se exponga un ser humano los síntomas pueden ser más o menos graves y aparecer en pocos segundos o en algunas horas. El sarín es un neurotóxico que ataca al sistema nervioso haciendo que los impulsos nerviosos emitidos por el cerebro se sobreexciten y no tengan fin, impidiendo la relajación de los músculos, lo que provoca espasmos y un colapso que provoca la muerte por asfixia. Un manual sobre el sarín emitido por autoridades sanitarias de EE UU asegura que para cantidades bajas de intoxicación por sarín se han descrito irritación de los ojos, visión borrosa, tos, opresión en el pecho, diarrea, confusión, vómitos y dolor abdominal entre otros. Cuando la exposición es directa o alta se producen convulsiones, parálisis, pérdida de conciencia y muerte por asfixia. El sarín tiene un antídoto, una droga llamada atropina, que contrarresta sus efectos, pero ha de ser administrada con gran celeridad tras la exposición al gas para que sea efectiva.

 

Las máscaras de gas son ineficaces contra el gas sarín, pues éste puede afectar también por contacto

Fácil y barato. Como arma química, el sarín es efectivo y barato de producir, además de fabricarse por un proceso químico relativamente sencillo. De hecho, según un informe de los servicios de inteligencia franceses publicado por el diario “Le Journal du Dimanche”, aseguran que Siria podría tener almacenadas varias decenas de toneladas de gas sarín, entre otros productos químicos para armamento, que sumarían cerca de mil toneladas entre agentes químicos y sus productos químicos precursores. En el ataque, Siria habría utilizado dispersándolo mediante bombardeos. De hecho, el régimen de Bachar al-Asad posee misiles Scud -hasta 1.500 kilómetros de alcance-, cohetes de artillería y bombas que pueden cargar y dispersar hasta 300 litros de gas.

Scud es el término popular con que se conoce a una serie de misiles balísticos tácticos desarrollados por la Unión Soviética durante la guerra fría y exportados en grandes cantidades a otros países. El nombre procede de la denominación que se recoge en los informes de la OTAN, SS-1 Scud, que las agencias de inteligencia occidentales habían asignado a este tipo de misiles. Los nombres rusos para el misil son R-11 (la primera versión) y R-300 Elbrus (versiones posteriores). El nombre Scud ha sido usado por los medios de comunicación para referirse no sólo a estos misiles en concreto, sino a toda la gama de misiles desarrollados en otros países basados en el diseño soviético.

“Cuando se lanza en un misil o un proyectil la carga explosiva lo evapora fácilmente y al ser un gas más pesado que el aire hace que se deposite a ras de suelo”, explica José Luis García Fierro, profesor de investigación del CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España). “El sarín produce entonces una niebla que no se puede ver ni percibir”, explica García Fierro, lo que la hace más peligrosa. “Quien lo inhala muere en poco tiempo”, explica el profesor. Las máscaras de gas son ineficaces contra el gas, pues éste puede afectar también por contacto, y sólo se puede detectar “por análisis químicos a posteriori o por estudios forenses de la sintomatología de las víctimas”, hace ver el experto del CSIC.

Siria es uno de los pocos países que aún no ha firmado ni ratificado la Convención sobre la Prohibición del Desarrollo, Producción, Almacenaje y Uso de Armas Químicas y Sobre su Destrucción (CAQ) de la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas, que entró en vigor en 1997. Ya lo han ratificado 189 países y no lo han hecho Siria, Egipto, Sudán del Sur, Angola ni Corea del Norte. Israel y Birmania lo han suscrito, pero aún no lo han ratificado. A pesar de que se busca erradicar este tipo de armamento no es la primera vez que se usa contra población civil, ya sea por Gobiernos o en actos terroristas. El peor ataque documentado con gas sarín se produjo durante la guerra Irán-Irak. En 1988 la aviación irakí lanzó sobre la local.

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