Superó un tumor en el cerebro y está lista para volver: la historia de fortaleza de Virginia Torrecilla

A los 26 años, la jugadora del Atlético Madrid y capitana de la selección de España atravesó un tratamiento contra el cáncer. Hace algunas semanas volvió a los entrenamientos con el objetivo de retomar su carrera deportiva

Durante los primeros meses de 2020, el avance de la pandemia de coronavirus puso al mundo en jaque. La normalidad tal como la conocíamos se desintegró y el planeta en conjunto debió hacer frente a una situación hasta el momento desconocida. Por esos tiempos, Virginia Torrecilla atravesaba una realidad aún más compleja: a ella, figura del Atlético Madrid y de la selección española y una de las jóvenes con mayor proyección del fútbol europeo, le costaba demasiado correr y saltar. Dos acciones tan básicas para una deportista de élite, le resultaban imposibles de realizar.

Tras la consulta con los médicos, el diagnóstico fue claro -no por eso menos enigmático ni aterrador-: “Tumor situado en la parte profunda del cerebelo, junto a la glándula pineal”. A partir de allí comenzó una nueva etapa en la vida de la futbolista de por entonces 25 años, una que la convirtió en una referente y una fuente de inspiración también fuera de las canchas.

Virginia Torrecilla nació en Mallorca y empezó a jugar al fútbol de muy pequeña en las calles junto a sus amigos varones. Fue su madre la que la llevó a su primera escuela para aprender el deporte que tanto le gustaba, aunque tuvo que hacerlo a escondidas del padre de la niña. Cuando el hombre se enteró tuvo algunas dudas, pero luego se convirtió en uno de los mayores impulsores de la carrera de su hija. Con el tiempo, la mediocampista se sumó al Unión Deportiva Collerense, el primer club en el que jugó exclusivamente con mujeres. El día previo a cumplir los 15 años, con un permiso especial debido a que aún no tenía la edad reglamentaria, hizo su debut en el fútbol de primera división de España.

Siendo el fútbol femenino una disciplina aún en desarrollo, Virginia no se decidía a dedicarse al deporte. La idea de ser jugadora no terminaba de conformarla, así que empezó a trabajar en un bar y dejó la actividad. Un llamado para sumarse a la selección española Sub-19 iba a torcer su destino. Aunque había desestimado una convocatoria años atrás, esta vez no dejó pasar la oportunidad: dijo que sí y se comprometió de lleno.

Tras un paso por el Sporting de Palma de la segunda división -etapa que sería clave para su entusiasmo por la disciplina-, Virginia dio el salto al Barcelona. Corría el 2012 y a la futbolista, que por entonces tenía solo 18 años, le llegaba la oportunidad de vestir la camiseta del equipo más poderoso del país. Tres temporadas en el conjunto catalán y cinco títulos (tres ligas locales y dos Copas de la Reina) le valieron posicionarse entre las mejores jugadoras de su país y de Europa.

Los ojos del mundo comenzaron a posarse en ella: la buscaron desde Washington Spirit de Estados Unidos y desde el Bayern Múnich de Alemania, pero ella decidió probar suerte en el Montpellier HSC de Francia para dar su salto al profesionalismo. Fueron cuatro años de continuidad en el puesto y de grandes actuaciones en un equipo que ha sabido ser campeón de su liga, pero que hace casi 15 años que está a la sombra del todopoderoso Olympique de Lyon (y, un poco más atrás, del PSG).

Era tiempo de regresar a casa. Ya con una liga española mucho más consolidada y en crecimiento, Torrecilla apostó esta vez por el Atlético Madrid. De cara a la temporada 2019-2020 se sumó a unas Colchoneras que venían de sellar un tricampeonato y que en los últimos años habían logrado relegar al Barcelona a los segundos planos en el ámbito doméstico. El de la nacida en Mallorca fue considerado un fichaje estrella ya que venía de disputar el Mundial de Francia 2019, que significó su segunda Copa del Mundo con la camiseta de su selección (había estado también en Canadá 2015).

Todo venía en ascenso. Titular indiscutida y capitana en la selección y figura del Atlético Madrid, el nombre de Torrecilla no era ajeno para nadie en su país. Pero la pandemia obligó a poner en pausa las competiciones deportivas alrededor del mundo y Virginia se vio obligada a parar. Fue por esos tiempos en que sus incomodidades al correr en la cinta o al saltar se hicieron más evidentes. Se sumaron fuertes dolores de cabeza y cervicales. Luego vino la consulta con el médico y el diagnóstico.

El 21 de mayo de 2020, Virginia Torrecilla publicó en su cuenta de Instagram un video desde la cama de un hospital y con su cabeza vendada. Tres días antes había sido operada del tumor en su cerebro. A su hermana, que estaba embarazada, le mintió para no preocuparla: le dijo que ingresaba al quirófano por un problema en una de sus rodillas.

“Ha sido un éxito la operación, todos están contentos por la evolución que estoy teniendo”, dijo a sus seguidores, y agregó: “Hago esto público porque es importante para todas las personas que tienen enfermedades, que luchan en el día a día por conseguir lo más alto y ante cualquier obstáculo que tengan el el medio. Yo nunca habría imaginado que me podría pasar algo así y me tocó. Quiero mandarle mucha fuerza a todo el mundo. Lo único que se necesita son ganas y fuerzas”.

La primera etapa estaba superada, pero las noticias posteriores no fueron las esperadas: el tumor extirpado era maligno. Fue así como la futbolista inició un tratamiento contra el cáncer cuyos avances fueron mostrados en sus redes sociales. Primero vino la radioterapia y luego las sesiones de quimioterapia. En ningún momento Virginia temió compartir con sus fanáticos el momento que le estaba tocando transitar. Ni siquiera cuando su cuerpo de deportista de élite perdió casi 15 kilos o cuando se le comenzó a caer el largo cabello que la caracterizaba y que era una especie de marca personal.

La continuidad de los tratamientos en los hospitales era acompañada por una serie de homenajes de parte de sus colegas dentro de los campos de juego. En junio, el día del regreso a la actividad del fútbol masculino luego del parate por la pandemia de coronavirus, Diego Costa marcó un gol para el Atlético Madrid y lo festejó levantando en alto la camiseta número 14 con el nombre de Virginia en la espalda. Sobre el final del 2020, durante un alto en su tratamiento, la mediocampista dio el puntapié inicial en el duelo que los dirigidos por Diego Cholo Simeone disputaron ante el Cardassar por la Copa del Rey. Tan solo unos días después, emocionó con su presencia durante la consagración de las Colchoneras en la Supercopa de España tras vencer por 3-0 al Levante. Allí estuvo para levantar el trofeo junto a la capitana Amanda Sampedro dentro del campo de juego, como en los (no tan) viejos tiempos.

El 5 de marzo pasado, Virginia anunció que luego de seis meses su tratamiento había terminado. Su última sesión de quimioterapia fue anunciada en las redes con gran alegría y optimismo. Tres semanas después, regresó a los entrenamientos con el Atlético Madrid. Ese día sus compañeras la recibieron con un largo pasillo y aplausos por doquier.

Aún no hay precisiones respecto de cuándo podrá volver a jugar de manera profesional. Aunque mantuvo sus entrenamientos durante gran parte de su tratamiento (solo los interrumpió cuando la quimioterapia la obligó a guardar reposo), la española por el momento debe enfocarse en recuperar masa muscular y en volver a ponerse en forma para la competencia de alto rendimiento. El regreso será paso a paso, pero con la firme intención de volver a disfrutar del deporte que tanto ama.

El diccionario dice que la resiliencia es “la capacidad de adaptación de un ser vivo frente a una situación perturbadora o adversa”. El nombre de Virginia Torrecilla bien podría reemplazar a esa definición. “Si antes vivía la vida, creanmé que ahora la viviré el doble”, dijo la futbolista a sus fanáticos el día que hizo pública aquella primera operación. Y qué duda cabe.

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